El objetivo es acabar con el Estado Islámico en uno de sus principales feudos: Irak. Lo que hace meses parecía imposible, ahora empieza a atisbarse como una posibilidad real a medio o largo plazo. Al menos, así lo advierte el coronel José María Gutiérrez del Olmo, al frente del contingente español -compuesto por 300 efectivos- desplegado en la región: “El escenario es complicado, pero pueden ser derrotados en un tiempo prudencial”. Los terroristas ya no se atreven a acometer sus acciones en espacios abiertos y los combates se libran en pueblos y ciudades. Barrio por barrio, calle por calle. Algunos de sus principales bastiones, como Ramadi, ya han sido liberados; otros, como Mosul, aún son inexpugnables. “No se puede minusvalorar su poder”, apunta el militar español. Para él, la clave está en combatir al terror en todos sus frentes: “La solución no es exclusivamente militar”. Y apunta a quien debe aportar esa solución: “Debe llegar del mundo árabe”.
¿Con qué fuerzas cuenta el Daesh en Irak?
Ha tenido -y tiene- mucha presencia y poder. Y ha sido más potente aún de lo que es ahora. Hasta hace unos meses, la percepción era de que tenía un control muy grande sobre las zonas que estaba ocupando. La toma de Ramadi, que ya está casi controlado por el Ejército iraquí, ha sido un punto de inflexión en la operación, una pérdida de la iniciativa del Daesh en Irak. La percepción que tienen los iraquíes y la coalición [en referencia a la fuerza internacional compuesta por 65 países que lucha contra el Estado Islámico] es que el Daesh ha comenzado a perder potencia en Irak. En el último año, el Daesh ha perdido prácticamente un 40% del territorio que ocupaba en el país. No se puede minusvalorar su poder, pero la tendencia es que, poco a poco, va perdiendo el control que tenía.
Esa pérdida de poder se traduce en el fin de los combates en espacios abiertos.
Esa es una de las percepciones que tenemos los que estamos desplegados en Irak. Una de las armas que tenía el Daesh respecto a otras organizaciones es que combinaba tanto las acciones de carácter convencional como con las acciones terroristas. Ese área es la que están perdiendo y por eso focalizan más su actividad en zonas urbanas y ciudades.
Su contingente llegó a Irak el 15 de diciembre. ¿El escenario que se encontraron era el que habían previsto?
El escenario es complicado. Ahora mismo hay muchas regiones que están con mucha inestabilidad o que viven directamente el conflicto: se están llevando a cabo las operaciones en Ramadi, que no está muy lejos de aquí. En la capital, Bagdad, mantiene una cierta normalidad pero a diario vive uno o dos atentados. También se pretende la ocupación de Mosul. La estabilidad varía mucho de una zona a otra del país. Besmayah [donde está desplegado el grueso del contingente español] es una zona de mayoría chiíta y una región relativamente estable.
¿Qué particularidad tiene una guerra contra el terrorismo respecto a una guerra convencional?
No se ocupan espacios abiertos. Ahora lo que estamos viendo en Siria y en Irak es que los combates se desarrollan en ciudades con todo lo que conlleva para la población local. Son organizaciones terroristas y una de las armas que tienen es el uso del terror. No sólo donde están focalizando el conflicto, ya sea Irak, Siria o Yemen, sino que pueden atacar en cualquier parte del mundo. Eso es lo que diferencia respecto a un conflicto convencional.
¿Se puede hablar de una guerra global?
La guerra contra el terrorismo no sólo afecta a Irak o a Siria. En estos lugares participa la coalición internacional, integrada por 65 países. Es un fenómeno de carácter global que se está afrontando también de forma global.
¿Y cuál es el papel que juegan las tropas españolas en esta guerra?
El de instrucción y adiestramiento de las unidades del Ejército iraquí que nos asignan. Es una decisión tomada tanto por el cuartel general del Ejército de Tierra iraquí como por la Coalición. Van designando unidades a los diferentes centros de instrucción.
¿Qué procedimiento se sigue para esta instrucción?
