Si hay dos vidas paralelas en la primera semana del Parlament, si hay dos estrellas emergentes, son dos mujeres: Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos, y Anna Gabriel, portavoz de la CUP. Gabriel tiene 41 años; Arrimadas, 34. Se parecen poco, como sus partidos: Arrimadas es más política y Gabriel viene del activismo. La cuenta de Twitter de Arrimadas es un reguero de elogios y actos de su partido; la de Gabriel es una lista de luchas sindicales, feministas que van más allá de la CUP.
Un repaso a sus papeles y orígenes puede servir para entender mejor la agitada vida política catalana. Ya lo dijo Plutarco en su clásico: “A veces una broma, una anécdota, un momento insignificante, nos pinta mejor a un hombre ilustre, que las mayores proezas o las batallas más sangrientas”. Plutarco hablaba de “hombre” porque en su época lo pedía.
Unos orígenes andaluces
Inés Arrimadas nació en Jerez. Sus padres eran de Salamanca y habían vivido en Barcelona. Gabriel nació en Sallent, un pueblo minero a una hora de Barcelona.
La familia de Arrimadas era de orden. Un primo de su padre fue gobernador civil en Cuenca y Albacete en pleno franquismo. Su padre, Rufino Arrimadas, fue policía en Barcelona antes de la transición. Ya en Jerez, fue cuatro años concejal por UCD. Dejó la política para ser solo procurador en 1981, año en que nació Inés.
El bisabuelo materno de Gabriel quemó su dinero en la plaza de Sallent porque creía que había llegado el comunismo libertario al pueblo y que los billetes ya no iban a servir. Pero duró solo tres días. Su padre llegó con una migración minera desde Riotinto (Huelva) a Sallent. Su madre era del PSUC, el partido comunista catalán que fue la tercera fuerza catalana en las elecciones de 1980. “En mi familia ha habido trabajadores, militantes sindicales, políticos muy de base y muchos analfabetos”, dice Gabriel. Sus orígenes son sobre todo anarquistas.
Dos estudiantes de Derecho
Arrimadas fue a colegios religiosos concertados en Jerez y Gabriel, a la escuela pública en Sallent. Luego las dos estudiaron Derecho, pero aquí vuelven las diferencias. Arrimadas hizo una doble licenciatura con Administración y Dirección de Empresas mientras que Gabriel se diplomó en Educación Social.
Una militancia distinta
Gabriel empieza mucho antes a militar: a los 16 años pertenecía a la Plataforma Antifeixista y desde 2002 milita en la CUP. Al año siguiente se presenta a las municipales en Sallent: “El origen fue una charla informal, una tarde de sábado, tomando un café en el bar del pueblo”. Las elecciones se acercaban y querían sacudir el pueblo. Se organizaron con una motivación básica: acabar con el dominio de CiU. Lo consiguieron de la mano de ERC y el PSC. Pero la lucha contra la mina y el daño ecológico que causaba en el entorno iba a ser un rival mayor.
La llegada de Arrimadas a la política fue de rebote. Trabajaba de consultora en la empresa D’Aleph en Barcelona y una compañera en otoño de 2010 la animó a ir al Teatro Romea a ver un acto de Ciudadanos. Arrimadas quedó encandilada por el mensaje. Se lió en las juventudes del partido, empezó a ir a tertulias, los asesores de Rivera la vieron y dos años después iba en las listas al Parlament.
La música es simbólica
Gabriel es anticapitalista “por sentido común”, recomienda leer libros de Lévinas y Hannah Arendt, está afiliada a la CGT, su hito histórico son las colectivizaciones de 1936 y su canción preferida es Hijos del pueblo que empieza así: “Hijo del pueblo, te oprimen cadenas, y esa injusticia no puede seguir; si tu existencia es un mundo de penas antes que esclavo prefiere morir”.
Los gustos de Arrimadas son más suaves y eclécticos: el rock de Led Zeppelin, los libros de Kafka o la película El club de los poetas muertos.
Llega la fama
Los debates en la campaña -Anna Gabriel participó en uno- y la larga semana de intervenciones en el Parlament han destacado su importancia. Arrimadas habla más a menudo. Gabriel pertenece a un partido asambleario que intercambia el micro entre sus representantes. Antonio Baños y ella aparecen más, pero no son los únicos.
Arrimadas y Gabriel hablan bien. Gabriel suele leer, pero se nota que es profesora y está acostumbrada a vocalizar. Arrimadas no coge un papel, ha practicado y le gusta la tarima. Sus buenas maneras le permiten subir el tono sin que quede mal.
El rifirrafe más nítido de Gabriel en el Parlament fue con Xavier García Albiol, del PP. El popular recordaba a los emigrantes del resto de España que habían ido a Cataluña y trabajado 14 horas diarias. Gabriel, cuando tomó la palabra, le respondió con un dedo amenazante: “Lo sabemos [que vinieron y trabajaron tanto], somos sus hijos y sus nietas, y no hable en su nombre”.
Pero el gran rival de las dos es Artur Mas. “Yo también quiero independizarme de la corrupción, pero de la de aquí y de la de allí”, le dijo Arrimadas. Gabriel y su partido siguen viviendo bajo la presión para investir a Mas. Su lucha viene de lejos. En 2012, Mas visitó Sallent “con un despliegue policial nunca visto”, dice Gabriel, “salpimentado con un trato humillante a los vecinos”. Los Mossos intentaron que el entonces concejal de la CUP, Albert Junyent, no entrara en la recepción. Mas fue a darle la mano y Junyent se negó, según Gabriel, porque “recortaba en educación y en hospitales”. Mas le respondió que era “un maleducado”. La opinión de Mas sobre el partido habrá cambiado poco.
Dos arquetipos
A pesar de que el siglo XXI está lejos de Plutarco, la imagen de las mujeres sigue tratándose diferente. Arrimadas ha tenido que responder sobre si su belleza es importante y dónde se compra la ropa -siempre se la compra ella, pero ahora la ayudan.
Gabriel ha visto discursos elaborados sobre su flequillo y sus camisetas con mensaje encima de camisetas de manga larga. La larga marcha de Gabriel está llena de deseos que van más allá de la política: “Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones y por eso militamos desde hace tantos años en solitario y recibiendo muchas hostias” y que quieren “cambiar cosas de raíz y por eso nos llaman radicales”.
Ese camino entre la incomprensión de muchos ciudadanos por su lucha y su convicción de que solo ese camino es el verdadero es el arquetipo de la CUP. Ciudadanos está a otra cosa: su reforma es de regeneración, de enfoque. “Con 34 años tengo más experiencia en la empresa privada que usted”, le dijo Arrimadas a Mas. No sería una virtud para los corazones radicales de la CUP. Pero, desde los orígenes distintos de sus vidas paralelas, Arrimadas y Gabriel están ahí para marcar la legislatura.