La fundadora de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) ha certificado de forma definitiva el funeral de la formación que ella misma fundó hace casi nueve años. Rosa Díez se ha dado de baja de UPyD este lunes, un gesto con el que deja morir a su partido. Con su marcha, será complicado que UPyD pueda salvar los muebles. La política vasca representaba el alma del partido y, sin ella, la “maltrecha UPyD” pasará a la historia. La propia Rosa Díez pedía un “final digno a nuestro querido partido”. En estos casi nueve años de política magenta, estos son los 12 momentos que marcan el auge y la caída del partido de Rosa Díez.
Septiembre de 2007: nace UPyD
En verano de 2007, Rosa Díez abandonó las filas del PSOE para formar parte de la Plataforma Pro, que un año más tarde se convirtió en UPyD. El objetivo del recién nacido partido era hacer frente a PP y PSOE. Sus proclamas: defender la unidad de España, regenerar la vida política y ofrecer a los españoles una alternativa de centro.
Entre los miembros fundadores, además de la exsocialista, se encontraban Carlos Martínez Gorriarán, Arcadi Espada, Albert Boadella o Fernando Savater. El 27 de septiembre UPyD quedó inscrito como partido en el registro del Ministerio del Interior.
2. Rosa Díez entra en el Congreso
El primer éxito del partido se produjo en las generales de marzo de 2008, cuando la formación, con tan sólo seis meses de vida, se estrenó con 306.000 votos y el 1,19% de los votos. Rosa Díez conseguía así entrar en el Congreso con un escaño, el suyo.
El discurso que inauguró Rosa Díez en el Congreso resultaba innovador, no sólo en el fondo, sino también por las formas, ya que Díez siempre se ha caracterizado por emplear una alocución encendida. Durante aquella legislatura, exigió a Zapatero, entonces presidente del Gobierno, que reformara la Ley electoral, pidió un pacto por la Educación, defendió la independencia del Poder Judicial… Propuestas por las que, curiosamente, hoy siguen luchando otros partidos, precisamente los que han desencadenado que UPyD se estrellara.
Durante estos primeros años, UPyD fue poco a poco irrumpiendo en el tablero político con una representación que después sería clave para su asentamiento. Logró un escaño en el Parlamento vasco en 2009 y un diputado en las europeas de junio de aquel año, unos comicios donde atrapó casi medio millón de votos.
3. El liderazgo indiscutible de Díez
El carácter personalista de Díez no gustó a todos dentro del partido. Es más, fue el motivo que propició la primera crisis interna, que estalló en verano de 2009 con la salida de Mikel Buesa del proyecto. Buesa, que había sido uno de los fundadores de UPyD y ‘número dos’ por Madrid en 2008, declaró en su marcha que abandonaba por el “control férreo y autoritario” que se vivía en el seno del partido, y acusó a Díez de “anular el debate político interno”.
La crisis desembocó en una fractura interna y acabó con la expulsión del partido de 14 militantes, todos ellos del sector de Buesa y críticos con Rosa Díez. Las aguas se calmaron con el primer congreso del partido, que tuvo lugar el 20 de noviembre de 2009. En aquella cita, las bases dieron la razón a Díez: la exsocialista fue reelegida portavoz del partido con el 81% de los votos de los militantes.
4. El proyecto se consolida: cuarta fuerza en 2011
De 306.000 sufragios en 2008 a más de un millón de votos en las generales de noviembre de 2011. A UPyD no le pasaban factura las rencillas internas y conseguía cinco escaños y grupo propio en el Congreso.
La líder magenta calificó aquella jornada como “las elecciones que marcan el fin del bipartidismo”. Se convirtieron en la cuarta fuerza política del país en una legislatura donde, a pesar de la mayoría absoluta de Rajoy, Díez consiguió sacarle de sus casillas en más de una ocasión. “Diera la sensación de que todos somos muy malos, pero menos mal que la tenemos a usted, que es estupenda”, le lanzó un día.
