Confianza. Ese fue el concepto mágico que llevó hace cuatro años a Mariano Rajoy a la Moncloa, en su caso aplicada a la recuperación económica y la estabilidad en los mercados frente a la reprobada gestión de José Luis Rodríguez Zapatero. Este miércoles, en los pasillos del Congreso de los Diputados, volvió a brillar por su ausencia, en este caso entre los tres líderes llamados a sentar las bases para un acuerdo de Gobierno.
"Apenas se conocen y la química entre ellos puede ser el 50% del acuerdo", según un miembro del equipo negociador de Podemos. "Nunca nos hemos sentado los tres partidos. Es más, no sabemos qué van a plantear los otros", advierte otro negociador, en este caso del equipo de Pedro Sánchez. "Aún hay tiempo para el acuerdo. Lo importante es que la primera reunión vaya bien", según él.
Confianza. Química. Clima. Complicidad. Pegamento. A la cristalización constructiva de la voluntad política se le puede llamar de múltiples maneras, pero es precisamente lo que no hubo este miércoles en el hemiciclo del Congreso. En un debate sobre la Unión Europea, motivo tradicional de consenso en la cámara, dos líderes de partidos nuevos, que asombraron a muchos al charlar con un café en un programa de televisión frente a los políticos tradicionales, se enzarzaron en un choque dialécticamente virulento.
Nadie vio venir la acusación de "cuñadismo ideológico" que Pablo Iglesias le espetó a Albert Rivera. El líder de Podemos acusó al de Ciudadanos, al que le pide "responsabilidad de Estado" para abstenerse y dejarle gobernar con el PSOE, de usar "muletillas, lugares comunes, perogrullos y tópicos rancios" que sirven igual para "vender preferentes" que para "intervenir en una tribuna".
Estrategia más que calentón
Podría pensarse que era una provocación ingeniosa, una expresión de la política pop en boca de un orador agudo y que sabe cómo captar la atención. Pero la expresión iba acompañada de otras. Iglesias arremetió con tono elevado contra el líder de Ciudadanos por "no ser capaces de defender los derechos humanos" y no ofrecer una respuesta a la crisis de los refugiados en el pacto de Gobierno con los socialistas. Con Ciudadanos "es muy difícil hacer un Gobierno progresista, señor Sánchez", advirtió Iglesias a un circunspecto líder del PSOE. "De lo que discutimos hoy aquí, señor cuñado Rivera, es de derechos humanos".
La respuesta de Rivera no se quedó corta. "A lo mejor el cuñadismo es colocar a los amigos y a las novias en los sitios", advirtió. "Lecciones de derechos humanos, de enchufismo, de amiguismo y de cuñadismos, no, gracias", dijo Rivera, cosechando un gran aplauso de su bancada.
El terremoto que pone la mesa patas arriba
El intercambio sentó como un terremoto de alta magnitud en una casa en la que la mesa está puesta con mimo y simetría en la distancia entre los cubiertos y los platos, aguardando a los comensales de una comida importante. Y tuvo sus réplicas en los pasillos del Congreso y en las redes sociales. "No sé si el partido de la "gente" habrá colocado a algún cuñado, xo maridos, ex-novias y sobrinísimos hay a manta…", tuiteó Ignacio Aguado, líder de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, con una imagen donde se especificaba el parentesco y los sueldos de los supuestamente colocados por dirigentes de Podemos.
"Cuando tengamos ministerios vais a flipar", incluía la imagen que lo acompañaba. "Solo un machista cree que una mujer necesita a los hombres para entrar en política. Nuestros cargos los elige la gente en primarias abiertas", replicó Podemos desde su cuenta oficial.
La cara de Sánchez en el pleno era un poema. Desencajada, con la mandíbula marcada, como un convidado de piedra que veía cómo la "vía 199" (la suma de diputados de PSOE, Podemos, Compromís y Ciudadanos) parecía disolverse como un azucarillo.
Los navajazos de la nueva política
Del ‘Sánchez tiene que decidirse’ a los navajazos de la nueva política sólo ha bastado la expectativa de que pueda haber acuerdo, algo que según fuentes consultadas por EL ESPAÑOL también pone nervioso al Ministerio del Interior. Según fuentes del PSOE, es "normal" que haya tensión y que antes de una reunión se teatralice una mayor distancia de la que puede haber para hacer luego el pacto más factible. "A esta reunión creo que todos iremos con los deberes hechos", según una fuente del PSOE, que cree más en los contactos discretos que en los gritos en el hemiciclo.
Desde Podemos se recuerda que Pablo Iglesias tiende a enervarse cuando sube a la tribuna y que en él aflora a menudo el tono mitinero y más duro que no se conforma con discursos efectistas sino con vapulear al contrario.
Sea como fuere, el aspecto formal añade zozobra al fondo de las negociaciones, que ya eran muy complejas antes de este encontronazo. Sánchez definió el proceso la semana pasada como "casi imposible". Aunque en su círculo más cercano muchos aseguran creer en el acuerdo, nadie es capaz de explicar por qué . Todo lo rodea un halo de realismo mágico que presenta un acuerdo virtual basado en optimismo, el coste de oportunidad y la proliferación de contactos secretos.
La cuerda de C's y las tentaciones de Sánchez
Ciudadanos ha tensado la cuerda. Primero pidió a Podemos que no se abstenga sino que vote "sí" al pacto de Rivera con Sánchez sin cambiar ni una coma. El martes, Juan Carlos Girauta se tiró a la piscina y cambió por su cuenta y riesgo la estrategia de su partido al asegurar que Ciudadanos quiere entrar en el Gobierno, algo desmentido después por sus compañeros de partido.
Por si fuera poco, este miércoles trascendió que Pedro Sánchez se había reunido en secreto con Oriol Junqueras. Sumado a las advertencias de Susana Díaz de este fin de semana, en Ciudadanos saltaron algunas alarmas. ¿Por qué de repente Sánchez se olvida de sus líneas rojas y oculta reuniones con independentistas? Nada aclaró el equipo del líder socialista, más allá de desmentir que esté negociando nada con Junqueras. El problema es que no especificaron de qué hablaron y, si la reunión era inofensiva, por qué se mantuvo en secreto hasta que la desveló La Vanguardia.
A unas horas de la reunión, los partidos mantenían intactas sus líneas rojas y sus dos vías de abordar la posibilidad de un acuerdo. Podemos sigue defendiendo un acuerdo de coalición que incluya a PSOE, IU, Compromís y el grupo de Iglesias después de dejar en papel mojado el pacto de Sánchez y Rivera. Para éstos, el Pacto de El Abrazo es inquebrantable y se puede modificar, pero no sustancialmente. Podemos quiere que Ciudadanos se abstenga sin apenas nada a cambio y Ciudadanos que Podemos vote a favor sin apenas nada a cambio.
La única cesión de Podemos, más allá de cambiar el titular de la vicepresidencia, ha sido el aceptar sentarse a hablar con Ciudadanos. El partido de Rivera y el de Sánchez no han desvelado aún en qué cederán ellos más allá de alguna medida cosmética.
Como recuerdan los negociadores de Podemos y del PSOE aludidos al principio del artículo, primero tendrán que ceder en su animadversión personal, materializada mañana por sus equipos, para poder comenzar a construir algo viable. Después de confiar, vendrán los detalles y si acaso un desenlace que en palabras de Antonio Hernando, portavoz del PSOE, pretende "hacer Historia".
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