Su dimisión ha cogido por sorpresa a todos y no porque no se esperara, sino por cuándo se ha hecho (en plena investidura de Pedro Sánchez y con Mariano Rajoy pidiendo la vez) y cómo (sin avisar previamente a nadie). Esperanza Aguirre convocó una rueda de prensa improvisada este domingo de San Valentín a las 14.15 horas para anunciar que abandonaba la presidencia del PP de Madrid por responsabilidad política, por no haber sabido ver la corrupción que le acorrala. Porque en política, “los gestos son muy importantes”.
Con este repentino paso atrás, la expresidenta de la Comunidad de Madrid se deshace del bastión que le permitía seguir manteniendo un gran poder dentro del PP y pone en apuros al presidente del Gobierno en funciones, que todavía está dispuesto a presentarse a una sesión de investidura si el socialista se estrella. “El señor Rajoy sabe seguir su camino y nadie mejor que él sabe lo que tiene que hacer. No es tiempo de los personalismos, es el tiempo de lo sacrificios y las cesiones”, advirtió la popular nada más dejar la presidencia del partido madrileño.
Sólo un reducidísimo número de personas conocía las intenciones de Esperanza Aguirre, que se va pero se queda, ya que no renuncia a su acta de concejal en el Ayuntamiento de Madrid. La dimisión, asegura una persona muy cercana, “la ha madurado este fin de semana”. El mismo viernes comparecía en la comisión de investigación abierta en el Parlamento madrileño para rendir cuentas sobre su responsabilidad política en la Operación Púnica.
Llegó mucho más nerviosa de lo que se fue, y eso que tuvo que aclarar por qué repescó a Beltrán Gutiérrez, el exgerente del PP de Madrid, cuando María Dolores de Cospedal lo despidió del PP nacional por disponer de una tarjeta black. “¿Por qué no dimitió el viernes y lo hace este domingo?”, se preguntó parte del equipo de Mariano Rajoy tras quedarse en shock por el nuevo fuego que ha encendido Aguirre en un momento tan delicado para el partido y su líder.
El viernes, Aguirre defendió a ultranza su gestión y dijo que entre los 500 altos cargos que ella ha elegido solo le habían salido rana dos: los consejeros Alberto López Viejo y Francisco Granados. Por este último, su consejero de Presidencia, por no haber sabido ver que a través de él supuestamente el PP de Madrid se financiaba ilegalmente, ella asume su parte de responsabilidad y deja su puesto, provocando un incendio de “dimensiones aún desconocidas” en el seno del partido.
Apenas unas horas después de la comparecencia de Aguirre en la Asamblea de Madrid, Mariano Rajoy se veía con Pedro Sánchez y decía, al terminar su reunión, que no se sentía acorralado por la corrupción. Sorprendió otro gesto del presidente: su defensa a Esperanza Aguirre "cuando la tenía a tiro", reconocen los marianistas que se quejan de que la expresidenta del PP madrileño "siempre que ha podido" ha criticado los traspiés de Rajoy.
"No se puede condenar a la gente sin saber de qué se le acusa", se limitó a decir el líder del PP cuando se le preguntó por el registro de la sede del PP madrileño. A la mañana siguiente, Rajoy reivindicó en Murcia que su partido había ganado las elecciones y desveló su intención de presentarse a una sesión de investidura si Sánchez fracasa. Una estrategia que, con el misil de Aguirre, salta por los aires.
Rajoy se enteró pocas horas antes
La propia Esperanza telefoneó a Mariano Rajoy durante la mañana de este domingo para comunicarle personalmente una decisión que ya estaba tomada. El presidente del PP no contestó y ella decidió comunicarle la noticia a través de un mensaje. La dimisión era inminente. Rajoy le contestó con un “te entiendo” y no trató de persuadirla, aunque él mismo pidió a todos los presidentes regionales que no abandonaran sus puestos hasta que se celebre el Congreso Nacional donde se elegirá al nuevo líder. Una convención que lleva un año de retraso y que no se convocará hasta que se esclarezca quién pilotará el nuevo Ejecutivo. Si Pedro Sánchez consigue la investidura, todo el mundo da por hecho que Mariano Rajoy no se presentará, aunque el día después del 20-D anunciara que sí lo haría.