5. UPyD toca techo: el éxito de las europeas
Eran los mejores años del proyecto magenta y sobre todo para Díez, que ratificó su jefatura en noviembre de 2013 durante el II Congreso del partido, al ser reelegida con el 92,8% de los apoyos.
Con estos buenos datos se presentaron las europeas de 2014, donde UPyD recogió el fruto que llevaba años esperando: el ascenso en unas elecciones en las que PP y PSOE se desplomaban y juntos no alcanzaban el 50% de los votos. Los de Rosa Díez rozaron el millón de apoyos y concentraron el 6,5% de los sufragios.
Pero en la escena irrumpió un nuevo actor; Podemos, que aglutinó buena parte del voto descontento. Y también aquella noche se divisaba un agente, por entonces secundario, que con el tiempo ha acabado comiéndose a UPyD: Ciudadanos.
6. Sosa Wagner y las negociaciones frustradas con C’s
El cabeza de lista de las europeas, Sosa Wagner, consciente de que los de Albert Rivera resultarían decisivos en el nuevo panorama que se abría con un bipartidismo tocado, propuso públicamente la necesidad de pactar con Ciudadanos para sumar fuerzas. Aquella idea no agradó a Rosa Díez, que, a pesar de que un pacto podía ser beneficioso para ambas formaciones, no estaba dispuesta a perder el mando del partido que ella misma había fundado.
El debate que inició el eurodiputado acabó en un congreso extraordinario. La opción ganadora en aquella tensa reunión fue la de olvidar por completo cualquier vía para calibrar un pacto, coalición o fusión con el partido de Rivera. Finalmente, en octubre de 2014, Sosa Wagner abandonó su escaño y dimitía por la “falta de libertad” que existía en su partido.
7. Desastre en Andalucía
UPyD no pudo empezar peor su andadura política en 2015. La primera cita electoral, la de las andaluzas del 22 de marzo, dejó herida de muerte a la formación. Tras no obtener ni un solo diputado en la cámara andaluza, comenzaron a surgir voces internas que pedían la asunción de responsabilidades, pero la entonces portavoz desoyó la cascada de críticas que reclamaban su dimisión.
Quienes sí dimitieron fueron varios ‘pesos pesados’ de la cúpula. Irene Lozano, Álvaro Anchuelo, David Andina y Rodrigo Tena, entre otros, abandonaron su cargo en la dirección magenta. Rosa Díez afrontaba la peor crisis interna desde la fundación de su partido en 2007.
El 28 de marzo se celebró un consejo político extraordinario, donde Díez consiguió reforzar su liderazgo y arrinconar al sector crítico, supliendo los vacíos generados en la directiva con personas afines a su mandato: nombró a Andrés Herzog, su mano derecha, portavoz adjunto, e incluyó a Maite Pagazaurtundúa, de su máxima confianza, en la dirección.
El gran perdedor, Toni Cantó, no logró que se explorasen vías de negociación con Ciudadanos, y el 7 de abril anunció que renunciaba a ser candidato de UPyD y dejaba su acta de diputado por discrepancias con Rosa Díez.
8. 24-M: desastre electoral
Segunda cita electoral del año, y, de nuevo, batacazo con las urnas. De poco o nada sirvieron los retoques en la directiva tras las andaluzas. La estrategia fue inútil frente al subidón imparable de Albert Rivera en los sondeos, cuyo partido crecía sobre todo a partir de antiguos votantes de UPyD.
En las autonómicas y municipales de mayo, la formación quedó fuera de todos los parlamentos regionales y a nivel local su presencia pasó a ser testimonial, con 129 concejales. De casi medio millón de sufragios en 2011, se hundió hasta los 229.458. No logró revalidar los 8 diputados que obtuvo en 2011 en la Asamblea de Madrid ni sus 5 concejales en el consistorio de la capital.
