Este miércoles se cumplen 100 días desde que Carles Puigdemont llegó de manera inesperada al Palau de la Generalitat. Los primeros tres meses del nuevo president se han caracterizado por un doble rasero en la acción del Govern: algunos días, el equipo de Puigdemont ha escenificado su determinación a tirar adelante la vía unilateral en el proceso independentista. Otros, ha mostrado su perfil más pactista y dialogante y ha reconstruido puentes que se habían derrumbado durante el mandato de Artur Mas.
Después de verse con todos los líderes políticos españoles, Puigdemont se reunirá esta semana con el presidente en funciones Mariano Rajoy. La última vez que Rajoy se reunió con un presidente de la Generalitat fue el 30 de julio de 2014. En el equipo del president no esperan gran cosa de la reunión y aseguran que será “más política que técnica”. Los gabinetes de ambos mandatarios apenas han preparado el encuentro y nadie prevé grandes novedades tras la visita.
El president viajará a La Moncloa un día después de exponer su plan de Gobierno en Cataluña. Este plan vendrá definido por tres los ejes básicos que avanzó en el debate de investidura -estado del bienestar, regeneración económica y lucha contra la corrupción- y cada uno de ellos incorporará centenares de medidas. A la espera de ver cómo lleva a cabo su acción durante el resto de la legislatura, los 100 primeros días de Puigdemont en el Govern han venido marcados por los siguientes rasgos.
1. Vuelta al diálogo
Después de repudiar la idea durante toda la campaña electoral, en Junts pel Sí (JxS) tienen asumido que la única salida al proceso soberanista pasa por un referéndum pactado con el Estado. Puigdemont ha pasado de llamar “ilusos” a Catalunya Sí Que es Pot (CSP) por pretender una consulta acordada a declarar que “no contempla que esto se resuelva sin un acuerdo”.
“Somos el gobierno del diálogo, el pacto y el acuerdo”, afirmó Puigdemont en La Sexta el domingo. El president se ha mostrado mucho más accesible que su predecesor -así lo aseguran los partidos de la oposición en el Parlament- y ha emprendido una serie de contactos con los líderes de los principales partidos y con otros presidentes autonómicos. Puigdemont también ha buscado la complicidad de otras autonomías en aspectos como la LOMCE o el techo de déficit impuesto por Montoro.
La reunión del miércoles con Rajoy, solicitada por el equipo de Puigdemont, significa un primer paso para el deshielo entre ambos Gobiernos. En la Generalitat, sin embargo, siguen esperando a un cambio de inquilino en La Moncloa para plantear cualquier negociación.
2. Sigue la parálisis legislativa
Puigdemont no ha conseguido que la actividad legislativa en Cataluña salga de su letargo. El Parlament lleva nueve meses sin aprobar ninguna ley y, desde que se constituyó el Govern, la actividad en la cámara se ha limitado a mociones rupturistas, proyectos de ley presentados por la oposición e Iniciativas Legislativas Populares (ILP).
El Govern parece poco interesado en liderar la actividad legislativa del proceso soberanista. Buena prueba de ello ha sido la creación en el Parlament de las tres ponencias conjuntas para crear las leyes de la “desconexión”. Tanto la mayoría de los grupos como los servicios jurídicos de la cámara consideran que estas normas debería llevarlas el Govern al Parlament y no dejarse en manos de estas ponencias, que se suelen emplear cuando todos los grupos están de acuerdo en la necesidad de impulsar nuevas normas.
Hasta la fecha sólo se han tramitado cinco proyectos de ley, 22 proposiciones de ley y seis ILP. De las 22 proposiciones presentadas, JxS sólo ha propuesto las tres ponencias conjuntas. En la coalición independentista explican que la parálisis de estos meses es normal debido a que se estaban formando los equipos y anticipan que el ritmo legislativo del Govern aumentará a partir de ahora.
3. La batalla por los presupuestos
Los planes de Gobierno que expondrá este martes Puigdemont dependen en buena medida de la aprobación de los presupuestos. Nadie en JxS da por hecho que la CUP aprobará las cuentas del Govern y, a pesar del pacto de estabilidad parlamentaria, los recelos entre ambos grupos son más que evidentes.
La medida social estrella del Govern, el plan de choque social, también quedará prácticamente en nada si no se aprueban unas nuevas cuentas que permitan aumentar el gasto de la Generalitat. Ante las dudas que genera la CUP, Oriol Junqueras sondea desde hace semanas tanto al PSC como a CSP, que por ahora no han movido ficha.
El Govern, sin embargo, ha aumentado el número de altos cargos un 8,4%, lo que supone un incremento de gasto de alrededor de 1 millón de euros. Buena parte de este aumento se debe a la creación de la nueva consellería de Asuntos Exteriores, tal y como reconoció en rueda de prensa la portavoz del Govern, Neus Munté.
4. 100 días al borde de la legalidad
La dependencia de la CUP obliga al Govern a jugar constantemente el doble juego mencionado en el primer párrafo. El equipo de Puigdemont combina las declaraciones rupturistas en las que afirma no obedecer al Tribunal Constitucional con la presentación de recursos ante este organismo. Su portavoz, Neus Munté, no ha mencionado la palabra “desobediencia” en ninguna rueda de prensa a pesar de las reiteradas preguntas de los periodistas y ya nadie habla de una declaración unilateral de independencia.
El Govern ha demostrado que querer tensar la cuerda sin acabarla de romper. Evita desacatar al Constitucional tanto en el Parlament como en la acción de gobierno y todos sus movimientos en pos de la “desconexión” se quedan siempre en el límite de la legalidad para evitar ser impugnados. La Mesa del Parlament, con mayoría de JxS, ha vivido situaciones inéditas durante estos meses por culpa de este doble juego de la coalición independentista y los grupos de la oposición están cada vez más indignados con este juego. “¡Si quieren romper huevos, que los rompan ya!”, se quejaba hace unos días el portavoz de CSP, Joan Coscubiela, en los pasillos del Parlament.
5.- Los recelos con ERC y la vigilancia de Mas
Puigdemont ejerce su presidencia vigilado de cerca. Debe seducir parlamentariamente a la CUP, rendir cuentas a ERC y responder ante su predecesor, Artur Mas, con el que suele reunirse los lunes en la sede de CDC.
La buena sintonía que mostraron Puigdemont y Junqueras durante las primeras semanas se dinamitó cuando salió a la luz la reunión secreta entre el líder de ERC y Pedro Sánchez. Ambos líderes suelen reunirse cada martes después del encuentro con todos los consellers y, si bien nadie habla de mala relación, sí que se reconoce que el sentimiento de camaradería se ha enfriado. “Lo de Junqueras fue un reality check para Puigdemont”, analizan en JxS.
La más que posible repetición de las elecciones generales podría revivir algunas tensiones en el seno de la coalición independentista. CDC está dispuesta a luchar otra vez para articular una candidatura unitaria para las próximas elecciones, algo que sigue sin convencer a ERC.