En el PP o el PSOE, los antiguos líderes pueden convertirse en lo que Félipe González célebremente bautizó como “jarrones chinos”. Nadie sabe dónde colocarlos. No es posible domarlos, como Mariano Rajoy ha constatado una vez más este lunes, cuando fue sorprendido por un durísimo comunicado de José María Aznar. A nadie se les ocurre apartarlos sino más bien agasajarlos con puestos honoríficos y protocolarios. Lo que no es habitual es que aquel que dirigió el partido rompa tácitamente con él.
Eso es lo que ha pasado en Izquierda Unida, con la marcha de los órganos de decisión de Gaspar Llamazares y la corriente interna que lidera, Izquierda abierta. Este sábado, una reunión del Consejo Político Federal de IU decidió por un 90% de los votos apoyar la iniciativa Ahora en Común como plataforma para las elecciones generales y que Alberto Garzón, ya ungido candidato de IU a La Moncloa, compita en unas primarias para ser el número uno de la nueva plataforma.
Llamazares, coordinador federal desde 2000 a 2008, abandona junto a los socios de su corriente la dirección de IU. La justificación es la exclusión de la Ejecutiva de varios de sus compañeros, pero tras la decisión está el rechazo a la plataforma Ahora en Común y al rumbo de las negociaciones con Podemos que ha liderado Alberto Garzón.
¿Qué pasa en Izquierda Unida?
La coalición tiene el corazón partido. Una parte del partido cree que la formación es un zombie al que le pesan las siglas y que no podrá seguir teniendo presencia si no es dejándose abrazar por Podemos, pujante pese a las últimas encuestas y el resultado de Cataluña. En este grupo se enmarca Alberto Garzón, amigo personal de Pablo Iglesias y de muchos de los dirigentes de Podemos, con quien durante muchos años ha compartido un papel secundario en la toma de decisiones de IU, además de pertenecer a una generación más joven que la de Llamazares o Cayo Lara, el coordinador federal.
Por otro lado está Izquierda Abierta y parte de la vieja guardia de IU, que cree que Podemos es un fenómeno coyuntural, sin proyecto y sometido a una jerarquía donde sólo decide Iglesias y su círculo de confianza(Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Luis Alegre o Rafael Mayoral, entre otros). Este sector apuesta por los pactos, pero no subordinados a Podemos y, en todo caso, que IU siga existiendo y pesando como partido.
Cayo Lara ha mantenido una cierta neutralidad, al menos en público.
¿Qué opina Podemos?
“Podemos será el nombre y eje articulador de la candidatura del cambio para las elecciones generales”. La frase, textual y resaltada en negrita, forma parte de una carta firmada por Iglesias y Errejón que precisamente este sábado hizo pública la formación morada.
Podemos está dispuesto a llegar a pactos, pero siempre que su nombre figure en la papeleta en primer lugar. La formación celebró sus propias primarias en julio. Sólo votaron el 15% de los inscritos que podían hacerlo por internet. Desde entonces, Podemos ha rechazado integrarse en ninguna plataforma como las presentadas a las municipales o Catalunya sí que es pot, un “nombre difícil” que les ha llevado a un “traspiés”, reconocen Iglesias y Errejón. Si Iniciativa per Catalunya obtuvo 13 escaños en 2012, la coalición de Podemos, IU y ICV logró 11 el pasado 27 de septiembre. Para Podemos, es la prueba definitiva de que primero está Podemos y después, si es posible, los pactos subordinados a sus siglas.
¿Qué busca Alberto Garzón?
Nadar y guardar la ropa. Garzón pide confluencia, habla frecuentemente con Iglesias, pero pretende que en la negociación no se diluya IU, algo que no le permitirían en su partido, y que sus dirigentes logren puestos de salida en una lista conjunta. No quiere ser el verdugo de Izquierda Unida.
¿Qué propone Llamazares?
