Águeda Sacristán no olvida aquel sábado, 8 de octubre de 2011. “Eran las fiestas de Barco de Ávila, nuestro pueblo, y al final de la mañana José me dijo que no le esperáramos para comer, que se iba con su hermano y David a Plasencia. A las 9.00 de la noche otro de mis hijos entró en casa para decirnos que había tenido un accidente y que teníamos que irnos al hospital. Durante el camino los teléfonos no pararon de sonar y las noticias eran siempre peores. Le trasladaron al hospital Infanta Cristina de Badajoz, le operaron la cabeza y estuvo 11 días ingresado en la UCI, pero no resistió. Tenía 33 años”.
David, el conductor, dio positivo por alcoholemia y en 2013 le condenaron a dos años y medio de prisión por homicidio imprudente. Águeda Sacristán no olvida ese día pero nunca ha culpado a David por lo sucedido y lleva pidiendo su indulto desde entonces. “Fue una fatalidad, David no es un criminal. Le tocó conducir a él, pero le podía haber tocado conducir a José y haber pasado todo al revés”, explica a EL ESPAÑOL. A lo largo del proceso han conseguido el parecer favorable del fiscal y del tribunal sentenciador y han recurrido incluso al Tribunal de Derechos Humanos. Pero en febrero de este año se ha ordenado su ingreso en prisión.
“Se nos agota el tiempo”, dice Águeda Sacristán, quien ha abierto una petición en Change.org, en un último intento de conseguir el indulto. “Quiero que David sea indultado. Que ingrese en prisión no va a solucionar nada, José no va a volver y a David, casado y con dos niños pequeños, esto le va a destrozar la vida. Si tiene que cumplir la pena que lo haga, pero de otra manera, no yendo a la cárcel. Que haga trabajo social, que se quede arrestado en su casa, pero la cárcel, no.”.
El día del accidente David perdió el control del coche en una curva y chocó contra un muro. José iba dormido en el asiento de atrás. Cuando el coche se detuvo, David se giró para ver si el amigo estaba bien. “David lo vio, con la cabeza ladeada en el asiento de atrás. Y esa imagen la va a tener para toda la vida. Es el mayor castigo que puede tener, no necesita más cárcel que ésta”, dice Sacristán.
Inseparables
Los dos eran amigos desde los 15 años. Crecieron juntos, eran inseparables casi desde que se conocieron. Tras el accidente, David no se despegó de la cama de hospital de su amigo. “Estuvo allí todo el tiempo, fue un tormento. Eran como hermanos, siempre juntos, se ayudaban en todas las cosas. No hemos perdido a José sólo nosotros. David ha perdido a un ser querido también y ha sufrido mucho con eso. Él mismo se castiga diciendo que mató a José. No nos parece justo que, después del suplicio que hemos pasado, ahora que ya estamos un poco mejor y más tranquilos, David vaya a la cárcel”.
Quiere pasar página, que el sufrimiento se calme y que todos puedan seguir con sus vidas. “Estos últimos años han sido un infierno. Si David se va a la cárcel, esto nos va a cargar la vida, es como volver a empezar todo otra vez. José siempre estará con nosotros pero tenemos que seguir adelante. David necesita seguir con su vida y separarlo de su familia no nos parece justo”.
Águeda Sacristán habla con tranquilidad pero con voz firme y la convicción de que está haciendo lo correcto. “Esto sería lo que mi hijo José querría”, asegura. “Ni David quiso matarle ni José querría ver a su amigo del alma encerrado en la cárcel. Fue una fatalidad y queremos cerrar esta herida ya”.