Miguel Ángel Aguilar afirmó al New York Times que "trabajar en El País era el sueño de todo periodista español". Y algo similar expresó Arcadi Espada a EL ESPAÑOL, aunque con un tono más mordaz: "Cuando llegué a El País, crecido como soy, era ya la hostia”. Ambos periodistas se referían a la etapa dorada del rotativo de Prisa, mitificado como el gran periódico de la transición y autoerigido como perro guardián de la democracia. La redacción ubicada en la calle Miguel Yuste aparecía ante el mundo como un templo del periodismo donde se rendía culto a la libertad y estaban proscritos términos como la censura o el miedo.
Eran otros tiempos. Ahora, en 2015, los gestores de El País han fulminado a Miguel Ángel Aguilar precisamente porque, en una suerte de profecía que ha cumplido en sus propias carnes, dijo al periódico norteamericano que algunos periodistas se estaban marchando del rotativo de Prisa "con la sensación de que la situación ha alcanzado niveles de censura". Además, voces incómodas como las de Espada y tantas otras han sido desterradas para siempre de sus páginas. El periódico del grupo Prisa ha envejecido mal. Y para muchos el “diario independiente de la mañana” –hoy “diario global en español”- ha pasado de ser un periódico de referencia a convertirse en referencia de la falta de independencia. El País ha vivido su particular década ominosa, jalonada de sucesos, algunos de ellos con nombres y apellidos, que abochornan a su propia plantilla y que se entreveran con los gravísimos problemas económicos del conglomerado mediático.
Esa mezcla de las dificultades económicas y los casos de censura han debilitado la imagen del periódico de Prisa y le han restado credibilidad. Y pueden resumirse en una serie de hitos acontecidos en los últimos diez años.
Algunos precedentes: Echevarría y Hermann Tertsch
La historia de El País debe enmarcarse en la creación del grupo Prisa por parte del empresario Jesús de Polanco, hombre a quien nunca le tembló la mano frente a sus enemigos. Muchos lo tildan de autoritario o despiadado, aunque precisamente estos días ha aparecido una biografía escrita por la ex ministra socialista Mercedes Cabrera que dulcifica la figura del empresario. Definiciones aparte, siempre ha existido una simbiosis entre las diferentes partes del grupo mediático y entre éste y el PSOE. Así, por ejemplo, el rotativo tradicionalmente promociona a los escritores que publican en sus editoriales como Alfaguara y Aguilar. Asimismo, El País ha sido el principal apoyo mediático del Partido Socialista, sobre todo en la época de Felipe González como presidente del Gobierno.
En los últimos años de Polanco se vivieron dos episodios especialmente ilustrativos de cómo a veces los intereses empresariales chocaban con las intenciones periodísticas. En septiembre de 2004, el crítico literario Ignacio Echevarría publicó en el suplemento Babelia una crítica severa contra el libro El hijo del acordeonista, escrito por Bernardo Atxaga y publicado por Alfaguara. La respuesta del periódico fue congelar durante un mes el siguiente texto enviado por el crítico. Se armó un escándalo periodístico que concluyó cuando el propio Echevarría publicó una carta abierta al director adjunto del diario, Lluis Bassets. El texto concluía así: “Entiendo que la espera ha transcurrido en vano, y soy yo el que de nuevo tomo la iniciativa de escribirte esta carta abierta para esta vez simplemente decirte adiós, y despedirme de paso de los lectores de El País que durante todo este tiempo han seguido, con su aprobación o con sus desacuerdos, mi empeño quizás insensato de perseverar en el cada vez más menoscabado y cuestionado ejercicio de la crítica”.
