Para José Manuel García-Margallo fue un error "perfectamente explicable" el que durante unas horas este domingo sumió en la angustia a dos familias españolas. El ministro de Asuntos Exteriores atribuyó a las autoridades francesas la responsabilidad de que el pontevedrés Alberto Pardo Touceda y el madrileño Jorge Alonso de Celada fueran dado por muertos cuando en realidad estaban vivos.
Según el ministro, la embajada y el consulado en París contrastaron la información hasta tres veces con la Policía francesa. El equívoco, según Margallo, se debió a un DNI perdido en el caso Pardo y a que Alonso “no dio señales de vida”.
Lo que no explicó Margallo es que esas horas angustiosas se podían haber evitado si se hubiera seguido el protocolo establecido por Exteriores en estos casos: contactar a la familia, informarle de los fallecimientos y pedirle permiso para desvelar los nombres de los familiares.
El primer teletipo de la agencia Efe, fechado en París a las 11.12 de la mañana del domingo, atribuye a “fuentes diplomáticas” el nombre de los dos supuestos fallecidos. A esa hora, los padres de Alberto- Laureano Pardo y Pilar Touceda, ambos en Pontevedra- estaban convencidos de que su hijo estaba sano y salvo en Estrasburgo, como era el caso.
Según publica Manuel Jabois en El País, “una familiar” de Pilar Touceda oyó “en los medios de comunicación” el nombre del supuesto fallecido. Le preguntó a la madre por el hijo y ésta contestó que estaba “bien”. Poco después llegó la policía a la casa para informar de la falsa muerte del mismo.
DOS CORREOS Y UN PASEO
En el caso de Jorge Alonso de Celada, si el domingo Exteriores hubiera informado a la familia antes de dar el nombre, el hijo de éste- Guillermo Alonso- les habría dicho que tenía dos correos electrónicos de su padre confirmando el sábado por la tarde que también estaba vivo y disfrutando de París “que es muy grande”. O que había salido del hotel en el que se hospedó en París para dar un largo paseo por la ciudad doce minutos después del fatídico teletipo de la agencia Efe en el que se informaba de su muerte.
A media tarde, cuando el propio Alberto Pardo informó a través de Facebook de que estaba vivo, cundió la zozobra en la Administración española. Al mismo tiempo, se sabía ya que Jorge Alonso estaba de paseo y que tarde o temprano acabaría volviendo a su hotel, donde le esperaba un policía para informarle de la metedura de pata.
Por eso tuvo que ser el propio Mariano Rajoy el que salió, a las 7 de la tarde del domingo, unas ocho horas después del comienzo del fiasco, para parar la bola de nieve iniciada por los desbordadas autoridades de Francia pero magnificada por la premura informativa de la Embajada de España en París.
Desde Turquía, el presidente del Gobierno informó de que solo “en disposición” de confirmar la muerte de Juan Alberto González Garrido. Desgraciadamente, en el caso del granadino de 29 años sí se cumplió el protocolo.