Llovía a las cinco de la tarde en la calle Floridablanca cuando llegaba Mariano Rajoy y bajaba del Audi acompañado por su más fiel escudera, Carmen Martínez Castro. Le esperaban en la puerta principal del palacio decimonónico Jorge Moragas y José Luis Ayllón. El resto de la plana mayor del presidente- Soraya Sáenz de Santamaría y Rafael Hernando- había hecho antes los pasillos del Congreso para explicar que estaban allí con una misión: dar “apoyo moral” al presidente.
Diez minutos más tarde empezaba la función de este viernes, en la que Rajoy escenificó su desprecio por Sánchez con la foto (famosa) de la mano tendida y sola del líder del PSOE. La obra fue una especie de farsa en la que el líder del PSOE mutó en responsable presidente del Gobierno que sólo habla con de Europa y de economía con el presidente saliente. Apenas 25 minutos de esterilidad política que Rajoy tardó 15 minutos en describir en tediosa rueda de prensa.
En tres actos
Acto I. Rajoy y Sánchez (“mandatado por el rey para formar Gobierno”, según repitió 5 veces), los dos hombres más votados por los españoles el pasado 20D (Rajoy, 29%; Sánchez, 22%) se estrecharon las manos (en privado) y después posaron (en público). ¿Evitó Rajoy la mano de Pedro Sánchez o no la había visto? Sánchez lo disculpó: “No vio, no se dio cuenta de que iba a darle la mano. No le doy más importancia”. Moncloa salió al paso del tuit colgado por el PSOE: “Sabíamos que no era un político decente. Ahora sabemos que tampoco es educado”.
Acto II. Vis a vis de 25 minutos. Más monólogo que diálogo, ¿de qué hablaron los dos antiguos reyes del bipartidismo español? Sobre todo, del Reino Unido y de su temida salida de la Unión Europea. Se perdió Rajoy al contarlo en la minucia del argot comunitario, ese nitty-gritty que apenas entienden los periodistas que han sido corresponsales en Bruselas.
Con gran lujo de detalle le explicó Rajoy a Sánchez las condiciones de Londres para mantenerse en la Unión: que el BCE no controle las sucursales de los bancos británicos en el continente; que los parlamentos nacionales mantengan todo su poder, y que los extranjeros comunitarios que vivan en el Reino Unido no tengan derecho a las mismas ayudas sociales que los británicos (a esto lo ha llamado Rajoy “Apartado D”).
Defienden la unidad
¿Y España? Aparentemente, ambos defendían la “unidad” del país y la necesidad de una “estabilidad presupuestaria. ¿Pactos? ¿Consenso entre los dos principales partidos? Rajoy volvía a decir a Sánchez que “lo más democrático” es que gobierne él en un Ejecutivo apoyado por PSOE y por Ciudadanos. Aparentemente también, Sánchez le insistía en que “lo que conviene a España es un Gobierno de cambio”.
¿La corrupción? Ninguno de los dos la mencionó. “Para no ahondar en la herida”, según Sánchez. Sí se le preguntó por ella a Rajoy en al menos cuatro ocasiones en una rueda de prensa que retrotrae a la década de los 90 del siglo pasado, cuando Felipe González daba sus últimas bocanadas. ¿Se siente acorralado por la corrupción? “No”, dijo tajante un presidente aparentemente ajeno a lo que ocurre a su alrededor: “Vamos a ver cómo evolucionan los acontecimientos”.
Acto III. El desenlace: Sánchez, presidente, en la sala de prensa funcional y moderna se refirió a Rajoy como “líder del PP”...y “presidente del Gobierno en funciones”. Hombre de estado sereno y seguro, describía Sánchez el irreal encuentro con Rajoy como “útil” y anunciaba una investidura para primeros de marzo. Así, concluyó, podrá cumplir “la palabra” que le dio a Felipe VI.