A principios de 2007 se vivió otro caso que abona la tesis del autoritarismo de Polanco. Durante una junta de accionistas celebrada en marzo, al presidente de Prisa le preguntaron por las críticas que el periodista Hermann Tertsch vertía contra el Gobierno de Zapatero en la tertulia Madrid Opina de Telemadrid que dirigía Ernesto Sáenz de Buruaga. La respuesta de Polanco fue: “Esa contradicción ha sido superada. Lo verá muy pronto, como todos los lectores del periódico”. Pocos días después se produjo la salida de Tertsch del diario donde había trabajado durante 22 años.
La muerte de Polanco y la deuda
En julio de 2007, pocos meses después del episodio de Hermann Tertsch, murió Jesús de Polanco. Y ahí, según todas las fuentes consultadas, empezaron los grandes problemas de Prisa y de El País. La OPA para hacerse con Sogecable, iniciada por el propio Polanco en 2005 y rematada por Cebrián tras la muerte del empresario, generó una deuda para el grupo de casi 6.000 millones de euros. La errática política empresarial de los sucesores de Polanco ha hecho el resto. Y hoy día Prisa aún debe 1.880 millones de euros, según los últimos datos remitidos por la empresa a la CNMV.
La OPA para hacerse con Sogecable, iniciada por el propio Polanco en 2005 y rematada por Cebrián tras la muerte del empresario, generó una deuda para el grupo de casi seis mil millones de euros
Otro ex empleado de El País es Pere Rusiñol, que dejó el periódico en 2008, cuando era redactor jefe, para fichar por el extinto Público. A su juicio, los grandes problemas se iniciaron “desde la muerte de Polanco, cuando Cebrián se encontró con una deuda enorme… Con esa deuda y sin la cabeza empresarial, el periódico se ha convertido en algo muy distinto a lo que fue”.
Cebrián, enfrentado a la plantilla
En paralelo a la deuda mastodóntica contraída por Prisa, en la redacción de El País fue creciendo la distancia entre el que fuera primer director, Juan Luis Cebrián, y los empleados. El periodista y escritor Enric González, que forjó su carrera en El País, asegura a EL ESPAÑOL que “había un empeño de Cebrián en hacer una redacción más dócil y adaptarla a lo que él llamaba el post-sesentayochismo, para adecuarla a los tiempos nuevos, decía”. Y rememora que “hubo un episodio de un editorial muy crítico con el Ché Guevara, porque era un editorial dirigido claramente a la redacción, donde el tema fue muy sonado y muy comentado”.
En efecto, el 10 de octubre de 2007, con motivo del 40º aniversario de su muerte, hubo un editorial titulado “Caudillo Guevara” que señalaba respecto al personaje que “sus proyectos y sus consignas no han dejado más que un reguero de fracaso y de muerte”, entre otras cosas. La publicación de este editorial levantó ampollas en una redacción de inclinación progresista en la que algunos podían simpatizar con esta figura histórica. De hecho, los redactores publicaron una carta en la que aseguraban discrepar con la publicación de esta pieza de opinión.
El despilfarro de los “ludópatas”
El citado Enric González vivió un episodio más sonado en primera persona un par de años después. Corría el mes de mayo de 2009 cuando el director de El País, entonces Javier Moreno, decidió no publicar una columna de González titulada Rodeados. En su último párrafo, decía esto: “Uno lo ve todo negro. No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños”.
¿Por qué se censuró ese artículo? Porque el periodista se refería a los directivos de Prisa como esos “ludópatas bursátiles”. En 2014 el diario Infolibre recogió una sentencia firme que explica cómo en 2007 Cebrián y otros directivos invirtieron en productos de alto riesgo a través de una sociedad de Prisa llamada Propu y, por ello, el grupo de comunicación perdió hasta 148 millones de euros. En la sentencia judicial, se señalaba la coincidencia entre diez consejeros en los órganos de administración de las sociedades Timón, Propu y Prisa. De hecho, según desveló Infolibre el propio Cebrián “era consejero delegado de Propu y Prisa cuando la sociedad tenedora de acciones aumentó sus posiciones de riesgo pese al desplome bursátil”. Hoy un exempleado de El País afirma a EL ESPAÑOL que “al mismo tiempo los directivos engordaron la deuda, no supieron ver la crisis y jugaron en inversiones de alto riesgo”.
