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La declaración de Montserrat González fue el plato fuerte de la primera audiencia pública del juicio por el asesinato de Isabel Carrasco, que se celebra desde este martes en la Audiencia Provincial de León.
El fiscal y los letrados de las acusaciones querían interrogar a la mujer que confesó el crimen unas horas después de abatir a tiros a la presidenta de la Diputación. Pero González ha ejercido su derecho a responder sólo a las preguntas del letrado José Ramón García, que la representa a ella y a su hija Triana, con la que llegó unos minutos después de las nueve de la mañana en un furgón policial.
Dentro la esperaban los nueve miembros del jurado que decidirán sobre su futuro y sobre el de la policía municipal Raquel Gago. El fiscal pide la misma pena para las tres: 20 años por asesinato en concurso ideal con atentado y otros tres por tenencia ilícita de armas. La acusada rompió a llorar en varias ocasiones durante su declaración.
A continuación incluyo los pasajes más interesantes de sus palabras. Antes de cada fragmento añado en cursiva detalles de contexto que ayudan a comprender su declaración.
1. La relación con su hija
El marido de Montserrat era policía y ejercía desde hace años como inspector jefe de Astorga, una de las poblaciones con más habitantes de la provincia de León. Triana era la única hija del matrimonio y la madre tenía una relación especial con ella por sus problemas de espalda, que requerían de cuidados que explicó ante el juez.
“Mi hija sufría escoliosis. Estaba pendiente de ella siempre. Iba a nadar y tenía que quitarle el corsé todos los días. Cuando se duchaba o iba al baño. Tenía que estar siempre con ella porque mi marido trabajaba. Ella estudió ingeniería de telecomunicaciones en Santander y estuvo un año en Alemania haciendo el proyecto”.
2. Así colocan a Triana
La hija de la autora confesa del crimen entró a trabajar en la Diputación de León en el verano de 2007. Su madre explica que no la contrató Carrasco sino su predecesor Javier García-Prieto, que fue presidente de la institución entre 2003 y 2007. Aquí explica cómo entró Triana en el PP y cómo algunos de sus líderes la enchufaron en la Diputación.
“Primero se afilió al Partido Popular. Tenía un amigo, Gaspar, que es el dueño del hotel Gaudí de Astorga y es íntimo amigo de [Juan Vicente] Herrera [presidente de la Junta de Castilla y León]. Para entrar en el partido la apadrinaron Gaspar y Javier García-Prieto [presidente de la Diputación de León entre 2003 y 2007]. Le preguntaron qué estudios tenía y les dijo que era ingeniera y que ya la llamarían si tenían algún trabajo para ella.
Esto ocurrió en el año 2006. La llamaron para hacer un presupuesto sin estar [empleada] en la Diputación. Les gustó lo que había hecho y le dijeron que iban a crear una plaza de ingeniera de telecomunicaciones para ella. No entró como interina hasta junio de 2007. Le hicieron un examen pero le dijeron que la plaza era para ella [el examen era sólo para 'vestir el santo', dice el abogado, que añade que esto era una práctica habitual en la institución].
Al entrar en la Diputación solicitó la posibilidad de hacer trabajos para otras empresas. Entonces estaba aún el presidente anterior, Javier García Prieto. Enseguida entró la Carrasco y le dijeron que era muy mala y que iba a tener problemas. Pero ella estaba a gusto con ella y se llevaban bien. Le decían que era raro porque todo el equipo anterior se llevaba muy mal con ella y con ella se llevaba muy bien.
Le surgió un problema con un coche que había comprado en Alemania. Una multa de Hacienda. Tenía que pagar me parece que 2.000 euros. [Isabel Carrasco] dijo que se lo iba a solucionar y se lo solucionó”.
3. Enchufes y acoso sexual
Tanto Montserrat como su hija aseguran que Carrasco intentó mantener relaciones sexuales en su apartamento con Triana una tarde de enero de 2010. Ninguna de las dos recuerdan en qué día ocurrieron los hechos y sólo los contaron después de que asumiera su defensa su abogado actual.
La madre explica aquí lo que ocurrió durante ese año, en el que su hija esperaba que la presidenta amañara una oposición para darle una plaza fija en la Diputación.
“Estuvieron dos años bien y en enero de 2010 la llamó un día a su casa para que le solucionara un problema con el móvil. Mi hija me contó que había intentado tener relaciones sexuales con ella. Me dijo que salió corriendo. Un mes antes habían convocado las oposiciones que le habrían permitido tener la plaza en propiedad. [Al principio] dijeron que ella misma podría elegir a los miembros del tribunal. Luego los cambiaron. En las oposiciones de la Diputación las preguntas se las daban a todos. Un empresario amigo de Triana le llamó y le dijo que le llamara porque le daría las preguntas. Triana le dejó un mensaje pero no le contestó.
