“¡No importa que el Estado español no quiera aceptar un referéndum de autodeterminación! Nosotros nos vamos”, gritó Arnaldo Otegi. Recién excarcelado tras seis años en prisión por intentar reconstruir Batasuna, el secretario general de Sortu irrumpió en el velódromo de Anoeta como una estrella del rock.
Decenas de miles de ciudadanos recibieron enardecidos a Otegi, que se dio un baño de masas antes de subir al escenario. Con pantalones negros y una cazadora oscura empapada por la lluvia que calaba San Sebastián a media tarde, alcanzó la primera fila y se sentó a deleitar el espectáculo de más de una hora que le habían preparado.
Antes de acceder al recinto, Otegi saludó a quienes verían el acto a través de una pantalla por haberse quedado sin sitio. Con el abrigo puesto y un par de gritos, recitó los titulares del discurso que daría justo después: “No nos detendrán. El camino es la independencia. El lehendakari es el pueblo”. Acababa de iniciar su particular campaña electoral.
Con los brazos firmes y estirados sobre el atril, Otegi combinó castellano y euskera en un discurso de algo más de media hora. Aznar le acusó de “falso profeta” el pasado martes –cuando salió de la cárcel– y el líder de Sortu, recogiendo el guante, procuró filosofar, aunque siempre asestando golpes “al Estado español” que recogieran el aplauso del público. Tras dar la enhorabuena a los catalanes por su “desconexión”, chilló: “¡Vamos a abrirle un segundo frente al Estado! Abramos nuestro proceso independentista cuanto antes”.
Un proyecto pensado en la cárcel
Uno de los vídeos que prologó la arenga de Otegi mostró al cabeza de Sortu en la cárcel saludando a través de una ventana enrejada. “En seis años y medio, he tenido mucho tiempo para pensar en cómo luchar contra el enemigo”.
Después de declararse un enamorado de la filosofía y las religiones, siguiendo con su particular respuesta a Aznar, recitó un pasaje de la biblia tras asegurar a su público que ese instante acabaría en las televisiones: “En Lucas 4, 18, Jesucristo dijo que llegaba para predicar el evangelio a los pobres y anunciar la libertad para los presos y los oprimidos. Nosotros no somos profetas ni pacificadores. Somos militantes políticos que luchamos por la libertad y nunca vamos a dejar de hacerlo”.
Sobre una palestra adornada con dos banderas –una del País Vasco y otra independentista de Navarra– por la que habían pasado grupos de rock, ska y otros políticos independentistas, Otegi insistió en “amenazar al Estado”: “Por muchas cárceles que nos pongan delante, nunca dejaremos de luchar por la libertad. No peleamos porque tengamos presos. Todo lo contrario. Tenemos presos porque luchamos”.
Dando por hecho que la independencia llegará en un futuro, Otegui dijo: “No lo conseguiremos sin que algunos pasemos por la cárcel. Espero que esta vez a mí no me toque. El Estado español no es civilizado”.
La crítica de Otegi a España
El discurso de Otegi recogió algunas de las reivindicaciones de Podemos. “El Estado español no es un país decente”, dijo tras acusar al Gobierno de “desahuciar al pobre”, “no paliar la diferencia salarial entre hombres y mujeres” y “no universalizar la sanidad y la educación”. Acusó con vehemencia a “los políticos españoles” de corrupción y se vanaglorió de “los cero casos de este tipo que hemos cosechado los independentistas en las instituciones durante cuarenta años”.
Los graderíos llenos presentaban un ambiente de fiesta y las banderas ondearon durante gran parte del discurso, interrumpido cada minuto por los aplausos. Las barras de bar instaladas en el velódromo ponían cañas y copas a una velocidad vertiginosa. Sobre la pista de atletismo, esta noche convertida en auditorio, jugaban algunos niños y rodaban balones.
El mensaje de Otegi a Iglesias
En relación a los pactos de investidura, el líder de Sortu pidió a Pablo Iglesias que sea “honesto”: “Nosotros estaremos dispuestos a colaborar con un gobierno de izquierdas, pero cuando comprobéis que la democratización del Estado español no es posible, sumaros a las iniciativas independentistas en los distintos puntos del país”.
Embajadas en Pekín
Sobre un escenario hollywoodiense en el que brillaba su número de preso –8719600510, cada número un foco, y colocados de forma que recorrieran el largo del atrio– se despidió volviendo a sus referencias filosóficas. Construyó su discurso en torno al pensamiento del Partido Comunista Italiano, algunas reflexiones de Fidel Castro y a Alfonso Castelao, con el que hizo un guiño a los gallegos secesionistas que acudieron a San Sebastián. “Cuando Calvo Sotelo pidió una España roja antes que rota, Castelao le contestó que el país tenía que romperse para ser verdaderamente rojo, republicano y laico”.
A pesar de la enjundia social que injertó Otegi en su discurso, elevó un mensaje por encima del resto: “Hemos comprobado que la independencia es posible a través de medios democráticos. Cataluña y Escocia nos han demostrado que se pueden construir nuevos Estados. Somos pragmáticos y realistas. Queremos nuestro propio país”.
Mencionando la llegada de la independencia como una cuestión de tiempo, entre los presos a los que recordó y abrazó en la distancia, se refirió a uno en concreto: “Gorka Lupiáñez –presunto miembro del comando Bizkaia– estudia chino en la cárcel. Hace bien porque dentro de poco tendremos que abrir embajadas en Pekín”.
Arnaldo Otegi, que levantó el puño en varias ocasiones, sentenció: “Ser amables no consiste en ser débiles, sino en tener el puño apretado en un guante de seda”.