Un ERE traumático
Los graves problemas económicos de Prisa fueron utilizados por el grupo en 2012 para justificar lo que parecía que nunca ocurriría en El País: un Expediente de Regulación de Empleo por el que la empresa despidió a 130 empleados. Nada ha sido igual desde entonces en la redacción de Miguel Yuste. Enric González destaca que “el ERE se utilizó para despedir a la gente más crítica con el estado de cosas en aquel momento, de ahí que el ERE fuera tan traumático”. El periodista sostiene que “la forma en que se confeccionaron las listas, la actitud de la dirección y el tono de desprecio eran muy perceptibles”. Y rememora que “para que me pusieran en la lista, tuve que publicar mi artículo en Jotdown” (En esa pieza, titulada Con todos mis respetos, González arremetía contra Cebrián y recordaba el episodio de la “ludopatía bursátil”).
El ERE degradó la redacción porque la deuda que soportaba El País no era culpa de los empleados, sino de los negocios de Cebrián. Y para colmo se echó a los más valientes, a los mejores, a los más indóciles
El ex de El País Francisco Mercado, hoy jefe de investigación en Okdiario, también coincide en que el ERE supuso un varapalo para los periodistas del diario de Prisa. “El ERE degradó la redacción porque la deuda que soportaba El País no era culpa de los empleados, sino de los negocios de Cebrián. Y para colmo se echó a los más valientes, a los mejores, a los más indóciles”.
Otra fuente de El País comparte ese diagnóstico sobre la influencia de los despidos. Y pone nombre y apellidos. “El ERE generó un trauma enorme porque fue inesperado, porque fue brutal y porque se despidió a algunos de los mejores periodistas de la redacción, como por ejemplo José Yoldi, que acababa de publicar el caso de los viajes de Dívar a cargo del CGPJ, o como Julio Martínez Lázaro, que había publicado en exclusiva la sentencia del TC sobre el Estatut de Cataluña”. Además, los despidos se hicieron por correo electrónico durante un fin de semana. Cuando el lunes siguiente algunos de los empleados acudieron a recoger sus pertenencias, los guardias de seguridad tenían órdenes de no dejarles entrar. Al final, pudieron pasar.
Desde el comité de empresa de El País se combatió con dureza frente a las intenciones de los directivos. Y siempre, en numerosas manifestaciones y en artículos publicados en la web, se señaló a Cebrián como ideólogo y culpable de los despidos. Finalmente, no pudieron evitar los despidos.
Uno de los despedidos fue el redactor de Economía Santiago Carcar. Unos meses después, en junio de 2013, este periodista se presentó en la junta de accionistas de Prisa. Como era accionista, Carcar tomó la palabra y lanzó una dura diatriba contra Cebrián. “Haré un ruego: señor Cebrián, abandone; váyase. Y una pregunta: ¿por qué no lo ha hecho ya?”, dijo al inicio. Después, afirmó que “empresarialmente, por emplear un término que usted aplicó en un artículo, creo que es un zombie; un zombie empresarial”.
El mismo Santiago Carcar, hoy en Bezdiario, asegura a EL ESPAÑOL: “Estoy sorprendido por lo que sucede en los últimos años; me sorprende, me disgusta y me apena”. “En lo que yo recuerdo, en el pasado no había episodios como estos”, apostilla.
La foto de Chávez
Casualidad o no, en el mismo momento en que la redacción de El País vivía su momento más complicado se produjo un error histórico del diario de Prisa. En enero de 2013, el rotativo llevó a su primera página una imagen falsa de Hugo Chávez. Presuntamente, se trataba de una instantánea tomada al presidente venezolano cuando estaba siendo operado en algún lugar de Cuba. En realidad, era una fotografía extraída de un vídeo que estaba en internet y su protagonista no era, ni mucho menos, Hugo Chávez. El día de la publicación pronto trascendió que El País se había equivocado. Unos días después, el rotativo expuso su versión de los hechos. Y achacó su error a una cadena de errores en la que se señalaba al director, Javier Moreno, que ese día estaba en el Foro Económico Mundial en Davos.