El partido también se fragmentaba en el plano interno: Ramón Marcos, candidato por Madrid, abandonaba la política, y Álvaro Anchuelo, que en marzo dimitió de la dirección, dejaba su acta de diputado en el Congreso. Y Rosa Díez anunció aquella noche que daba un paso atrás: no se presentaría a la reelección para dirigir el partido. Una decisión que tomaba, sin duda, para favorecer a su delfín político, Andrés Herzog, que representaba la línea oficialista del partido.
9. Adiós a los procesos judiciales
La falta de fondos tras el varapalo electoral forzó a UPyD a retirarse de 9 de las 25 personaciones jurídicas que mantenía en casos de corrupción política. El partido calcula que ha gastado más de 260.000 euros en la lucha contra la corrupción en los últimos cuatro años, y sin representación institucional continuar se antojaba difícil.
Entre los procesos a los que tuvo que renunciar se encuentran tres contra la familia Pujol y el caso Banca Cívica. Por entonces, el equipo de Herzog se negaba a abandonar el caso Bankia, que se había convertido en la bandera del partido y le había valido para presentarse ante los electores como el ‘azote’ de los corruptos en los tribunales. Pero después de fracasar con una campaña de crowdfunding para recolectar dinero, el partido se vio obligado a decir adiós también a su causa estrella.
Los problemas presupuestarios también se dejaron notar a nivel orgánico, dado que UPyD -tras alcanzar un acuerdo los trabajadores y la dirección- acometió un ERE que supuso el despido del 75% de la plantilla.
10. Herzog vs. Lozano
En 11 de julio se celebró el congreso extraordinario, en el que se disputaron el liderazgo del partido Andrés Herzog e Irene Lozano, que se mostraba más dispuesta a establecer pactos puntuales con C’s. Herzog, afín a Rosa Díez, se proclamó nuevo líder con el 43% de los votos.
Al día siguiente, Toni Cantó abandonó definitivamente el partido para integrarse en Ciudadanos. También Lozano ficharía por otro partido, en este caso el PSOE. Dos grandes rostros de UPyD se marchaban pero seguían en política, algo que tanto Herzog como Díez calificaron de “traición y transfuguismo”.
Con todas las encuestas en contra, el equipo de Herzog no se rindió. Intentó cambiar de estrategia modificando el logo del partido y haciendo una campaña cercana, a pie de calle. ¿El objetivo? Dar la sorpresa el 20-D.
11. El fiasco del 20-D y la dimisión de Herzog
Y llegó el 20 de diciembre. Y las malas previsiones que auguraban las encuestas se confirmaron. UPyD tocó fondo y se desplomó hasta el 0,6% de los votos. Los peores resultados electorales en la historia del partido. Andrés Herzog se quedó sin escaño y UPyD desaparecía del Congreso.
La formación magenta perdió casi un millón de votos con respecto a 2011, y pasaba de cuarta fuerza en España a ser superada en sufragios incluso por el PACMA (Partido Animalista Contra el Maltrato Animal).
Un mes después del fiasco electoral, Herzog decidió dimitir como portavoz de UPyD y, a la espera de que se convoque un congreso, el partido estará dirigido por una gestora coordinada por Gorka Maneiro, portavoz adjunto y diputado en el Parlamento vasco.
12. ¿Nuevo partido?
A pesar de darse de baja del partido, Rosa Díez se ha mostrado abierta a “alumbrar un nuevo proyecto sobre el magnífico legado que dejaremos tras estos ocho intensos años de vida”.
La política vasca pedía también un “final digno” para su formación, un mensaje directo dirigido a Gorka Maneiro, quien sustituye de forma interina a Herzog y que, por ahora, se niega a disolver la formación. “Sigo pensando que UPyD será necesario mientras sus ideas lo sean. Y a día de hoy lo siguen siendo. Gracias”, zanjaba Maneiro.
A los decepcionados con UPyD se le presenta ahora una oportunidad de oro: aprovechar estos cuatro años para impulsar un nuevo partido, con caras nuevas y liderazgos distintos, y que gane fuerza para lograr irrumpir en 2019 en las distintas citas electorales que concurren ese año: autonómicas, municipales, europeas y generales, si no se repiten antes.