La falta de apoyos ha obligado este lunes a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a suspender un pleno extraordinario en el que se debía aprobar una modificación presupuestaria de 275 millones. El equipo de Barcelona en Comú (BComú) ha estado todo el fin de semana intentando salvar la votación de este lunes después de que las bases de la CUP decidieran el viernes que iban a votar en contra de esa modificación de cuentas. “El objetivo del aplazamiento es seguir las conversaciones para garantizar los apoyos necesarios”, ha informado el consistorio en una nota.
El teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, trató de convencer a la CUP en una reunión el sábado, pero los anticapitalistas no se presentaron al encuentro y este lunes han emplazado al Gobierno municipal a negociar “sin prisas” unas nuevas cuentas a partir del martes. Tras constatar la negativa cupera, Pisarello intentó encontrar apoyos en el grupo municipal de Ciudadanos, que también se negó durante el fin de semana a votar a favor o a abstenerse en la votación. Colau tenía asegurado el apoyo tanto del PSC como de ERC, pero necesitaba al menos una abstención para salvar la modificación presupuestaria.
Una mala relación
El rechazo de la CUP consolida la brecha entre dos formaciones de izquierda que antes de los comicios municipales exploraron la posibilidad de presentarse juntos. El fracaso de la coalición abrió una herida entre ambas formaciones que se agravó con los resultados de los comicios: Colau consiguió una mayoría muy limitada -11 ediles de 47- y quedó a merced tanto de los anticapitalistas como del resto de grupos de izquierda.
Desde entonces las relaciones han ido empeorando paulatinamente, a pesar de que la CUP ha apoyado a BComú en algunas votaciones puntuales. Las lista de desencuentros, sin embargo, es larga.
En la formación anticapitalista no sentó nada bien las declaraciones de Colau en un libro en el que afirmaba que los tres ediles anticapitalistas sólo estaban en el Ayuntamiento “para montar el número”. La gestión de la huelga de TMB durante el Congreso de telefonía mundial también generó tensión entre los grupos, pero lo que más ha tensado la situación entre ambas formaciones ha sido el llamado ‘caso Garganté’. El edil de la CUP en el Ayuntamiento, Josep Garganté, presionó a un médico para que modificase un informe sobre un mantero herido durante una persecución policial. Colau optó por apoyar a la Guardia Urbana en el caso y los anticapitalistas se lo han hecho pagar.