Entran nuevos socios
En paralelo a los episodios que evidencian la ruptura entre la redacción y Cebrián, en el accionariado de Prisa fueron entrando diversos inversores como el fondo norteamericano Liberty, que en su día inyectó 600 millones de euros, o como el socio mexicano Roberto Alcántara Rojas, que llegó en 2014 con otros 100 millones. Pero, sobre todo, entraron en el capital de Prisa tanto Telefónica como los bancos Santander, Caixabank y HSBC. En 2012, las cuatro entidades aportaron 434 millones de euros a cambio de la conversión de parte de la deuda en acciones. Así, en virtud de ese acuerdo, en 2014 aterrizaron como accionistas.
Cuando Jesús de Polanco murió, en 2007, la empresa familiar Rucandio controlaba el 70% de las acciones de Prisa. Hoy, controla un 19% según los datos que constan en la CNMV
La necesidad de nuevos socios ha ido mermando, poco a poco, el poder de la familia Polanco en la compañía. Cuando Jesús de Polanco murió, en 2007, la empresa familiar Rucandio controlaba el 70% de las acciones de Prisa. Hoy, controla un 19% según los datos que constan en la CNMV. El Banco Santander mantiene un 4,65% de las acciones, Caixabank atesora un 4,9%, HSBC ya tiene un 9,5% y, por último, la todopoderosa Telefónica conserva un 4,58%. ¿Puede ser un periódico independiente para informar sobre entidades que aglutinan semejantes cantidades en el accionariado de su empresa matriz?
Por otra parte, el propio Cebrián, como presidente, y Fernando Abril Martorell, como CEO, consiguieron cerrar a finales de 2013 la refinanciación de la enorme deuda del grupo. Eso sí, los vencimientos de deuda no perdonan y en su acuerdo con una veintena de bancos Prisa se comprometió a ir deshaciéndose de algunos de sus activos, como Digital Plus o su participación en Mediaset. Es decir, Prisa ha tenido que ir vendiendo parte de su negocio y, con ello, desmontando el grupo que era antaño, para poder pagar lo que debe a las entidades financieras. Ahora sólo debe 1.880 millones y hace unos días Cebrián afirmó en público que en unos meses el problema de la deuda estará resuelto.
Soraya es intocable
Tanto la refinanciación de la deuda de Prisa como sus operaciones posteriores, en especial la venta de Digital Plus, han tenido lugar en esta legislatura y han contado con el plácet de la Administración. En otras palabras, con la ayuda del Gobierno del PP. Es un secreto a voces que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ocupada de los asuntos mediáticos en el Ejecutivo de Mariano Rajoy, mantiene buenas relaciones con Prisa. Una prueba de ello es cómo Soraya apadrinó personalmente en Barcelona la puesta en marcha de la nueva edición de El País en Cataluña. En numerosas ocasiones fuentes de la redacción del rotativo han denunciado cómo Soraya es intocable. Apenas existen informaciones negativas sobre ella publicadas por El País. Y, como se narra líneas más adelante, hay un caso especialmente significativo al respecto.
Siempre ha sido así, la censura ha existido al menos desde que gobernaba el PSOE, solo es que salta ahora a los medios porque es más obsceno
Francisco Mercado aporta su visión de lo que ocurre con la independencia en el rotativo donde trabajó durante veinte años. “Siempre ha sido así, la censura ha existido al menos desde que gobernaba el PSOE, solo es que salta ahora a los medios porque es más obsceno”. A su juicio, “meterse con Soraya o con un banco no es gratis hoy en El País”. “En líneas generales -remarca-, la censura no la ha inventado en ese periódico Antonio Caño, sino que se arrastra allí desde hace dos décadas”.