Isabel le llamaba todas las tardes. Después del incidente, ya no la llamó. Aun así Triana pensaba estaba confiada en que la plaza se la iban a dar a ella. Aprobó el examen uno solo: el enchufado de ella. Era de Burgos. Hizo el primer examen y en el segundo Triana fue como espectadora y lo grabó todo con el móvil. El chico aprobó. Llegó un día, pidió una excedencia y se marchó. La presidenta eliminó la plaza para que ella no pudiera volver”.
4. El acoso a la hija
La defensa asegura que 2010 fue el inicio de una persecución que sólo terminó con la muerte de Carrasco y que se desarrolló en varios ámbitos: hubo inspecciones fiscales, pleitos judiciales y facturas sin pagar.
“Mi hija perdió 25 kilos [cuando ocurrió todo esto]. Fue una persecución increíble. Empezó con lo de Hacienda. A ella la declaración le salía a la devolver y luego le tocaba pagar. Al final le dieron la razón pero el acoso de Hacienda era continuo.
Estuvo trabajando para una empresa y tenían que pagarle como 5.000 euros. Ella era consejera en Caja España [propietaria de la empresa] y dio orden de no pagar. Mi hija sólo cobra cuando Isabel Carrasco ya se había ido [de Caja España].
Luego le reclamaron 12.000 euros desde la Diputación [por no tener dedicación exclusiva]. Le dijeron que había que pagarlo en el acto. Perdió el juicio [Carrasco] y me dijeron que escucharon los gritos en todo el palacio de la Diputación. Volvió a recurrir y volvió de nuevo a perder. Entonces ya estábamos en prisión”.
5. Triana no encuentra empleo
Montserrat González asegura que Carrasco se las arregló para que su hija no encontrara trabajo en ningún lugar de la provincia ni de Castilla y León. En sus declaraciones anteriores puso ejemplos de varias empresas concretas: HP, Telefónica o Adams, una tienda de ropa en el centro de León.
Según la autora confesa del crimen, la promesa más llamativa fue la de nombrar a su hija directora general de telecomunicaciones del Gobierno regional de Castilla y León. Esa dirección general dependía de Antonio Silván, entonces consejero de Fomento y desde hace unos meses alcalde de León.
“Al dejar la Diputación, le ofrecieron varios trabajos. Le decían que le iban a ayudar y al final luego nada. Detrás estaba ella porque muchos lo decían. Cuando salió lo de ser directora general en Valladolid, le dijeron que era para ella. Se lo dijo gente del PP que quería ayudarla. En el periódico salieron todos los directores generales de todas las consejerías menos ésa. Al final nombraron a otra chica que no era Triana. Estoy convencida de que fue ella [Carrasco quien presionó] porque llamaba a sus amigos de la Diputación y de Valladolid para que no quedaran con ella.
¿Por qué tenía que irse [mi hija] de León? Mi hija estaba muy mal. Sentí miedo por ella de que hiciera algo. Cuando vivíamos en Gijón, una amiga de ella, Yoli, de la depresión se tiró al tren. Los hijos de los policías uno también se pegó un tiro con la pistola de su padre. La hija de otra compañera de mi marido se tiró por la ventana. No quería que a mi hija le pasara lo mismo.
Fue mi marido [que vivía en Astorga, a media hora en coche] quien me dijo que me fuera a vivir con Triana cuando empezaron sus problemas. Los fines de semana me iba a Astorga porque Triana se quedaba con un amigo. Los domingos íbamos todos a comer a casa de mi madre [en el pueblo de Carrizo de la Ribera, entre Astorga y León].
Mi hija estaba con ese amigo, con esa persona. Esa persona no se podía decir. Ellos solían quedar el viernes o el sábado. Por eso yo me iba a Astorga. Porque sabía que no le iba a pasar nada. [el marido de Montserrat no sabía quién era esa persona]".
6. ¿Fue el detonante Rajoy?
El PP de León celebró su congreso en junio de 2012. Unos días antes, algunos de los dirigentes más influyentes de la provincia se reunieron en la ciudad de Astorga, a una media hora de León. El motivo era conspirar contra Isabel Carrasco, que ejercía la presidencia provincial desde 2004 y a la que se proponían desalojar.