Desde que el jueves pasado la Guardia Civil irrumpió en la primera planta de Génova para volcar el ordenador de Beltrán Gutiérrez, el PP nacional levantó un muro inquebrantable entre sus dirigentes y Aguirre: “Llamad al PP de Madrid, aquí no ha venido la Guardia Civil”, respondía el equipo del aparato nacional cuando se le preguntaba por la visita. Un cortafuegos para distinguir entre los investigados, "el equipo de Esperanza", y ellos, los de Rajoy. A la mañana siguiente, los vicesecretarios Andrea Levy y Javier Maroto pedían responsabilidades “caiga quien caiga”. Muchos en el PP de Madrid entendían que ese era un mensaje que enviaba Rajoy a dos personas muy concretas: Rita Barberá y Esperanza Aguirre.
Tras presentar su dimisión, Aguirre reconocía abiertamente que “la corrupción nos está matando. No llueve sobre mojado, es una inundación. La gente lo que quiere son gestos y que se asuman responsabilidades”. Y por pura responsabilidad política, argumentó, se va ahora, aunque su intención era marcharse cuando no consiguió ser alcaldesa de Madrid tras las elecciones del 24 de mayo.
El remedio urgente: una gestora temporal
Cuando pactó con Rajoy que fuera la candidata al Palacio de Cibeles, se comprometieron a que si era alcaldesa dejaría las riendas del partido. Ninguno de los dos contaba entonces con que irrumpiría en el panorama político madrileño el fenómeno Manuela y Carmena le quitaría el trono donde Aguirre aspiraba jubilarse. Cuando los de Ahora Madrid se hicieron con el control del Ayuntamiento, la expresidenta de la Comunidad pidió públicamente un congreso extraordinario para elegir a su sucesor en el partido, pero Rajoy no le dejó. Todos los congresos regionales, por orden del presidente, se harán después del nacional.
La renuncia secreta del secretario general del PP de Madrid, Ignacio González, que presentó su dimisión hace un mes pero la dirección regional no la anunció hasta la espantá de este domingo de Aguirre, deja al PP de Madrid completamente descabezado. De momento, controlarán el partido sus tres vicesecretarios: Bartolomé González, Gádor Óngil e Íñigo Henríquez de Luna.
Como todos los lunes, Mariano Rajoy se reunirá con su Comité de Dirección y decidirán qué rumbo tomará el feudo madrileño: nombrar una gestora hasta que se celebre el congreso o convocar una Junta Directiva regional extraordinaria para elegir al sustituto de Aguirre. Fuentes cercanas al presidente apuesta por la gestora, a la espera de lo que decida Rajoy. “Convocar un congreso regional extraordinario supondrá que los demás presidentes regionales que están esperando que se celebre el nacional para dejar sus puestos pidan también un adelanto. Y ahora no toca”, aseguran fuentes internas del aparato nacional.
Cifuentes, dispuesta a dar la batalla
Para Aguirre, la fórmula que se debe emplear para elegir a su sucesor es un congreso donde todos los militantes puedan elegir a su líder. Se acabaron los dedazos que se han impuesto siempre en todos los estamentos del Partido Popular. “Se ha terminado el tiempo de los compromisarios y los delegados”, añadió Aguirre.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, también aboga porque sean los militantes los que elijan a sus representantes y, aunque siempre dice que todavía no ha pensado si quiere dirigir el partido regional, todos miran hacia ella como la sucesora natural de Aguirre, aunque no cuente con la bendición de la propia Esperanza. Hace menos de un mes, Cifuentes deslizó en una entrevista con EL ESPAÑOL que está dispuesta a dar la batalla: “Unos somos más imprescindibles que otros”.