“Yo en realidad no sé ni qué día nací porque me dejaron en un orfanato. No tengo estudios. Estoy viuda, sorda, mis hijos no me ayudan y ahora encima me quieren echar de casa. ¿Cómo voy a saber lo que me están haciendo?”.

Lo que le están haciendo a Anna Vilanova, de 88 años, es echarla de su casa. El Tribunal Supremo, tal y como adelantó EL ESPAÑOL, acaba de condenarla al desahucio de su piso; un inmueble del centro de Granollers en el que reside desde 1963. El fallo de la sentencia se basa en una presunta deuda de 106 euros correspondiente a la tasa de basuras del año 2011. Presunta porque ella asegura que la pagó y desde el Ayuntamiento de Granollers confirman que esta mujer no tiene nada pendiente por pagar.

¿Cuál es el problema, entonces? Tanto ella como algunos vecinos defienden otra teoría: Anna sólo paga 25,26 euros mensuales de alquiler y los propietarios quieren que abandone el inmueble porque no les resulta rentable. “En realidad me quieren echar de mi casa porque pago muy poco y no soy rentable para los propietarios”, cuenta. Su vivienda está en régimen de renta antigua, por lo que el precio es irrisorio en comparación a lo que pagan otros inquilinos. Es el caso de su vecino Roger, un joven que lleva un año viviendo en el piso de enfrente. Paga 500 euros al mes y también cree que “la cuestión de tener una renta tan baja tiene algo que ver en ese afán por echarla; estoy seguro. No es una mujer conflictiva. Es encantadora. La propietaria en cambio sí que es una persona de trato difícil”, confiesa.

EN CONFLICTO DESDE 2003

Anna se ajusta el audífono que acaban de repararle: “He ido a que me lo arreglen sólo para poder hablar con los medios de comunicación. A ver si el país se entera de lo que me están haciendo, porque es que me veo en la calle”, protesta. Cuenta que sus problemas empezaron cuando enviudó en 2003: “Si viviese mi Antonio no estaría pasando nada de esto. Con él no podían. Pero como saben que ya estoy sola y vieja, me están haciendo la vida imposible para que me vaya de mi casa. Me rompen las puertas y los tiestos de las macetas, me roban y ahora me denuncian. No van a parar hasta que lo consigan”, lamenta.

Ella culpa de este conflicto a sus vecinas de abajo, que a su vez son las propietarias del edificio. “Una de ellas es el cerebro de todo y presiona a la otra, que no está bien de la cabeza, para que me denuncie y me eche”, cuenta Anna. Se refiere a dos mujeres que residen en los dos pisos de la primera planta de este bloque de cuatro viviendas. Son Dolors y Margarida, tía y sobrina, respectivamente. Denunciaron a Anna en 2011. El motivo es que supuestamente no había pagado el recibo de la tasa de basuras de aquel ejercicio. Al parecer, lo abonaron las propias propietarias y luego le reclamaron el importe a Anna, que se negó a pagarlo. Anna sigue reivindicando su inocencia: “Yo no vivía en ese piso. No era un recibo mío. Yo los pagaba siempre en el Ayuntamiento. En el 2º-1ª residía el hijo de una de las propietarias con su novia. Se separaron y acabaron mal. Él se largó y no quiso saber nada de los recibos que llegaban. Ella también se acabó marchando y tampoco pagó. Al final, las propietarias me los endosaron a mí. Me negué a pagar pero hicieron trampas; llegaron incluso a cambiar el catastro. No sé cómo se lo montaron pero desde entonces consta que yo vivo en el 2º-1ª, cuando mi piso ha sido el 2º-2ª de toda la vida”, defiende. Y efectivamente, la sentencia del Tribunal Supremo se refiere a un impago de la tasa de basuras del inquilino del 2º-1ª, inmueble que Anna asegura no haber ocupado nunca.

Este extremo ha sido confirmado por el actual inquilino del 2º-1ª. “Ahí es donde vivo yo -explica Roger-. Mi vecina Anna vive en el 2º-2ª y creo que eso siempre ha sido así”. El juzgado de Primera Instancia que desestimó la demanda dio credibilidad a dicha versión. En la sentencia, el juez explica en su razonamiento que “el recibo de la tasa que se le reclamaba correspondía al piso 2º-1ª, ocupado por la demandante, y no al 2º-2ª, ocupado por la arrendataria demandada”. Sin embargo, la propietaria del inmueble recurrió dicha sentencia y el tribunal de Segunda Instancia le dio la razón, exponiendo que “(…) el recibo reclamado de la tasa de basura, así como los abonados de la anualidades anteriores, corresponde efectivamente al piso arrendado, no al otro como alega la demandada”.

Desde el Collegi d'Advocats de Granollers, donde llevan la defensa de Anna, han declinado hacer declaraciones sobre el caso.

NO CONSTA NINGUNA DEUDA

Anna sostiene que acabó pagando la deuda. “Fui con mi hijo al Ayuntamiento a pagar y tuve que abonar hasta el recargo”, recuerda Anna Vilanova. Esa misma versión sostienen en el Consistorio. “No nos consta que esta mujer tenga ni una sola deuda pendiente”, cuenta desde el Ayuntamiento María del Mar Sánchez, la concejal de Servicios Sociales.