Y, a modo de preguntas, pone unos cuantos ejemplos: “¿Qué ha pasado con el caso Faisán? ¿Y con el caso Interligare? ¿Qué pasó con los GAL? ¿Por qué el caso Urdangarin tardó tanto en salir en El País? ¿Y por qué pasó lo mismo con el caso de los fondos reservados del Gobierno del PSOE?”. “Yo tardé meses en poder publicar un informe sobre la corrupción de los ERE de Andalucía. Ésa es la realidad”, expone. “Otro tanto pasó un día con el PP, otro con un banco y con Podemos pasó exactamente lo mismo”. Agrega que “hubo un debate terrorífico para decidir si se publicaba o no que la fundación de Podemos había recibido casi cuatro millones de euros del Gobierno de Venezuela”. Y matiza que “la verdad era que preferían sacrificar la información con tal de no enfadar a los lectores jóvenes”.
Las ventas de Digital Plus y Santillana
En el sector de los medios de comunicación unos y otros hablan (aunque no en público) de la supuesta ayuda que Soraya habría prestado a las operaciones que ha acometido Prisa en estos años. Pero, rumores aparte, el caso es que las autoridades de competencia sí han dado su visto bueno. El caso más llamativo es, quizás, el de la venta de Digital Plus a Telefónica por 750 millones de euros. En principio, las autoridades de la Unión Europea tenían que decidir sobre si esta operación era contraria a la competencia entre operadores de la televisión de pago, teniendo en cuenta que gracias al acuerdo Movistar pasaría a tener en sus manos el 80% del negocio. Sin embargo, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) reclamó a Bruselas ocuparse del asunto. Y tiempo después dio luz verde a la operación aunque puso algunas condiciones. Por supuesto, en las páginas de El País se ha aplaudido esta compraventa.
En una Junta de Accionistas de 2014, Cebrián garantizó "la mejor cobertura mediática" para la editorial a la que había vendido Alfaguara
Como se ha dicho, Prisa ha tenido que desprenderse de otras líneas de negocio. Otra de las más dolorosas para los empleados del grupo fue la venta de una parte de Santillana al grupo editorial Penguin Random House por 72 millones de euros. Una operación que, en palabras del propio Cebrián, también afecta a su línea editorial. Y es que el propio presidente de Prisa dijo en una junta de accionistas de 2014 que “la cooperación entre dicha empresa -el Grupo Bertelsmann, dueño de Penguin Random House- y la nuestra a la hora de reclutar los mejores creadores y difundir sus productos quedará garantizada mediante un acuerdo de colaboración que garantice a los autores la mejor cobertura mediática posible”. A confesión de parte, sobran pruebas.
El caso Cembrero
En los últimos años se ha avivado todavía más el distanciamiento entre Cebrián y la redacción. Y esto también ha empeorado las relaciones entre los redactores y los últimos directores de El País, primero Javier Moreno (2006-2014) y luego Antonio Caño (desde septiembre de 2014). El ERE citado fue el momento más duro, pero no el único en que los intereses de la dirección chocaron con los de la redacción. Y ahí se enmarca el caso del veterano periodista Ignacio Cembrero, corresponsal durante años en El Magreb. En febrero de 2014, cuando Moreno aún era director pero Cebrián ya tenía decidida la llegada de Caño, se decidió relevar a Cembrero de su corresponsalía.
Unos días antes, en enero, el Gobierno de Marruecos había interpuesto una denuncia en la Audiencia Nacional contra el periodista de El País porque éste había publicado en su blog un vídeo de Al Qaeda en que los islamistas pedían a los jóvenes del reino alauita que no viajasen a España y se quedasen en su país de origen para hacer la yihad. Las autoridades marroquíes, enfrentadas con Cembrero por otros asuntos, aseguraban que el informador había cometido un delito de exaltación del terrorismo. Como era de esperar, las diferentes denuncias interpuestas por Marruecos han sido archivadas en los tribunales. Sin embargo, esa denuncia sí sirvió para que Cembrero abandonase el rotativo.
