Artur Mas y Mariano Rajoy tienen más cosas el común de las que a ambos les gustaría. Los dos presidentes están en funciones, los dos quieren volver a revalidar sus puestos y ninguno de los dos cuenta con los apoyos que necesitan para conseguirlo. Al presidente del Gobierno en funciones le avala que su candidatura fue la lista más votada y le respalda un partido, no una gran coalición como la de Junts Pel Sí en la que se amparó el presidente de la Generalitat en funciones, incapaz siquiera de encabezar la gran coalición independentista. Pese a que les separan grandes diferencias, Mariano Rajoy se mira amargamente estos días en el espejo de Artur Mas: el president quiere volver a ser president a toda costa y le han dejado compuesto y sin cargo.
Si finalmente Convergència no presenta en el último momento un candidato alternativo, Cataluña volverá a celebrar elecciones autonómicas en marzo. El panorama a nivel nacional se antoja muy parecido: Mariano Rajoy no es capaz de atraer el número de aliados que necesita para ser investido presidente en las próximas semanas y el escenario de nuevas elecciones retumba en la cabeza de todos.
1. Rajoy quiere ser presidente a toda costa
Como Artur Mas, Mariano Rajoy quiere ser presidente aunque para ello tenga que pedir el apoyo de fuerzas antagónicas y adversarias al Partido Popular. El presidente del PP sigue luchando para que Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE que le llamó “indecente” en la cara en el debate que protagonizaron en la campaña electoral de diciembre, se abstenga en la votación de su investidura. El “hasta aquí hemos llegado” que Rajoy le contestó muy digno se ha olvidado ya en Génova, el cuartel general de los populares, donde confían en que el PSOE recapacite y finalmente deje a Rajoy volver a ser presidente.
2. El PP tampoco propondrá otro candidato
Para el PP, una de las líneas rojas innegociables es que “Mariano Rajoy tiene que ser el presidente del Gobierno”. Ni Soraya Sáenz de Santamaría ni ningún otro popular bien visto por sus adversarios. Convergència tampoco ha cedido ni un ápice a las súplicas de la CUP, el partido anticapitalista al que le servía cualquier candidato excepto Artur Mas.
3. Ofrecer lo imposible
Para conseguir su objetivo, Mariano Rajoy está dispuesto a ofrecer lo que sea. Así como Artur Mas llegó a lanzar a la CUP una “limosna social” para la pobreza de 270 millones, el PP estaría dispuesto a ofrecer al PSOE la Presidencia del Congreso a cambio de su abstención en la investidura de Rajoy. Dicha oferta no es oficial, de hecho, el Gobierno la desmiente, pero de ser cierta sería una oferta engañosa.
El 13 de enero se constituye el Congreso. Ese día se elegirá tanto a los miembros de la Mesa de la Cámara como a su presidente, que se elige en votación secreta. Será elegido el que obtenga la mayoría absoluta, así que con el reparto de escaños actual, es imprescindible un acuerdo previo para que la balanza se mueva hacia un lado o hacia el contrario. Si no se consigue, se hará una segunda votación entre los dos nombres que más votos hubieran obtenido en la primera vuelta.
4. Renunciar a medidas estrella
Para el PP todo es negociable, salvo la unidad de España. Para Artur Mas todo era negociable salvo la independencia de Cataluña. Por eso, en Génova estarían dispuestos a cambiar la reforma laboral para que el PSOE se replantease su postura inicial de no dejar que Rajoy sea presidente. En el programa de los socialistas, una de las banderas ha sido precisamente suprimir la reforma laboral que puso en marca el Ejecutivo de Rajoy. Si el PP cede primero, sería visto con buenos ojos por una parte de los socialistas que reprochan a Pablo Iglesias su dureza a la hora de negociar un pacto de izquierdas. El líder de Podemos insiste en que un referéndum en Cataluña es una línea roja a la que no van a renunciar, imposible de acatar para los de Ferraz.
5. El PSOE votará 'no' a Mariano Rajoy
Como la CUP con Artur Mas, el PSOE votará no a la investidura de Rajoy por mucho que el PP le ofrezca. En la cabeza de ningún socialista está la idea de que gobierne la derecha, aunque el coste sea convocar unas nuevas elecciones en las que quienes más tienen que perder son ellos mismos. Sin embargo, la gran coalición que proponen los conservadores con la excusa de la estabilidad el país no sirve para justificarse ante el electorado de la izquierda, que preferiría un frente común con Podemos -si renunciase al referéndum- que el pacto con la derecha.
6. Las cuentas no salen
Las calculadoras están echando humo pero las cuentas no salieron ni el 27S ni el 20D. Artur Mas no ha conseguido convencer a los 10 diputados de la CUP que necesitaba para que, con los 62 escaños de Junts Pel Sí, pudiera revalidar su cargo. Mariano Rajoy teme que le pase lo mismo: los 123 sillones son insuficientes incluso con los 40 diputados del grupo de Albert Rivera. El PP está lejos de los 176 escaños que representa la mayoría absoluta necesaria y que el PSOE se abstenga sería un milagro.
7. Ser otra vez candidato
No hay dos sin tres y tanto Artur Mas como Mariano Rajoy volverán a medir sus fuerzas en las urnas cuando se convoquen elecciones. El presidente del Gobierno en funciones lo dijo el día de la resaca electoral, tras el Comité Ejecutivo Nacional al que acudió por sorpresa José María Aznar. El expresidente del Gobierno fue para pedir un congreso en el que se eligiera un nuevo líder; Mariano Rajoy sacó pecho y anunció que se volverá a presentar para seguir dirigiendo el partido.
Además, si finalmente el PP no consigue la abstención del PSOE para la investidura de Mariano Rajoy, será él quien encabece la lista electoral por Madrid de nuevo. Como Artur Mas, el líder del PP se enroca en su puesto y volverá a ser candidato en unos nuevos comicios que, de celebrarse, serán en primavera.
8. Consternación y mutismo a su alrededor
En privado, siempre en privado, tanto en Convergència como en el Partido Popular hay voces que señalan a los líderes como los responsables del desastre y entienden que, si se apartaran a un lado, las cosas irían mejor. Hay quien habla de “consternación” por los malos resultados, los peores desde 1989, pero en público nadie les rechista.
Con sus colaboradores más próximos, Mariano Rajoy saca pecho de que en el Comité Ejecutivo Nacional solo “los de siempre” -Aznar y Esperanza Aguirre- pidiesen autocrítica por los 63 escaños perdidos. Ni un solo barón se ha revuelto y ha pedido explicaciones a su líder. Todos miran hacia el PSOE y le tildan de irresponsable por no acceder a la investidura de Rajoy, como ha hecho Convergència con la CUP, señalarla como la culpable de convocar nuevas elecciones al no acceder a que Artur Mas sea presidente de Cataluña.