La revolución interna que atraviesa el PSOE desde que el 20D apenas se hicieran con 90 escaños no ha traspasado el umbral del Partido Popular, donde sus 800.000 militantes de base miran atónitos hacia sus dirigentes, impasibles ante los malos resultados cosechados -63 escaños menos que en 2011-. Mariano Rajoy ha pedido a todos sus colaboradores que continúen con sus respectivas actividades para dar sensación de normalidad ante la larga interinidad de su Ejecutivo en funciones y culpan al PSOE de no permitir un gran pacto de Estado que dé estabilidad al país. Las críticas, para los demás. Mientras, en privado, crece el escepticismo en el seno del partido ante la “pasividad” de Mariano Rajoy y su “incapacidad” de convencer a nadie para conseguir su investidura como presidente: “La primera sorpresa se la van a llevar con la Presidencia de la Mesa, que van a votar en contra del PP”, reflexionan con EL ESPAÑOL fuentes del partido.
Las reglas internas del PP no favorecen una revolución en contra del candidato que ha obtenido el peor resultado electoral desde 1989. De hecho, el único que ha pedido de forma urgente celebrar un congreso para elegir un nuevo líder ha sido José María Aznar, que acudió al Comité Ejecutivo Nacional que los conservadores celebraron al día siguiente del 20D. Nadie le secundó. De hecho, la respuesta de Mariano Rajoy fue anunciar que el congreso se celebrará cuando toque y que él se presentará a la reelección. “Era su manera de frenar una rebelión interna que si se abriera en estos momentos podría ser letal para él, sobre todo si no consigue formar gobierno”, apuntan fuentes internas del partido.
Pedro Sánchez está obsesionado con que se escenifique el fracaso de Mariano Rajoy en la formación de Gobierno para, acto seguido, intentar liderar él un gran pacto de izquierdas. “Y va camino de lograrlo, a ver qué pasa luego” con el líder conservador. Las mismas fuentes coinciden en que Mariano Rajoy “actúa dando la sensación de que no ha perdido poder. Se dedica a decir que ha sido la lista más votada y con eso se queda, sin hacer autocrítica para ver en qué hemos fallado y cómo podemos volver a conectar con el electorado perdido”.
De momento, en el PP prevén que el período de interinidad en el que está sumergido el Gobierno en funciones será largo y el próximo presidente del Ejecutivo tardará en ser investido. Las órdenes que Mariano Rajoy ha dado a los suyos en el último Comité de Dirección que se celebró la víspera de Reyes es que todos trabajen, se convoquen reuniones internas y se gestionen todos los asuntos que se puedan para dar la sensación de normalidad y de que el Ejecutivo no está parado. “Mientras el PSOE se divide entre los afines a Pedro Sánchez y los que piden a Susana Díaz que dé el paso al frente, el líder del PP quiere intentar venderse como el único capaz de seguir dirigiendo el timón de un país ingobernable”.
Unas elecciones anticipadas
En el fondo, los populares confían en que el PSOE se abstenga in extremis en la sesión de investidura donde se elegirá al presidente y dejen gobernar al PP. “Los socialistas no pueden liderar un gran pacto de izquierdas porque solo con Podemos no les da. Nos harán sufrir, pero al final recapacitarán”, reflexionan. Sea como fuere, si finalmente la situación se enquista y hay que convocar unas nuevas elecciones, los conservadores creen que es un escenario que les beneficia. “Nosotros tenemos la mano tendida desde el primer día. Si no se llega a un acuerdo es porque los socialistas no han querido. Así lo venderemos en la calle en el momento que se disuelvan las Cortes. El votante ha visto que Ciudadanos no es un voto útil, así que el electorado de la derecha volverá al PP para recuperar la estabilidad que tanto se añora ahora”, confían.
La aparente paz con la que Mariano Rajoy vive las semanas posteriores al 20D se debe también a que las voces más críticas de su gestión están ya fuera del partido: a la de Aznar se suma la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, que un mes antes de celebrarse las elecciones anunció que no quería repetir como diputada a través de una carta pública en la que acusó a Rajoy de despreciar la política y de todos los males que sufre el partido desde hace cuatro años. Un año antes fue Santiago Abascal, que después fundó Vox, quien se dio de baja del PP acusando a su líder de “traicionar” sus ideas. Mucho tiempo atrás, fue la presidenta del PP vasco, María San Gil, la primera en hacer públicas sus diferencias con Mariano Rajoy tras el triunfo de José Luis Rodríguez Zapatero. Hay otras figuras dentro del partido, “los de siempre”, según el entorno de Rajoy, como Aznar y Esperanza Aguirre, todavía presidenta del PP en Madrid, que también se revuelven tras la debacle electoral.
La economía, un punto a su favor
Mariano Rajoy cuenta con otro as bajo la manga que le permite vivir este período de interinidad con cierta tranquilidad. “La economía está más o menos estable. El paro sigue bajando y se va creando empleo”. Además, la deriva independentista en Cataluña está más o menos controlada con la no investidura de Artur Mas. Los conservadores se preparan para unas nuevas elecciones que se celebrarían en primavera y entonces el mensaje cambiará. “Entonces el PP venderá que viene el frente popular, el que ha boicoteado que la lista más votada pueda formar gobierno”.