Lo único que pedí entonces fue que me dejasen en mi puesto hasta que la denuncia se archivase, pero me dijeron que la sección de los domingos me necesitaba con carácter urgente
El propio afectado explica a EL ESPAÑOL que “a las tres semanas de que el Gobierno de Marruecos me denunciase, el periódico me invitó a dejar de escribir sobre el Magreb y a trasladarme a Madrid para incorporarme a la sección de los domingos”. “Lo único que pedí entonces fue que me dejasen en mi puesto hasta que la denuncia se archivase, pero me dijeron que la sección de los domingos me necesitaba con carácter urgente”. Poco después, Cembrero acordó con la empresa su salida de El País. Este suceso se interpretó en la redacción, según explican diversas fuentes de la misma, como una cesión sin justificación posible ante el Ejecutivo marroquí. Lo sucedido contribuyó a enrarecer el ambiente de una redacción que desde el ERE ya no ha sido la misma.
El caso de Catar
Si hay un caso en que resulta especialmente flagrante ese maridaje entre los asuntos financieros del grupo y su línea editorial, éste es, sin duda, el de Catar. Este es un asunto que ha encendido las alarmas entre los redactores del diario de Prisa. En febrero, el grupo Prisa acordó una ampliación de capital para que entrase en el accionariado la empresa catarí International Media Group, presidida por el sultán Ghanim Alhodaifi Al-Kuwari. En abril, el periódico llevaba una llamada en portada a la entrevista, que abría las páginas de Deportes, con Salah Bin Ghanem Bin Nasser Al Ali, ministro del ramo de Catar. Por otro lado, en la redacción de El País se han escuchado protestas por la desaparición de la web del diario de algunas noticias críticas con lo que ocurre en Catar. Entretanto, la operación empresarial anunciada a la CNMV todavía no se ha cerrado.
La columna sobre Pedro J. Ramírez
En este contexto de marejada interna y dependencia de poderes económicos, en El País se han vivido en los últimos meses varios casos que también desgastan su imagen y ponen en solfa su independencia. Uno de ellos afecta directamente al director y presidente de EL ESPAÑOL. El pasado 1 de julio el periódico censuró una cita directa a Pedro J. Ramírez en una columna del articulista Manuel Jabois titulada Amor cautivo, según desveló El Confidencial Digital. En la primera edición se publicó una versión en la que aparecía en dos ocasiones el director de EL ESPAÑOL. En la segunda edición esas referencias habían desaparecido del artículo.
El pasado 1 de julio el periódico censuró una cita directa a Pedro J. Ramírez en una columna del articulista Manuel Jabois titulada “Amor cautivo”
Jabois iniciaba su artículo así: “Hace años, en una entrevista de Pedro J. Ramírez a Mariano Rajoy (aquel pie de foto: “Rajoy argumenta una de sus respuestas en su despacho de la calle Génova. En primer plano, la americana del director de El Mundo”), Pedro J. preguntó si podría ocurrirle a Rajoy lo que a Sarkozy, o sea enamorarse de Carla Bruni”. Tras ser retocado, el texto quedaba así: “Hace años, en una entrevista a Mariano Rajoy se le preguntó si podría ocurrirle lo que a Sarkozy, o sea enamorarse de Carla Bruni”. La imagen de ambas versiones de la columna habla por sí sola. Este periódico ha contactado con Manuel Jabois, pero él ha preferido no hacer declaraciones al respecto de este asunto.
Varias de las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL atestiguan que no había ninguna orden directa, pero era vox pópuli en la redacción que había algunos nombres, entre ellos el de Ramírez, que no debían mencionarse en las páginas del diario.
