Se echó de menos más sentimiento que levantara el ánimo en la sala y en los pasillos. El discurso plano del candidato Sánchez, que se puso para la ocasión su corbata de la suerte, provocó que muchos de los diputados e invitados desconectaran apenas unos minutos después de que comenzara a leer su discurso. La fotografía que mejor escenifica lo que se vivió en la sesión, aburrida y anodina, es la imagen del secretario general de UGT, Cándido Méndez, enviando WhatsApps desde su móvil mientras la histórica Amparo Rubiales se recostaba a su lado mirándose las uñas. No fue el único que no paró de intercambiarse impresiones con sus afines. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, solo dejó de coger apuntes cuando respondía a los mensajes que le entraban en su móvil.
Lo que no se vio pero también sucedió fue a un Guillermo Fernández Vara con los codos clavados en la barandilla, una fila más abajo de Méndez y Rubiales, petrificado sin inmutarse mientras hacía el 'paseíllo' triunfal Pedro Sánchez. También estuvo el padre Ángel, al que algunos creen que fue a dar la extremaunción y otros la bendición; y el diputado apestado del PP Pedro Gómez de la Serna, que no saludó a ninguno de sus compañeros.
El candidato Sánchez almorzó en Ferraz, aterrizó en el Congreso de los Diputados con su equipo más cercano pasadas las cuatro de la tarde y desapareció desde el párking con su mujer Begoña tres horas después. EL ESPAÑOL le detalla a continuación las 19 anécdotas que sucedieron en la primera sesión de investidura de Pedro Sánchez.
La corbata de la suerte. Pedro Sánchez ha aprovechado la primera sesión de investidura para acudir al Congreso de los Diputados con una corbata que tiene reservada para las grandes ocasiones. No fue casualidad. El líder socialista quiso que el complemento le trajese la misma suerte que el primer día que se lo puso, cuando sus compañeros lo eligieron secretario general del PSOE. Tras aquella victoria, la reservó para las ocasiones que merecieran la pena. La sacó del armario de nuevo cuando recibió el respaldo en París del presidente francés, Francois Hollande, dos meses antes del 20D y se la puso en el 'cara a cara' que protagonizó durante la campaña electoral con Mariano Rajoy. ¿Correrá la misma suerte ahora que entonces?
Durán i Lleida, del Palace a la tribuna de invitados. Por primera vez desde hace años, el ex diputado de CiU ha seguido este martes con cierta melancolía el discurso de Pedro Sánchez desde la tribuna de invitados. Sentado al lado de su paisana Andrea Levy pudo observar cómo otro tercer catalán, Albert Rivera, ocupaba el escaño que tradicionalmente le tocaba a él. La gran duda es si por la noche se hospeda en el hotel Palace, a escasos metros del Congreso, donde tanto le gustaba dormir durante su época de diputado.
La bendición o la extremaunción del padre Ángel. El presidente de Mensajeros de la Paz, el padre Ángel, era el invitado que más atento escuchó el discurso del socialista. Algún diputado de la bancada azul adelantaba que venía a dar "la extremaunción" al candidato “Pedro Sánchez el breve”. La invitación, sin embargo, llegó desde el PSOE, por lo que los más confiados en que la investidura llegará a buen puerto aseguraban que en realidad vino a dar "la bendición" al “futuro” presidente.
El bebé de Bescansa se queda en casa. La diputada de Podemos entró en el Hemiciclo junto con Pablo Iglesias. Esta vez dejó en casa a Diego, el bebé que tuvo el honor de vivir la sesión constitutiva de las Cortes desde el escaño de su madre.
Los ministros (en funciones) entran juntos y salen a toda prisa. A las 16.30 en punto y sin atender a la prensa, el Gobierno en funciones entró en bloque al Hemiciclo. El líder del PP eligió como compañera de baile para hacer el 'paseíllo' a la ministra de Fomento, Ana Pastor, que se limitó a sonreír y no soltar ni una sola palabra. Nada más terminar su discurso el socialista, los populares no esperaron ni un minuto a que los 90 fieles a Sánchez dejaran de aplaudir y abandonaron el Hemiciclo a toda prisa. Los ministros Íñigo Méndez de Vigo y Cristóbal Montoro fueron los primeros en huir.
Intercambio de pareceres entre Jorge Fernández Díaz y Albert Rivera en mitad de sesión. El ministro del Interior en funciones y el líder de Ciudadanos han cruzado unas palabras cuando el socialista hacía mención a la necesidad de revitalizar la ley de memoria histórica. Ninguno de los dos quiso aclarar después qué les pareció la propuesta.
Los barones no aplauden a Pedro Sánchez. Tres presidentes autonómicos socialistas, Guillermo Fernández Vara, Emiliano García Page y Ximo Puig, observaban desde la primera fila de la tribuna de invitados la entrada triunfal del candidato Sánchez al salón de plenos. Los 90 diputados del Grupo Parlamentario Socialista se pusieron en pie y rompieron en aplausos que no sonaron ni en el pasillo contiguo al Hemiciclo. Los tres barones miraban detenidamente la función, pero ninguno se contagió de la alegría de los compañeros que ocupaban su escaño. Otro detalle: el extremeño estaba con los codos clavados en la barandilla, como los niños en el patio de un colegio, y permaneció los 96 minutos que duró el discurso enviando mensajes desde su teléfono. ¿Quién sería el destinatario o la destinataria?