Montserrat y su hija conocían esa reunión y llegaron a pensar que la caída de su enemiga era posible. La presunta asesina explica aquí cómo Mariano Rajoy se negó a apartar a Carrasco y cómo fue entonces cuando ella decidió pasar a la acción.
“Había un congreso del PP en junio de 2012 y hubo una reunión en Astorga a la que se fueron todos: [el ex alcalde Juan] Morano, [el actual presidente de la Diputación Juan Martínez] Majo, [el alcalde de Ponferrada Carlos López] Riesco y [quien hoy es alcalde de León Antonio] Silván. Salió en el periódico y todo.
Se fueron a Madrid Silván, Morano y Riesco para decirle a Rajoy que querían poner de presidente del PP de León a García-Prieto y Rajoy les dijo que iba a ser ella. Cuando vi que Rajoy no dejaba que saliera García-Prieto, decidí que la iba a montar. Iba a seguir haciéndole la vida imposible y decidí matarla".
7. Cómo compró el arma
Montserrat y su esposo policía tenían un apartamento en Gijón al que iban a menudo. Allí fue donde la madre de Triana consiguió el arma del crimen. Se la dio un hostelero con antecedentes penales cuyo cadáver apareció unos meses después en su bar en avanzado estado de descomposición. La autora del crimen cuenta aquí cómo compró el revólver y cómo aprendió a disparar.
“El arma la compré en Gijón en las Navidades de 2012 porque conocía allí en un mercadillo a una que andaba con todo. Entonces fuimos allí a saber el precio. Luego volví sola [a ver a Armando, quien le vende el arma] y me explicó cómo funcionaba. Fuimos a las afueras. Metió las balas y disparó. Tampoco era tan difícil. Disparó él y yo también. Me regaló también una navaja. Me costó 1.200 euros.
Teníamos un piso en Gijón e íbamos en Navidades y muchos fines de semana. Las armas las guardé en la habitación donde estaba en León. Ella no entraba allí. Yo era la que limpiaba y la que hacía todo. No tenía por qué ir a mirarme los bolsos y las cosas. Triana nunca supo que yo tenía un arma. No quería por si ella se pegaba un tiro. La munición que aparició en esa casa era de algún traslado. No tenía nada que ver.
Estaba viendo una peli y me di cuenta de que algunas pistolas tenían silenciador. Por eso lo busqué a ver si podía comprarlo. No fui a ningún sitio [a entrenarme]”.
8. Así fueron los seguimientos
El fiscal argumenta que el crimen fue el fruto de un plan urdido por las tres acusadas: Montserrat, su hija y su amiga Raquel Gago. La autora hizo lo posible este martes por desmentir esta versión y presentar el crimen como un proyecto personal. Aun así se le escapó un detalle que podría complicar el horizonte penal de su hija: que al menos un día le dijo que quería matar a la presidenta de la Diputación.
“Le dije a mi hija en julio de 2012 que mirara armas. Ella estaba muy mal y lo dejamos. Pero más adelante después del verano volví a mirar. Le dije que lo anotara todo. En Astorga tenía un ordenador. Pero cuando fui a León cogí uno que no usaba: el viejo. Lo tenía casi siempre encendido para bajar películas y cosas.
Primero no me dijo nada pero después me dijo que no se me ocurriera. Que no era solución y eso.
Yo salía mucho a caminar a ver si me encontraba a Isabel Carrasco. Un día estaba por allí y bajó a verme la vecina. Me dijo que qué hacía allí. No llevaba siempre el arma. La vi una vez saliendo de [la cafetería] La Alborada pero no llevaba el arma. Si ese día la hubiera llevado, la habría matado. Ese día mi hija estaba en casa. A mi hija no la necesitaba para nada. ¿Cómo iba a hacer eso? ¡Meterla en un problema!”.
9. El día del crimen
Montserrat asegura que su hija no sabía que aquel día llevaba el revólver en el bolso y que tampoco le dijo nada a Raquel Gago, que estuvo ese día en su casa tomando café. Dice que no creía que fuera a matar ese día a Carrasco y que sólo lo hizo porque se le presentó la oportunidad.
“Ese día después de comer llegó Raquel [Gago] para tomar un café con Triana. Yo estaba en el salón y ellas en la cocina. Sólo la saludé desde la puerta. Raquel se fue. Teníamos que ir a Carrizo a coger un vestido y una chaqueta. Por León íbamos andando. El coche sólo lo llevábamos cuando íbamos a Carrizo [donde vivía la abuela de Triana].
