El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibió este viernes con pocas horas de diferencia a los líderes de los dos partidos emergentes: Albert Rivera, de Ciudadanos, y Pablo Iglesias, de Podemos. Era un día más que anómalo en el Palacio de la Moncloa. Y la expectación se desbordaba no solo por lo que los nuevos dirigentes dirían, sino por cómo lo harían en su primera visita oficial a la sede del Ejecutivo. Con sus maneras, el uno y el otro exhibieron lo mejor de sí mismos en la sala de prensa con la que sueñan. Y mostraron, una vez más, que, pese a coincidir en la exigencia de regeneración, sus estilos y discursos no son precisamente similares.
1. El atuendo.
Las diferencias entre ambos líderes políticos se notaban hasta en el atuendo. El presidente de Ciudadanos optó por un estilo más serio y austero, con su traje y corbata fina grises, frente a la vestimenta más desenfadada del líder de Podemos. Como acostumbra, Pablo Iglesias apareció sin traje y con calzado deportivo. Los dos presentaron un aire moderno, distinto al habitual entre los políticos españoles, pero evidenciando unas diferencias estéticas que, no por ser conocidas, dejan de simbolizar y agudizar las divergencias meramente ideológicas que a nadie se le escapan.
2. El protocolo.
Rajoy dispensó un trato desigual a los dirigentes que no pasó inadvertido a los presentes. Acaso para mostrar su desdén al rival que más daño puede hacerle o quizás por casualidad, el jefe del Ejecutivo bajó las escaleras para saludar al líder de Podemos pero no hizo lo mismo con el presidente de Ciudadanos. Iglesias, que afirmó desconocer el protocolo, narró que había tomado un café con Rajoy y que la conversación, aunque "entre adversarios políticos", fue más que interesante. De hecho, su encuentro fue más largo que en el caso de Rivera.
Por otro lado, el secretario general de Podemos decidió saltarse cualquier protocolo en busca de una imagen impactante. Quizás fue el detalle anecdótico que más diferenció la presencia de ambos en la Moncloa. Se trata del regalo de Pablo Iglesias al presidente del Gobierno: un ejemplar de Juan de Mairena, de Antonio Machado, dedicado además con otros versos del poeta escritos por el político. Albert Rivera también fue más sobrio en este punto y no entregó obsequio alguno a Rajoy.
El presidente del Gobierno, sobre Iglesias: "Nada perdí por haber tenido la conversación"
3. La diferencia de trato con Rajoy.
Más allá de lo sucedido en las escaleras de Moncloa, en el interior de los encuentros quedó en evidencia una diferencia sustancial en la relación de ambos dirigentes con Rajoy. El presidente del Gobierno estaba mucho más cómodo con el líder de Ciudadanos que con el de Podemos. Su lenguaje no verbal era más cercano. Una sintonía que entronca, sin duda, con las similitudes de las tesis que mantienen ambos para solucionar el problema catalán. Los dos defienden el respeto a la legalidad vigente como respuesta al órdago de los separatistas catalanes. Y, por ello, Iglesias los tacha de "inmovilistas". No por casualidad, cuando el presidente del Gobierno compareció tras sus reuniones, dejó entrever sus coincidencias con Rivera y, en cambio, respecto a Iglesias simplemente dijo: "Nada perdí por haber tenido la conversación".
4. Los temas tratados.
Esta diferencia fue una de las más llamativas, sobre todo teniendo en cuenta el motivo de estos encuentros. Pablo Iglesias sorprendió a propios y extraños al relatar que a lo largo de hora y media había hablado con Rajoy sobre temas tan dispares como la situación de Siria, la estrategia de Rusia, el significado del Estado de bienestar o los últimos treinta años de la historia de España. En cambio, Rivera centró su conversación con el jefe del Ejecutivo casi exclusivamente en la cuestión catalana, tal y como explicó a los medios. También en la valoración posterior de los encuentros Iglesias fue más allá del tema catalán, dado que insistió en presentar las cinco propuestas de reforma para España que se han convertido en el leitmotiv de Podemos para la larga campaña electoral que ha comenzado.
Para Rivera, "la democracia no es negociable". Para Iglesias, la democracia es una oportunidad, no una amenaza
5. Hasta la democracia significa cosas distintas.
En un día en que los representantes de los partidos emergentes visitaban el Palacio de la Moncloa no podían faltar, ni mucho menos, los eslóganes regeneracionistas. Y ahí también ambos demostraron que no están de acuerdo, aunque sea por algunos matices, en el significado profundo de la democracia. Para Rivera, "la democracia no es negociable", en alusión a que los separatistas catalanes están intentando saltarse las leyes. Para Iglesias, "la democracia es una oportunidad, no una amenaza", porque su formación defiende que los catalanes puedan votar sobre el futuro de Cataluña.
6. El artículo 1 contra el 92.
Los dos jóvenes políticos reivindicaron sendos artículos de la Constitución de 1978. Pero, como era de esperar, eligieron dos muy diferentes. Albert Rivera insistió en defender el artículo 1 de la Carta Magna, que dice así: "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político". De hecho, dicho precepto forma parte del pacto de Estado que propone Ciudadanos. En cambio, Iglesias pidió que se respete el artículo 92, que reza: "Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos". Como es sabido, Podemos defiende la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Dos artículos, en suma, que ahondan en las visiones antagónicas que ambos sostienen.
7. Metáforas de Iglesias, sencillez de Rivera.
Acaso imbuido de la poesía machadiana que entregó a Rajoy, el líder que popularizó la denuncia de "la casta" apostó este viernes por una nueva metáfora, en este caso sobre "la porcelana y el mimbre". "Lo más razonable es que ante situaciones diversas haya respuestas distintas -decía para asombro del respetable-. El espíritu del mimbre va a ser mucho más eficaz. El pasado era porcelana, el futuro tiene que ser mimbre". En la sala de prensa de Moncloa, unos y otros se miraban atónitos cuando Iglesias insistía: "La porcelana es vieja y el mimbre es más moderno. La porcelana es frágil y el mimbre es más resistente". Con ello, quería decir que "muchos han creído que la Constitución es porcelana". Por el contrario, Rivera utilizó un lenguaje más claro y directo.
En síntesis, Rivera e Iglesias no asombraron demasiado, porque mostraron dos estilos políticos nuevos, pero opuestos entre sí.