El 25 de enero de 1980, el alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, no pudo asistir al pleno. El médico le había aconsejado reposo tras una operación de desprendimiento de retina. Justo antes de entrar al salón de votaciones, los periodistas recibieron por carta los saludos del regidor y su agradecimiento por la atención mediática recibida. En esa misiva, decía “lamentar” no poder acudir a la cita municipal.
Y es que no era un pleno cualquiera. Madrid debatía el cambio del callejero. El Ejecutivo de 'El viejo profesor' sometía a votación una propuesta que comprendía el rebautizo de 27 calles, entre ellas algunas de las más emblemáticas de la capital. Igual que hoy, el plano madrileño parecía estar rociado de gasolina y cada debate entrañaba un incendio. Los columnistas de la época encontraban sus musas escondidas en el callejero y jugueteaban con aquel poema de Manuel Machado que rezaba: “Tu calle ya no es tu calle, que es una calle cualquiera camino de cualquier parte”.
Las 27 calles que se cambiaron
La votación fue presidida por Ramón Tamames que, como teniente de alcalde, sustituyó a Tierno aquel día. Enrique Moral, concejal de Cultura, presentó la propuesta del Ejecutivo madrileño, que pretendía el cambio de estas 27 calles:
De 'Doctor Albiñana' a 'Fernando Garrido'.
De 'Alféreces provisionales' a 'Plaza de Felipe IV'.
De 'Andrés de la Cuerda' a 'Abdón Terradas'.
De 'Batalla de Brunete' a 'Rafael de Riego'.
De 'Paseo Calvo Sotelo' a 'Paseo de Recoletos'.
De 'Plaza del Capitán Cortés' a 'Plaza de Santa María de la Cabeza'.
De 'Caudillo de España' a 'Doctor Vallejo'.
De 'Conde de Plasencia' a 'Marqués Vdo. De Pontejos'.
De 'Delgado Barreto' a 'Seminario de nobles'.
De 'Jardines del General Fanjul' a 'Jardines de Ferraz'.
De 'General Goded' a 'General Arrando'.
De 'General Mola' a 'Príncipe de Vergara'.
De 'General Primo de Rivera' a 'Ronda de Atocha'.
De 'General Sanjurjo' a 'José Abascal'.
De 'Generalísimo Franco' a 'Paseo de la Castellana'.
De 'Hermanos Miralles' a 'General Díaz Porlier'.
De 'Héroes del diez de agosto' a 'Salustiano Olózaga'.
De 'Joaquín García Morato' a 'Santa Engracia'.
De 'José y Fernando Serrano Súñer' a 'Encarnación'.
De 'Avenida de José Antonio' a 'Gran Vía'.
De 'Julio Ruiz de Alda' a 'López de Hoyos'.
De 'Mártires de Madrid' a 'Plaza de Moncloa'.
De 'Matías Montero' a 'Maestro Ripoll'.
De 'Onésimo Redondo' a 'Paseo de San Vicente'.
De 'Ramiro Ledesma' a 'Glorieta de San Vicente'.
De 'Plaza de Roma' a 'Plaza de Manuel Becerra'.
De 'Víctor Pradera' a 'Juan Álvarez Mendizábal'.
La propuesta triunfó gracias a los 33 votos sumados por el PSOE y el PC frente a los 24 que opuso UCD. Tal y como recuerda Enrique Moral, responsable de Cultura de aquel Gobierno, el cambio aprobado partía de tres premisas: “Las sustituciones se realizaron sobre nombres directamente relacionados con la guerra civil. En segundo lugar, las nuevas denominaciones fueron las mismas que tenían aquellas calles antes de la República, para así evitar el revanchismo. Y por último, los nuevos nombres no entraron en vigor hasta seis meses después para así ahorrar las mayores molestias a los vecinos afectados”.
Con la vista puesta en el recuerdo, Moral explica: “Nuestra propuesta no era una vendeta. Con perspectiva, pienso que nuestro criterio fue muy razonable”. ¿Por qué solo incluyeron aquellas 27 calles? “Una lista de todas aquellas que tengan algún tipo de relación con el régimen sería casi interminable. Elegimos las 27 más características, con una vinculación más directa con el franquismo y que, además, estaban enclavadas en los ejes fundamentales de la ciudad”.
Ramón Tamames, aquel día presidente del pleno, explica otro criterio tenido en cuenta: “También fue una propuesta práctica. Muchas de las calles a las que devolvimos el nombre nunca llegaron a conocerse por su nombre franquista. Por lo menos en mi casa. No era frecuente escuchar la calle del General Mola, sino Príncipe de Vergara. Lo mismo ocurría con Santa Engracia. Nadie la llamaba García Morato”.
La oposición de UCD
El partido que por aquel entonces encabezaba el Gobierno de la Transición -UCD- opuso una enmienda a la totalidad. Después de calificar el cambio diseñado por el equipo de Tierno Galván de “políticamente imprudente”, el partido de Suárez presentó una propuesta propia por medio de su concejal Jaime Cortezo.
Mostrándose de acuerdo en “borrar los vestigios de la guerra civil y restituir los nombres tradicionales”, Cortezo especificó que a su partido no le parecía “prudente” cambiar la placa de la Avenida del Generalísimo Franco. Alegó los siguientes motivos: “El nombre de esta calle ha arraigado en la población, España debe asumir su Historia y, además, no existe ningún nombre previo a esta avenida”.
La Avenida del Generalísimo comprendía tan sólo una parte de lo que es el actual Paseo de la Castellana, que ya existía en 1980. Por tanto, decía UCD, nombrar a todo el tramo 'Paseo de la Castellana' iba a suponer una alteración de gran magnitud, con un alto coste económico. La enmienda a la totalidad de UCD fue echada abajo por los comunistas y el PSOE, que lograron aprobar el rediseño del callejero.
El responsable de Cultura de aquel Ayuntamiento, Enrique Moral, recuerda una curiosidad: “La UCD era la derecha de aquel pleno y una parte de su electorado veía con simpatía al régimen de Franco. En este caso, dejaron de lado su ala liberal para primar su facción conservadora. Es muy llamativo que encargaran la defensa de su enmienda a Jaime Cortezo”. ¿Por qué? “Él era un abogado demócrata que, ya en tiempos de Franco, se había opuesto claramente a la dictadura. En su alocución, pudo entreverse esa contradicción entre su pensamiento y aquello que le había encargado su grupo”.
La Avenida de José Antonio, otra gran polémica
La Gran Vía, entonces Avenida de José Antonio, entrañó otra de las grandes polémicas de aquel pleno. Junto a la Avenida del Generalísimo, era la única calle que no tenía una denominación previa al inicio de la segunda república. Hasta entonces, había estado dividida en tramos y había tenido distintos nombres, tanto oficiales como populares.
Gran Vía fue propuesto por el equipo de Tierno porque era así como la conocían los madrileños. Esta denominación se popularizó ya que en aquel tramo había una zarzuela con ese nombre y el chotis de Agustín Lara se refería a esta calle como tal.
Aquel viernes 25 de enero de 1980 fue la última vez que Madrid aprobó en pleno el cambio de las calles franquistas.