Yo tenía problemas de espalda. Mi hija sabía que yo tenía que andar por mis problemas de espalda. Una amiga de mi hija me dijo que para los problemas de espalda le iba muy bien la marihuana. No era una plantación [lo que tenía en Carrizo]. Eran cuatro. Sólo yo la tomaba. Triana no fuma. En mi vida he vendido marihuana. ¡Era lo que me faltaba!
[El 12 de mayo de 2014] íbamos a salir más tarde porque la semana siguiente era mi cumpleaños y Triana quería hacerme un regalo. Yo me fui andando por zonas donde podía estar ella”.
10. Dónde vio a Isabel
En este punto difieren la versión del fiscal y la de la defensa. El ministerio público piensa que Montserrat telefoneó a su hija justo después de matar a Carrasco. La autora del crimen, en cambio, asegura que la llamó cuando la vio para advertirle que la iba a matar. El matiz es muy relevante porque demostraría que Triana no formaba parte de la conspiración.
“Cuando la veo, estaba enfrente del ambulatorio [en el paseo de la Condesa, donde vivía Carrasco]. Yo estaba en [la cafetería] La Alborada. Iba sola, llevaba el arma y entonces llamé a mi hija para decirle que se fuera para el coche porque iba a matarla. Ella me vio en plan nervioso y me dijo a ver qué pasaba. Le dije: ‘Veo a la Carrasco y se va a cagar’. Me dijo que no hiciera nada y que venía para mí.
Yo cruzo después, pero más rápido. Cuando ya llego a la pasarela, venía gente. Pasaron unos señores y entonces lo hice. Le di en la espalda y después le di más pero tampoco sé dónde le di.
Yo pensaba hacerlo más pronto. Vuelvo por el mismo sitio. Atravieso enfrente de La Alborada sin paso de peatones ni semáforo. Tiro el bolso en un garaje porque ya no lo necesitaba para nada. No tenía nada mío. La navaja esa y 50 euros. Era un bolso normal. No tenía ni huellas ni nada. Entonces veo a mi hija que venía por la calle Lucas de Tuy [Madre e hija aseguran que Triana recogió el bolso con el arma porque quiso y no porque lo hubieran planeado así]”.
11. El arresto
La defensa ha solicitado la nulidad del proceso por lo que considera una irregularidad durante el arresto: la presencia de unos policías de Burgos que intentaron camelarse a la autora confesa del crimen mientras estaba detenida en la comisaría de León.
Su objetivo era averiguar dónde estaba el arma, que buscaban en vano decenas de policías en la ciudad. Su estrategia fue decirle a Montserrat que les enviaba un amigo de su esposo y adoptar un tono cercano y coloquial. Le dieron un bocadillo, la dejaron reunirse con su hija y simularon que salían de la habitación.
Sólo entonces Triana dijo que el arma la tenía una policía. Su madre asegura que ella no sabía dónde estaba: que la había arrojado a un garaje y que fue su hija quien la recogió por iniciativa propia y se la dio a Raquel. El fiscal cree que esa decisión fue el fruto de un plan meditado y por eso pide 23 años de cárcel para las tres.
“Pensaba que mi hija venía detrás de mí y yo me quedé allí esperando. La ropa la dejé en el coche [entre el asiento del conductor y el del copiloto].
Al arrestarme no me leyeron los derechos. Yo quería que llamaran a mi marido o a mi abogado pero no iba a declarar. Al día siguiente por la mañana veo a unos policías de Burgos. Me dijeron que venían de parte del jefe de Valladolid, que era amigo de mi marido. Dijeron que venían para ayudarme. Me empezaron a enseñar lo que estaban diciendo de ella. Me estuvieron leyendo todos los mensajes [ofensivos] diciendo lo que era porque como yo digo no tiene nombre.
A las tres me trajeron un bocadillo de jamón y comimos. Ellos lo que querían era saber [dónde estaba] el arma y yo les dije que la había tirado. No tenía ni idea de dónde estaba. Les dije: ‘Pues la habrá cogido alguien y no la quiere dar’.
Me dijeron que mi hija estaba detenida y estaba que no me lo podía creer. Entonces me leyeron un artículo que decía que por ser de la familia no había pena para ella ni nada.
Mi hija me dijo que qué había hecho y que había cogido el arma. Pensaba que yo había usado un arma de su padre. Le dije que cómo la había cogido. Me dijo que se la había dado a una persona. Le dije que lo dijera y me dijo que era una policía.
[La policía acusada] Raquel Gago no ha tenido nada que ver. No tenía ni idea. Coincidió ese día pero podría haber sido otro.
No estoy arrepentida. Si digo que sí, mentiría. Mi hija podría tener algún percance. Si hubiera salido presidente Javier García-Prieto, no estaríamos aquí".