Al principio tiene que haber una adaptación: conoces a la unidad, conoces a los cuadros de mando… Nos tenemos que adaptar nosotros a ellos, y ellos a nosotros. Es una adaptación de una o dos semanas. Culturalmente también hay diferencias, pero el soldado iraquí se encuentra a gusto con los españoles. No sé exactamente cuál será el motivo, pero ven ciertas semejanzas o puntos en común. Hemos focalizado el adiestramiento a nivel de compañía de infantería. La coalición o la propia brigada iraquí -ahora estamos formando a la número 72- nos expresan qué necesidades de instrucción tienen. También podemos detectar carencias y procuramos resolverlas. Estas actividades son muy variadas: van desde ejercicios de tiro con todas las armas que tienen en dotación -tanto individuales como colectivas- tiradores de mortero, tiradores selectos, formación sanitaria, formación en explosivos… Lo que pretendemos es que el batallón operativamente salga mejor preparado y lo más cohesionado posible.
Ha comentado que el soldado iraquí encuentra ciertas semejanzas con el español.
Culturalmente, ellos nos perciben como algo próximo; como si no hubiera muchas diferencias. A lo mejor con otros contingentes del norte de Europa, sí encuentran más. Además, el soldado español, cuando trabaja tanto aquí en Irak como en Afganistán o Líbano, se implica mucho. Ellos ven esa proximidad e implicación y al final creo que se consiguen resultados muy buenos. También ven los resultados, que es lo que valoran.
¿Es complicado mantener alta la moral entre sus soldados en un escenario como el iraquí?
Al contrario, es relativamente fácil. Contamos con excelentes oficiales, suboficiales y tropa. Están motivados y creen lo que hacen. Les gusta lo que hacen y están implicados en el cumplimiento de la misión. La moral hay que gestionarla no cuando estamos aquí, sino también desde territorio nacional. Eso se hace con trabajo, ejemplo, preparación, formación… Cuando participamos en una operación tenemos un plus de motivación. Y cuanto más complicada y arriesgada sea, mayor es ese plus.
¿Cuenta el Estado Islámico con fuertes apoyos entre la población local? ¿O su uso del terror puede ser un elemento que termine por dinamitar estos apoyos?
Creo que sí los han tenido en ciertos sectores de la población. Pero en el momento en el que controlan y dirigen un territorio, van perdiendo ese apoyo. Eso lo vi también en Afganistán: el uso del terror al final tiene también su precio. En la ciudad de Mosul, varios civiles que habían intentado escapar de la ciudad fueron ejecutados. Tenemos una percepción de que el Daesh va perdiendo fuerza, pero no se puede minusvalorar su potencia.
¿Ve una salida al conflicto?
Si lo vemos desde una forma global, no focalizándolo en el caso de Irak, creo que será una guerra a largo plazo. Tengo que recordar que en el año 2001 es cuando empieza a hablarse de guerra contra el terrorismo, cuando Al Qaeda atenta contra las Torres Gemelas en Nueva York. Han pasado 15 años. Además de Al Qaeda, ahora tenemos otras muchas organizaciones. La situación afecta de forma muy directa a Irak y Siria; también es muy delicada en Libia y Yemen. El conflicto se ha extendido, además, al África subsahariana… Si lo vemos como conflicto en término global, será a muy largo plazo.
¿Y en Irak?
La toma de Ramadi ha sido una inyección de moral para el Ejército iraquí. Posiblemente antes de la toma de Ramadi tenían otra sensación, pero ahora ya ven que son capaces por ellos mismos de derrotar al Daesh, de expulsarlo de su territorio y de llegar a una situación de normalidad. Se le empieza a ganar la guerra al terrorismo. Eso sí, es muy aventurado hablar de plazos. Digamos que en un tiempo prudencial. No me atrevo a dar una fecha, pero sí es un objetivo alcanzable.
¿Y cómo se gana esa lucha contra el Estado Islámico?
Creo que no tiene una solución únicamente desde el punto de vista militar. Hay que ver otras áreas, como el aspecto político, el apoyo social, el punto de vista económico, religioso… En estos problemas que estamos viendo con Daesh o Al Qaeda, la solución tiene que venir del mundo árabe. La comunidad internacional se puede implicar o apoyar, pero la solución debe venir desde allí.
Noticias relacionadas
- “Por qué soy mercenario”
- Pedro Morenés plantea una defensa común en Europa
- El Estado Islámico tiene dificultades para controlar su 'santuario' en Siria e Irak
- Se busca desguazador para portaaviones emblema de la Armada
- El capitán de la Canarias: "El pánico se extiende en el Mediterráneo"
- Un legionario y un boina verde hacen su guerra contra el Daesh en Irak