Las notas de Soraya y los caramelos de Rajoy. El líder del PP se pasó toda la jornada chupando unos caramelos que muchos compararon con la sesión en el Parlamento catalán donde la vicesecretaria Andrea Levy fue criticada por una acción similar. La vicepresidenta del Gobierno en funciones, que contestaba constantemente a los mensajes que recibía en su móvil, hizo de secretaria del presidente del Gobierno y anotó todos los ataques que, desde la tribuna, le propinó el líder socialista.
La no intervención del presidente del Congreso. Si Patxi López estuvo presidiendo la sesión, nadie se enteró. Cuando Pedro Sánchez aprovechaba para tomar un poco de agua, la bancada de los conservadores le propinaban silbidos y abucheos como “eso no te lo crees ni tú”. Algunos diputados afines al presidente echaron de menos que hubiera puesto un poco de orden ante un Pleno que en algunos casos rozó lo chabacano.
El puro de Posada. Mientras los diputados nuevos entraban en el Hemiciclo algo nerviosos y muy rápidos, el diputado del PP Jesús Posada, el antecesor de Patxi López en el Congreso, entró plácidamente al patio del Congreso acompañado de María Dolores de Cospedal. El veterano diputado aprovechó su nuevo status de diputado raso y el placer que da no ser el objetivo de las cámaras para fumarse plácidamente un puro antes de que empezara la función.
Su mujer Begoña y sus jovencísimos padres, los invitados de honor. Pedro Sánchez llegó y se fue acompañado de su equipo más cercano. Sin embargo, en la tribuna de invitados había tres protagonistas indiscutibles que no perdieron detalle de la intervención: su esposa Begoña Gómez, que se pasó de rizos en la peluquería; y sus padres, Pedro Sánchez y Magdalena Pérez-Castejón, que lucían un aspecto muy juvenil acorde a la nueva época política.
Moragas y el gesto de la victoria. Si alguien destacó por su “actitud de macarra” fue Jorge Moragas, el jefe de gabinete del presidente del Gobierno en funciones. El diputado catalán levantaba los dedos índice y corazón simulando la señal de la victoria cuando Sánchez vendía alguna propuesta y se reía a carcajadas cuando alguna promesa le parecía de risa.
Vicepresidente Rivera. Si alguien entró al salón de plenos como un auténtico vicepresidente de Pedro Sánchez fue Albert Rivera. El líder de Ciudadanos llegó media hora antes de que comenzara el discurso. Sin embargo, se refugió en una sala hasta minutos antes de comenzar la sesión y descendió por las mismas escaleras que apenas unos segundos después apareció la estrella del día, Pedro Sánchez.
Baldoví, el último en abandonar el Hemiciclo. El diputado de Compromís Joan Baldoví fue el último en abandonar el Hemiciclo. Ni siquiera Pedro Sánchez esperó a que la sala se despejara para abandonar la Cámara. Sin embargo, el valenciano quiso anotar todo lo que quiere decirle al socialista antes de votar 'no' a su investidura.
Margallo y “el esfuerzo inútil conduce a la melancolía”. El ministro de Exteriores en funciones quiso dejar claro que él no está de acuerdo con el pacto entre PSOE y C´s, como filtró Juan Carlos Girauta. José Manuel García Margallo quiere que todos los diputados tengan sentido de Estado y luchen por el bien común, no por el propio. Por si alguien tenía alguna duda, al terminar la sesión confesó a EL ESPAÑOL que el discurso le pareció que “el esfuerzo inútil solo conduce a la melancolía”.
El 'no' con la cabeza de Íñigo Errejón. El diputado de Podemos, sentado a la derecha de Pablo Iglesias, negó con la cabeza efusivamente cuando Pedro Sánchez dijo que el PSOE puede “discutir de sillas y cargos, pero no es lo importante". Cuando el socialista agradeció a Rivera y los 40 diputados de Ciudadanos “su valentía y generosidad”, Errejón e Iglesias aplaudieron y se rieron a carcajadas, como los 122 diputados del PP.
Sánchez, de Ferraz al Congreso y del Congreso a casa con su mujer. Remató las 42 hojas que duró su discurso en su despacho en la sede de Ferraz. Pedro Sánchez comió allí con su equipo más cercano, antes de poner rumbo al Congreso de los Diputados. Tras 96 minutos de discurso y los correspondientes saludos y agradecimientos, el socialista abandonó la Cámara Baja en su coche con su esposa Begoña. El matrimonio se dirigió a su casa, donde el candidato prepararía la sesión más dura, la del miércoles, cuando los demás portavoces pondrán los fallos a un discurso “estéril”, según el PP.
Los 'selfies' de los diputados con el 'presidente' por un día. Pedro Sánchez esperó al lado de la puerta del Hemiciclo a que la sala se despejara para ser el último en salir, como los grandes toreros los días de faena. Mientras los diputados salían a paso lento de la sala de plenos, el socialista se hacía fotografías con todo aquel diputado afín que se la pedía. Fue él quien pidió a su equipo negociador retratar el momento, quizá el único, en el que el candidato Sánchez era visto como un presidente del Gobierno.
Más de 800 periodistas acreditados para la sesión. La primera sesión de investidura fue seguida por 800 periodistas, treinta de ellos de medios extranjeros, en el Congreso de los Diputados. La sala de prensa se quedó tan pequeña que los servicios de prensa de la Cámara habilitaron la sala contigua al Hemiciclo para que los profesionales de la comunicación pudieran trabajar.