El marido de Soraya
Más sonado todavía fue un episodio acontecido también en verano de 2015. Los entonces redactores de El País Manuel Altozano y Rafa Méndez escribieron el 15 de julio un artículo sobre la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y su marido, Iván Rosa, que trabaja como asesor en Telefónica. La versión primigenia de la información, basada en un informe de la Abogacía del Estado al que habían accedido los informadores, decía: “Justicia permite a Santamaría tratar asuntos de Telefónica, donde trabaja su marido”. Éste fue, de hecho, el enfoque de la noticia que se publicó en la edición impresa.
Sin embargo, en la edición en internet la dirección decidió cambiar el enfoque: “Santamaría se abstiene en los asuntos de Telefónica pese a no estar obligada”. A raíz de este cambio, los dos redactores decidieron retirar su firma de la información. Consideraban que habían sido censurados. Manuel Altozano y Rafa Méndez, que hoy trabajan en El Confidencial, han declinado exponer a EL ESPAÑOL su opinión sobre lo sucedido.
Caño y la redacción, enfrentados
El ex de El País Pere Rusiñol sostiene que “siempre ha habido tensión a la hora de publicar algunos asuntos, pero ahora la situación es increíble”. Y agrega que “sólo hay que remitirse a los comunicados del comité de redacción de El País, que denuncian cosas insólitas en los últimos tiempos”. De hecho, el caso de Manuel Altozano y Rafa Méndez generó un fuerte encontronazo entre el comité de redacción y el director, Antonio Caño, en una reunión que mantuvieron a finales de julio. Los integrantes de este comité se reúnen una vez al mes con el director y después informan al resto de empleados del transcurso del encuentro.
El caso de Manuel Altozano y Rafa Méndez generó un fuerte encontronazo entre el Comité de Redacción y el director, Antonio Caño, en una reunión que mantuvieron a finales de julio
EL ESPAÑOL ha accedido al informe que elaboró el comité de redacción el pasado 29 de julio. Según exponen los periodistas, Antonio Caño reivindicó su derecho a modificar el titular y calificó de “chiquillada” la retirada de la firma de los dos redactores. A su juicio, se trata de “una falta de profesionalidad seria y preocupante”. “Caño anadió -expone el comité en su informe- que actitudes de este tipo le llevan a tener serias dudas sobre la capacidad de estos periodistas para cubrir informaciones de este relieve a la vista de su actitud… y expresó su deseo de que así quede manifestado en el comunicado”. Los miembros del comité insistieron en que “debe informarse de estos cambios a los autores”.
“Por el tono de los comentarios en algunas de las últimas reuniones del comité con el director, se le formuló una pregunta muy directa sobre si creía que este comité iba en contra del actual equipo directivo. Su respuesta fue contundente: 'Sí”. “A partir de este momento -agrega el órgano interno de El País-, el director manifestó que este comité no representaba a la redacción que él conoce, que sirve a los intereses de ocho o diez descontentos, que plantea temas irrelevantes a la vista de que la prensa internacional está pendiente de las cosas que se elaboran en este periódico, que el comité se dedica a poner palos en las ruedas, además de elaborar comunicados insolentes y malintencionados como así se lo han expresado numerosos redactores”. Este informe revela, por tanto, un enfrentamiento directo entre parte de la redacción y Antonio Caño.
Este diario también ha contactado con uno de los redactores que forman parte del comité de redacción de El País. “No podemos decir nada porque nosotros redactamos documentos de carácter interno”. Unos documentos que “jamás se habían difundido” desde que este organismo se puso en marcha en los años 80. Hasta que se produjo el ERE del periódico. Desde entonces, los textos del comité se han filtrado en numerosas ocasiones. Por otro lado, otras fuentes del diario exponen que “en el caso de Altozano y Méndez, no es que se fuesen, es que no les dejaron otra salida; porque Antonio Caño le dijo al comité de redacción que había perdido la confianza en ellos dos y que quería que eso apareciera en su comunicado”. “Eso fue humillarlos”, apostillan.
