Las horas pasan y los acuerdos para formar Gobierno todavía están lejos de cerrarse. Pedro Sánchez corre su particular contrarreloj para ofrecer a las bases de su partido y a su Ejecutiva los mimbres que maneja para ser investido presidente. Y el líder socialista, a quien se le acaba el tiempo, se aferra a una baza: conseguir el apoyo de Ciudadanos en el Congreso y la abstención de Podemos. La reunión que mantendrá este lunes con los de Iglesias, IU y Compromís servirá para tantear esta posibilidad.
"No vamos a firmar a cualquier precio", ha advertido este domingo José Manuel Villegas, vicesecretario general de Ciudadanos, tras la reunión que su Ejecutiva ha mantenido para valorar el estado de las negociaciones con Sánchez. "El acuerdo global está en riesgo -ha advertido-. Si no hay un buen acuerdo, no hay acuerdo". El mensaje ha calado hondo en la cúpula socialista, que pretendía anunciar a principios de esta semana el acuerdo con Ciudadanos.
La reforma fiscal, el sistema laboral, el pacto sobre educación y la supresión de diputaciones y Senado son algunos de los puntos en los que los equipos de Sánchez y Rivera no son capaces de llegar a un acuerdo. Villegas ha insistido en la necesidad de establecer "profundas reformas" y en formar un Gobierno que ofrezca "estabilidad"; léase, sin Podemos en el Ejecutivo.
Desde Ciudadanos entienden la postura de Sánchez de reunirse con Podemos, pero advierten de que, llegado el momento, el líder socialista tendrá que elegir entre uno u otro modelo. "Nosotros tenemos un equipo y negociamos reforma a reforma", explican fuentes del partido de Rivera. "Otros (Podemos) no tienen equipo negociador y lo único que han hecho hasta ahora es pedir cargos".
Pero el mensaje de Villegas también hacía un llamamiento al diálogo con el PSOE: "Se van produciendo avances", ha advertido el vicesecretario de Ciudadanos. Un diálogo que se ha entablado apenas unas horas después de aquella comparecencia: los equipos sectoriales de Sánchez y Rivera se han reunido durante toda la tarde de domingo para tratar de limar las asperezas que separan a ambas formaciones.
La abstención de Podemos
Pero por otro lado está el juego con Podemos. Pablo Iglesias ha exigido en varias ocasiones la vicepresidencia de un hipotético Gobierno liderado por Sánchez para rubricar un acuerdo con los socialistas. Desde su partido, además, se ha dibujado un Ejecutivo en el que ocuparían algunas de las carteras ministeriales clave. Entonces, ¿por qué podría ofrecer su abstención para que el PSOE, en una última sesión de investidura, alcanzase su objetivo con el apoyo de Ciudadanos?
Podemos atraviesa un mal momento con sus confluencias: En Comú Podem, Compromís-Podemos y En Marea. Entre todos ellos sumaron 69 escaños en las últimas elecciones generales, pero las primeras conversaciones que han mantenido tras sentarse en sus escaños han estado marcadas por la tensión. Diferencias sobre modelos territoriales y políticas de Gobierno han distanciado a Pablo Iglesias y a los líderes de estas confluencias. En caso de que se celebrasen nuevos comicios, estas fricciones podrían abrir una grieta difícil de cerrar.
Además, las sensaciones que se manejan desde Podemos es que, si se repiten elecciones, alcanzarían un resultado similar al obtenido el 20 de diciembre. Esta impresión la respalda el promedio de sondeos de Kiko Llaneras, publicado en EL ESPAÑOL. Otro motivo más para ofrecer la abstención: más vale consolidarse como portavoz de la oposición en un Gobierno encabezado por Sánchez que en un escenario desconocido.
Iglesias no quiere la foto con Rajoy
Desde Ferraz se considera que Podemos no quiere nuevos comicios bajo ningún concepto. El malestar que manifestaron los de Pablo Iglesias por no ocupar el gallinero del Congreso -objetivo que finalmente alcanzaron- es prueba de ello: si creyesen que se iban a celebrar elecciones a corto plazo, no hubieran peleado esta disposición en la Cámara.
Pero lo que los socialistas creen que Iglesias trata de rehuir a toda costa es el tener que hacerse la foto con Mariano Rajoy. En el caso de Sánchez presentara su candidatura con el apoyo de Ciudadanos y Podemos la rechazase, Iglesias quedaría retratado como el gran obstáculo -junto con el líder popular- para formar Gobierno. Desde el PSOE ya se empieza a azuzar esta salida: "Podemos pero no queremos es el final que no nos podemos permitir", ha advertido este domingo el secretario de Organización socialista, César Luena.
Un plazo de 72 horas
Toda esta estrategia tiene un límite de tiempo: 72 horas. Los plazos que manejan desde la cúpula socialista son ajustados. Sánchez planteó presentar cualquier pacto de Gobierno a las bases del partido para que la sometiesen a votación. De este modo, el líder de la formación esquivaría una hipotética negativa de los barones del partido. "El acuerdo lo han refrendado las bases", podría decirles Sánchez.
Pero este plan exige tres días para que los militantes socialistas voten el acuerdo. Y para que estos plazos entren en el calendario, el plebiscito tendría que celebrarse este miércoles, 24 de febrero. Así, los resultados llegarían en el momento justo para que Sánchez los presente ante el comité federal que se celebrará el 1 de marzo. La Ejecutiva socialista tendría que refrendarlo un día después, el día 2.
El tiempo vuela para el líder socialista. En las 72 horas que maneja antes de convocar a sus bases a consulta tiene que alcanzar el más difícil todavía: el 'sí' de Ciudadanos y la abstención de Podemos. Y, con ello, el todo o nada: o es investido presidente del Gobierno -"no lo seré a cualquier precio", ha repetido varias veces-, o se acabará su liderazgo dentro del partido.