Llamazares pretende lograr una candidatura independiente, al margen de Podemos, que aglutine a cuantas fuerzas de izquierda sea posible. En un acto reciente, el ex coordinador federal logró el apoyo del ex juez Baltasar Garzón, la exdiputada Cristina Almeida o la exmilitante del PSOE Beatriz Talegón. Su marca se llama Convocatoria Cívica.
Equo, por su parte, también se ha desentendido de Ahora en Común y consultará a sus bases la manera de concurrir a las generales.
¿A quién perjudica la desunión?
A ambos partidos. Una competencia entre Podemos e IU, o la plataforma con la que se presente por separado Garzón, limitaría las opciones de Iglesias de influir decisivamente tras las elecciones generales. En Podemos se reconoce que una IU por separado no recibiría tantos votos como para ser una fuerza relevante en el Congreso, pero la ley electoral haría que Podemos se quedase sin muchos escaños en provincias pequeñas, donde el bipartidismo podría seguir gozando de buena salud.
La ley d’Hont beneficia sobre todo a los partidos en cabeza. Una izquierda dividida podría restar “20 o 30 diputados” a Podemos, según el entorno de Iglesias. Y esos votos no servirían para que IU lograse escaño más que en grandes circunscripciones.
¿A quién beneficia?
Al PSOE y, dependiendo de los resultados, al PP. Una izquierda dividida puede beneficiar a Pedro Sánchez si logra erigirse como la opción útil para derrotar a Mariano Rajoy. Las últimas encuestas y la dulce derrota del PSC contribuyen a alimentar la percepción de que los españoles tendrán que decidir, fundamentalmente, entre Rajoy y Sánchez. Sólo la propulsión lograda por Ciudadanos en las elecciones catalanas empaña la posibilidad de unos comicios donde reine el bipartidismo. Por otra parte, dependiendo del resultado, la división de la izquierda podría favorecer las opciones del PSOE de ser primera fuerza.
Sin embargo, el PSOE necesitará pactos para gobernar, por lo que todo escaño de izquierdas será bienvenido. De quedar como segunda fuerza, la opción de Podemos ganaría enteros como opción frente a Ciudadanos, que podría decidir apoyar al PP a cambio de importantes concesiones. Todo dependerá de la aritmética. Quien sume, gana.
¿Por qué Podemos no cede?
Ahora Madrid o Barcelona en común son dos buenos ejemplos de plataformas existosas que han llevado a Podemos a las instituciones en sus primeras autonómicas. Sin embargo, en el partido de Iglesias existen fuertes recelos ante IU, un partido que consideran anticuado, dividido e ingobernable frente a la jerarquía que ha sabido construir el equipo de la formación morada.
Paradójicamente, Podemos huye de los frentes de izquierdas y se presenta como un partido que no es ni de izquierdas ni de derechas sino una fuerza de los de abajo frente a los de arriba. El pueblo contra las élites. “Nosotros seguimos sabiendo que los de arriba no tienen proyecto para el país real y que nuestras ideas son de sentido común, transversales y transformadoras”, dicen Iglesias y Errejón en su carta. Podemos no aspira a ser la nueva IU sino a ser el nuevo PSOE, donde se encuentren cómodos los más izquierdistas y los votantes de centro.
¿Cómo van las negociaciones de Podemos?
Podemos quiere pactos bajo sus siglas en comunidades clave. Aspira a mejorar sus resultados en Cataluña recuperando su marca, pero aglutinando a ICV y otras fuerzas que conformaban Catalunya sí que es pot. En la Comunidad Valenciana, las negociaciones con Compromís avanzan lentamente. En Galicia, Podemos tiene ya un preacuerdo con Anova, el partido liderado por Xosé Manuel Beiras, y la federación de Izquierda Unida en la comunidad, lo que supone un reto a la decisión de la dirección de este sábado. El BNG, histórica fuerza del nacionalismo gallego, se quedaría fuera de este pacto. En el resto de España, Podemos negocia circunscripción a circunscripción sin que se haya anunciado ningún acuerdo.