El presidente del Gobierno respondió con una sola frase a las cinco preguntas que se le hicieron sobre las durísimas recriminaciones que le hizo en público José María Aznar: “No voy a polemizar sobre Aznar porque tengo que dedicarme a convencer a los electores de por qué el PP debe seguir en el Gobierno”. Mariano Rajoy, que no pudo disimular lo incómodo que se sentía al hablar del tema, también dejó en el aire si su mentor, reconvertido en su peor pesadilla, le respaldará en algún mitin de campaña electoral. Solo reconoció que “pudimos haber sido más diligentes y rápidos con la corrupción” cuando se le sacó el tema Rato. Un caso de corrupción en plena ebullición que, según su propia teoría, “no va a afectar en la campaña del PP”. Hizo esta mínima autocrítica y, después, capeó todo lo demás sin salirse ni un ápice de su guión.
Rajoy reaparecía este martes respaldado por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, en un coloquio organizado por Abc y Deloitte sin ningún dato nuevo sobre los anteriores discursos. En los corrillos previos al almuerzo de los empresarios y políticos afines al presidente se respiraba la incertidumbre sobre cómo quedaría el escenario político tras los resultados electorales del 20 de diciembre.
Las quinielas más optimistas apuntaban a que Rajoy seguirá como presidente con la ayuda de Albert Rivera. Pero también estaban los que pintaban el panorama mucho más negro de lo que minutos después describió el presidente.
El jefe del Ejecutivo no tuvo reparos en reconocer que la corrupción había hecho muchísimo más daño a su partido que la gestión de la crisis. Un escenario de inestabilidad presupuestaria que, según argumentó en su discurso inicial, se enderezó tras su llegada al poder. Rajoy leyó un discurso de once páginas en el que describía cómo era la España de noviembre de 2011, la que heredó de José Luis Rodríguez Zapatero. “Lo que dejamos atrás no es producto de la mala suerte ni de una conjetura de enemigos exteriores. Era fruto de nuestros problemas, era la consecuencia final de malas políticas; de la frivolidad, el desorden, la autocomplacencia y de la pereza para hacer las reformas que necesitaba el país”.
Saca pecho
Hubo tiempo también para enviar un mensaje totalmente contrario al que este lunes ofreció la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que quiere deshacerse de los contratos de las agencias de calificación de riesgos. “La revisión al alza de Standar and Poors es, sin duda, una buena noticia”. Y afeó a los que le tildan de inmovilista sacando pecho por las reformas que él ha aplicado.
Rajoy calificó de “elucubración” avanzar si pactaría con Ciudadanos en el caso de que necesite su apoyo para gobernar. Son situaciones que “podrían no producirse”, zanjó. Para el futuro, “con toda franqueza y también con toda la humildad”, Rajoy solo ve una única fuerza capaz de “seguir creando empleo y consolidar el crecimiento”: el Partido Popular. Y habló de los contrincantes con los que medirá su fuerza en las urnas.
Sobre el líder del PSOE, Pedro Sánchez, dijo que “no era gente seria” por haber entregado ayuntamientos que había ganado el PP a Podemos. Evitó nombrar a Albert Rivera y a Pablo Iglesias, los líderes de los dos partidos emergentes, pero se refería claramente a ellos cuando menospreciaba a los partidos “hechos en una tertulia” o “nacidos hace poco”. En cambio, presentó al Partido Popular como un partido “hecho desde abajo” y con candidatos “en toda España".
Feijóo, ¿a Madrid?
Mucho más cómodo se mostró cuando se le preguntó por la posibilidad de que el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, forme parte de las listas electorales que encabezará el propio Rajoy. “Primero tengo que hablar con él para saber qué quiere hacer”. Y dejó que el rumor se propagase por las salas del Casino de Madrid donde se organizó el evento. Fiel a su estilo, el jefe del Ejecutivo también evitó hacer su quiniela sobre cuál sería un buen resultado electoral el 20-D. Sí adelantó que le gustaría que en España se gobernase como en Alemania y Portugal, países que permiten que la lista más votada sea la que gobierne.
En el acto también estuvo presente la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que no se sentó en la mesa presidencial del coloquio en la que sí estaba Sáenz de Santamaría. No faltaron los vicesecretarios Pablo Casado, Fernando Martínez Maíllo, Javier Maroto y Javier Arenas; el presidente de La Rioja, José Antonio Ceniceros; las ministras Fátima Báñez (Empleo) e Isabel García Tejerina (Agricultura); la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre; y la presidenta de la CNMV, Elvira Rodríguez. Tampoco faltó el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, uno de los agraciados con las licencias de TDT que acaba de repartir el Gobierno de Mariano Rajoy.