Miguel Ángel Aguilar, fulminado
El penúltimo suceso que ha erosionado la imagen de El País ha sido la decisión de prescindir de los servicios de veterano periodista Miguel Ángel Aguilar, todo un histórico de Prisa que en varias ocasiones incluso sonó como candidato firme a dirigir el rotativo. Aguilar hizo unas declaraciones al New York Times en las que apuntaba a que algunos redactores de El País se habían marchado “con la sensación de que la situación ha alcanzado niveles de censura”. Y la dirección del periódico decidió que Aguilar no escribiese más columnas en sus páginas.
Aguilar hizo unas declaraciones a The New York Times en las que apuntaba a que algunos redactores de El País se habían marchado “con la sensación de que la situación ha alcanzado niveles de censura”. Y el diario prescindió de sus servicios
El presidente de Ahora tampoco quiere hablar más sobre lo acontecido en su caso. Fuentes de su entorno aseguran a EL ESPAÑOL que “él dice que el tiempo que estuvo en El País estuvo bien y que no quiere darle más vueltas”. “Igual que un día le llamaron para colaborar -añaden-, un día le han llamado para que dejase de colaborar, eso es lo que opina”. Eso sí, Aguilar ha reconocido, nuevamente en declaraciones al New York Times, cómo se habían desencadenado los hechos.
Pere Rusiñol destaca que “es paradójico, es el colmo del sarcasmo que echen a Miguel Ángel Aguilar, un clásico, por hablar con el New York Times cuando precisamente el New York Times era la referencia para nosotros en El País, era el que ponían como ejemplo a imitar y era el que Antonio Caño decía que quería hacer cuando llegó a la dirección”. “Lo sucedido es una muestra más del deplorable estado en que está este periódico”, agrega.
Fuentes de la redacción que prefieren guardar el anonimato afirman que “la idea generalizada es que lo sucedido con Miguel Ángel Aguilar da una idea del nivel de infantilismo que nos dirige, porque se trata de una pataleta de niño”. “Lo de Aguilar es una chiquillada del director -añaden-, que vive obsesionado con los medios digitales, pero no se da cuenta de que es él quien los alimenta”. “El ERE influyó mucho en esta situación, pero la nueva dirección ha influido tanto o más que aquello”, sostienen.
Guerra con 'The New York Times'
En las últimas horas, el enfado de la dirección de El País con The New York Times se ha recrudecido. Hasta el punto de que este mismo jueves el diario de Prisa ha publicado una información crítica con el Times y después ha trascendido que la dirección del rotativo de Prisa ha decidido romper “de forma definitiva” su alianza con el periódico norteamericano. Así, el periódico que preside Cebrián y dirige Caño no publicará más un suplemento de doce páginas con artículos del Times que llevaba publicando desde 2004.
Los editores de grupos como Vocento y Unidad Editorial han salido al rescate del grupo Prisa mediante un comunicado
La batalla entre ambos periódicos ha trascendido más allá de sus redacciones. Y los grandes editores de Vocento y Unidad Editorial han salido al rescate del grupo Prisa. Así, este jueves la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) ha defendido la libertad de prensa en España frente a al artículo del New York Times. "La publicación de numerosos escándalos y corrupciones frente a los poderosos junto con la cada vez mayor pluralidad informativa son ejemplos de la buena salud de la prensa", ha destacado la asociación en un comunicado.
Los principales editores han pedido al diario americano que "contraste adecuadamente las fuentes antes de publicar" y han asegurado que el citado artículo no describe la realidad de nuestro país y "hace una caricatura de la realidad informativa". Además, la AEDE considera el artículo "desafortunado y lleno de convencionalismos sin contrastar", algo, a su juicio, "particularmente sorprendente en un medio de tanto prestigio". En estos momentos, el presidente de la AEDE es José Luis Saínz, consejero delegado de Prisa.