Si no hay pago pendiente, ¿por qué una medida tan extrema como el desahucio? Un vecino cuenta que “la cantidad que paga esa mujer por alquiler es tan irrisoria que ni siquiera llega a los 106 euros del importe del impuesto de basuras. Si la mensualidad que pagas es menor que el impuesto que te reclaman, el demandante puede solicitar la resolución y ruptura del contrato en lugar del abono de la deuda”. Eso es lo que solicitó la propietaria del piso y el Tribunal Supremo ha acabado dándole la razón.

Anna recuerda el día en el que Dolors vino a reclamarle aquel dinero: “¿Por qué tengo que pagártelo a ti si yo siempre lo he pagado en Banesto? Le pregunté. Y me contestó que si no le pagaba lo que me pedía, no me cobraría el alquiler y eso sí que iba a ser más grave”. Finalmente acabé pagando en dependencias consistoriales. Pagué la tasa y el recargo, aun sabiendo que no era una deuda mía. Pero para entonces ya me habían metido a juicio como mala pagadora. ¡Yo siempre he pagado lo que me ha tocado!”, reivindica. Además, explica que su economía no le permitiría buscarse otro piso en el mercado privado: “He estado mucho tiempo cobrando sólo 400 euros de viudedad. Hace poco me arreglaron los papeles y ahora cobro casi 300 euros más. Pero con mi pensión, que no llega a los 700 euros, yo no podría costearme otro piso”.

LA PROPIETARIA NO HABLA

La casera y propietaria del piso, Dolors, no quiso hablar con ningún medio “porque me tenéis agobiada, no quiero saber nada del tema. Que se marche todo el mundo de aquí”, fueron las únicas declaraciones que facilitó este jueves, mientras permanecía parapetada tras la puerta de su casa y acompañada por un perro que no dejaba de ladrar. No quiere dar ninguna versión sobre lo acontecido, se manifiesta nerviosa, no deja verse por la calle y ni siquiera se asoma a la ventana.

Su sobrina Margarida, por su parte (la otra residente del bloque), tampoco se explayó mucho respecto a la sentencia, pero manifestó su deseo “de que echen a Anna a la calle cuanto antes. Se lo merece. Es una persona conflictiva, no quiere poner dinero ni para arreglar la escalera y nos ha puesto a pelear a todo el bloque”, asegura. Cuando se le recuerda que el bloque de pisos sólo está conformado por cuatro vecinos y dos de ellos son familiares bien avenidos, Margarida sólo acierta a repetir: “Es muy mala. Mucho. Ojalá la echen”. Pero no atiende a preguntas.

PARALIZAR EL DESAHUCIO

¿Cuándo la desahuciarán? La sentencia no especifica fecha. Desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Granollers aseguran que no conocían el caso. "Nos hemos enterado por lo que ha publicado EL ESPAÑOL, pero no sabíamos nada porque esta persona nunca ha venido a pedirnos ayuda. El caso es distinto a los que solemos manejar, empezando por el hecho de que esta mujer no está afectada por una hipoteca. Su caso es mucho más extraño. Se trata de un alquiler con un impago que ni siquiera es la mensualidad sino un impuesto”, relatan fuentes de la plataforma. Sea como fuere, desde la PAH entienden que "es un abuso que por una cantidad tan irrisoria, una persona tan mayor pueda quedarse en la calle”. Sin embargo, tienen la esperanza de que el lanzamiento nunca se llegue a ejecutar. “En Cataluña existe la ley 24, que determina que en caso de desahucio, es la administración pública la que tiene que encargarse de que esa persona consiga una vivienda”.

Del mismo modo, desde el Ayuntamiento de Granollers califican el caso de “muy delicado y extraño”, según cuenta la edil de Servicios Sociales María del Mar Sánchez. La concejal confirmó que Anna Vilanova no tiene ninguna deuda con el Ayuntamiento y que se pondrán manos a la obra para poder ayudar a la anciana. “Lo primero que vamos a hacer es mandarle a un trabajador social para que le oriente. Pero en caso de que llegue a ejecutarse, nos pondremos manos a la obra para ayudarla. Contactaremos con la mesa de Vivienda de Emergencia Social, que es un órgano de la Generalitat que se encarga de estos casos. Ellos deberían reubicarla”, concluye. De todos modos, y sin conocer en profundidad el caso, La regidora ya ha adelantado que “esa mujer no va a quedarse en la calle desamparada. Primero tenemos que ponernos en contacto con sus hijos. Y luego, si se diese la situación, le buscaríamos un inmueble”.

Anna, por su parte, se muestra apenada por su posible marcha. “Llevo aquí viviendo desde 1963 y todo está lleno de cosas de mi marido. Cuando él se murió, mis hijos me cuidaron poco. No me ayudan con el tema del desahucio”. No obstante, no pondrá impedimentos si tiene que cambiar de hogar. “Que me busquen una planta baja en cualquier sitio y me largo de aquí bien a gusto. La vida que me están haciendo pasar no me la merezco”, concluye.

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