Pablo Iglesias tenía perfectamente localizados a los periodistas. En el acto que protagonizó en la Universidad Complutense de Madrid, el líder de Podemos los miraba y hasta analizó sus caras en voz alta.
En su intervención en la presentación de un libro, Iglesias llegó a ironizar en varias ocasiones sobre la posibilidad de que del encuentro saliese un mal titular, como si no pudiese hablar con libertad sin ser objeto de noticias perjudiciales para él o para Podemos. "Desear sexualmente a alguien… ¡Dios mío, el titular que pueden sacar de aquí!", dijo en una ocasión ante las risas de los estudiantes. "Carlos dice, poniendo el ejemplo de Lenin… y aquí me da miedo sacar otro titular", dijo, en otro momento de su charla.
No es nada nuevo ni sorprendente. Pablo Iglesias es uno de los políticos que ha demostrado una mayor eficacia de su discurso en los medios de comunicación y en las redes sociales. Eligiendo cuándo hablar, sobre qué y con qué palabras. Cuando nadie lo conocía, acudía a tertulias de televisiones con líneas editoriales en las antípodas de las suyas. Y no sólo salía vivo sino que eso le permitió aterrizar en las grandes cadenas, donde encandiló a sus audiencias con su elocuencia. Nadie en Podemos discute la capacidad de comunicar de Pablo Iglesias, tanto que políticos de otros partidos han tenido miedo a enfrentarse a él.
Algo cambió este miércoles. Iglesias citó seis veces a Álvaro Carvajal, un redactor de El Mundo "con cara de epistemólogo", según él. "Tengo que evitar que me saque un titular del tipo: "Pablo Iglesias: "Vamos a hacer que España se masturbe con nosotros. Y eso no es fácil", dijo, ante la aprobación de buena parte de los presentes. Media hora después se volvió a acordar de él y elaboró un confuso discurso con frases como esta: "Álvaro Carvajal, o alguien que no fue Álvaro Carvajal, o fuentes internas de Álvaro Carvajal, vino a contar una vez: digamos, la historia no tiene por qué ser verdad".
Al final, ya con más nitidez, Iglesias acabó acusando a los periodistas que cubren la información de Podemos de "estar obligados profesionalmente a hablar mal" del partido para "prosperar en el mundo del periodismo" y "porque así son las reglas del juego".
También el miércoles, Iglesias había restado importancia en su Twitter a una información publicada por EL ESPAÑOL, quien sabe si para menospreciar su contenido, aunque el tono utilizado fue más amable.
Disculpas a medias
Iglesias sólo acertó a pedir disculpas a medias. "Siento que no se haya entendido", dijo descargando la responsabilidad en el turno de preguntas, al ser interpelado por una periodista disgustada por su actitud. "A lo mejor algunos no han entendido todavía lo que significa un espacio académico. Esto no es una rueda de prensa, esto es la universidad", continuó, entre grandes aplausos.
"Dije la verdad. Vean aquí el vídeo y juzguen", pidió en Twitter cuando estaban en camino los comunicados de condena de cuatro destacadas asociaciones de periodistas: la de Madrid, la estatal, la de los informadores parlamentarios y la del sindicato del ramo.
El secretario de Organización, Pablo Echenique, publicó en su web otro confuso escrito en el que generalizaba sobre los medios de comunicación al mismo tiempo que reconocía sentir "cariño" por los periodistas, aunque atizaran a veces "voluntariamente" a Podemos.
El estallido sincero
No fue un desliz. Ni siquiera un fallo de comunicación a ojos de Podemos, partido para el que el principal fallo ha sido no prever la manipulación y exageración de las palabras de su líder.
Fue un estallido sincero, reiterado y con voz suave que convierte a esta semana en una de las malas para Podemos y su secretario general.
El propio Iglesias tuvo que hacer frente este miércoles a una filtración por la que también arremetió contra la prensa "por tantas cosas que no tienen por qué ser verdad, pero se publican", dijo. Un dirigente de Podemos explicó a varios medios que en el partido había consenso para aceptar un pacto electoral a escala nacional con Izquierda Unida. Simplemente mentar algo así solivianta a buena parte de Podemos y de Izquierda Unida. El entorno de Iglesias especuló con que Íñigo Errejón o alguien de su confianza, opuestos al pacto con IU, fueran la fuente de la filtración precisamente para abortar cualquier posibilidad de pacto.
Iglesias, el político perfecto para hablar con la prensa, cuyo tirón llevó a Podemos a poner su cara en las papeletas que los votantes pudieron reconocer en las elecciones europeas, el mago de lucidas frases de 20 segundos que hacen la vida más fácil a los periodistas, el protagonista de ya célebres golpes de efecto en ruedas de prensa, acabó poniendo a infinidad de medios en su contra. Y todo ello con la sinceridad que en su charla dijo querer controlar ("Aquí me da miedo sacar otro titular") y que en el turno de preguntas reconoció que depende enormemente del formato ("A lo mejor algunos no han entendido todavía lo que significa un espacio académico. Esto no es una rueda de prensa").
El mal momento de Podemos
Pablo Iglesias no vive su mejor momento. En Podemos se ha abierto una guerra de poder con Íñigo Errejón que, de momento, parece ir ganando el primero. Pero, según algunos de sus próximos, "está agotado" y nervioso ante una campaña que será mucho más dura que la anterior.
El pacto con Izquierda Unida es sólo una de las pruebas. La otra es la del relato, ya que el PSOE y Ciudadanos sin duda tratarán de dibujar una pinza de Iglesias con Rajoy que ambos han alimentado con llamadas de teléfono, elogios mutuos y estrategias complementarias.
Fuentes del PSOE insisten en que esa será una de las líneas de su campaña. Con una situación interna complicada, con unas encuestas a la baja, con la presión para un complejo pacto con IU y con ataques más furibundos de sus adversarios, ataques a la prensa podrían perjudicar gravemente su estrategia, que como Iglesias reconoció, ha de ser "sexy e irracional".