Como en la imagen que acompaña a este artículo, los principales líderes de los partidos políticos miran en varias direcciones. Para muchos ciudadanos, están distraídos. Según ellos, tienen la vista puesta en la formación del nuevo Gobierno. Lo cierto es que no se miran a los ojos. La cuenta atrás para elegir a un nuevo presidente se agota exactamente en un mes, el 2 de mayo. En estos momentos no hay una expectativa clara de que se puedan evitar las elecciones. Se convocarán el 3 de mayo de manera automática y se celebrarán el 26 de junio. Salvo que los principales dirigentes cambien el gesto.
Pedro Sánchez. Presidenciable desde la noche electoral del 20 de diciembre y el único que se ha sometido a la votación de investidura, sigue con un pie en el aire, sin saber muy bien qué hacer con la mano, sin tener claro dónde agarrarse. Mantiene su alianza con Ciudadanos, el Pacto de El abrazo solemnizado ante el cuadro de Juan Genovés en el Congreso de los Diputados.
El suyo el primer acuerdo de Gobierno entre dos partidos nacionales de la democracia española, pero sus 200 medidas son insuficientes porque no han logrado el respaldo de la cámara para alumbrar un Gobierno que las ponga en marcha. En el PSOE ha logrado una prórroga, pero sólo hasta el día de las elecciones. "Sánchez será el próximo candidato a las elecciones generales, pero no el próximo secretario general", asegura un cargo del PSOE en referencia al próximo congreso del PSOE, que este sábado se pospondrá, pero que de repetirse el escenario de parálisis institucional, podría reactivarse en la misma noche del 26 de junio, cuando está previsto que se repitan las elecciones.
Albert Rivera. Situado en el centro-derecha, pisa firme y tiene las ideas claras, pero en los últimos días le ha cambiado la cara. Su pacto con Sánchez es firme, pero el empeño del socialista en forjar un pacto a tres le ha obligado a endurecer el tono contra el PSOE. "Unas elecciones anticipadas serían algo pésimo, pero peor sería un mal Gobierno", dijo en Telecinco tras la reunión de acercamiento que esta semana mantuvieron Sánchez y Pablo Iglesias.
Hasta ahora, su estrategia se había centrado en exhibir responsabilidad, según algunos, por encima de sus posibilidades. Él mismo reconoce que, con 40 escaños, le hubiera sido más cómodo ver los toros desde la barrera y hacer oposición sin más. Sin embargo, tras el paso al lado de Mariano Rajoy al rechazar la investidura, se alió con el PSOE con la esperanza de servir de puente entre Sánchez y los conservadores. A un mes de que se convoque la repetición de los comicios, Ciuadadanos ya no espera nada de Rajoy más que "un paso al lado". "Debe dejar paso a un nuevo liderazgo", reclamaba Juan Carlos Girauta, portavoz parlamentario, en una entrevista con EL ESPAÑOL. El PSOE no ha dado motivos para la desconfianza, pero por si acaso Ciudadanos advierte: nunca participarán de un Ejecutivo con Podemos. Si Podemos "convence" al PSOE, según Girauta, ellos se irán con sus 40 diputados a la oposición. En otras palabras, el acuerdo seguiría lejísimos, salvo que en la ecuación contasen los independentistas.
Pablo Iglesias. El secretario general de Podemos, que trata de pilotar la primera gran crisis interna en su partido, se ha colocado en el centro de la foto, entre Ciudadanos y el PSOE. El partido morado ya asume, por primera vez, que Ciudadanos puede ser fundamental en la fórmula que articule un nuevo Gobierno y reclama ahora su abstención como un servicio al país. En el Gobierno, eso sí, Iglesias no quiere a Rivera ni a los suyos. La suya es la "vía 161", que suma a PSOE, Podemos, En comú Podem, En Marea, Compromís e Izquierda Unida. Son más nombres, más escaños, pero siguen sin sumar, como recuerdan los socialistas.
Iglesias ha endulzado el tono hacia el PSOE. Como en la imagen, ha tendido la mano con un bolígrafo con el que está dispuesto a firmar "mañana mismo" un pacto de gobierno "a la valenciana". Además, Iglesias trata de colocar a Ciudadanos en el lugar en el que ha estado su partido durante estas últimas semanas. Si Rivera y Sánchez le han reclamado que se abstenga para dejar arrancar al Gobierno "del cambio", Iglesias pide ahora lo propio al líder de Ciudadanos. El lío interno, su desconfianza hacia Errejón y la hemeroteca hacen que sea muy difícil la abstención. Pero ya nadie la descarta, aunque sea de última hora.
El PP. El líder del Partido Popular es Mariano Rajoy, pero simplemente no está, como en la foto. Decidió no someterse a la investidura y desde entonces ha estado a la expectativa, pidiendo al PSOE que le apoye para seguir en La Moncloa. No ha presentado ninguna oferta concreta. Ni siquiera ha vuelto a llamar a Sánchez tras la investidura argumentando que mientras éste siga tras el pacto con Podemos, él no pinta nada en la ecuación. Algunos analistas no descartan que intente un movimiento de última hora o incluso que renuncie a la presidencia para permitir un pacto con Ciudadanos y el PSOE, pero por el momento la posibilidad se descarta tajantemente en círculos oficiales.
Situada a la derecha, aunque casi no se la ve en la foto frente al protagonismo de los otros tres hombres que acaparan todos los focos, está Soraya Sáenz de Santamaría, uno de los posibles relevos de Rajoy si éste concluye que su ciclo ha terminado. Hay más: Alfonso Alonso, Alberto Núñez Feijóo o incluso algún representante de las generaciones más jóvenes de dirigentes, como Pablo Casado, muy crítico con la pasividad de su partido ante la corrupción. En cualquier caso, mientras el reloj sigue contando las horas y minutos sin aprovechar, parece que nada se mueve en un PP desplazado de la imagen.