Desde que Mariano Rajoy declinó ante el Rey presentarse a la sesión de investidura el 22 de enero, todo el PP cruzó los dedos para que Pedro Sánchez no consiguiese el respaldo necesario para arrebatarles La Moncloa. Era cuestión de suerte, y se salieron con la suya. La pócima mágica de Rajoy, que consiste en esperar a que todo lo demás falle para volver a resucitar, ha sido de nueva efectiva y ahora quiere resucitar de sus cenizas para volver a ganar las elecciones.
Con la vista puesta en el 26J, el presidente del Gobierno en funciones va a salir del rincón en el que ha estado estos cuatro meses que han durado las negociaciones para explicarle a los españoles por qué no se movió de la ficha de salida. El líder del PP insistirá en que él tendió la mano a PSOE y Ciudadanos para formar un Gobierno de fuerzas constitucionales, pero que ni Pedro Sánchez ni Albert Rivera quisieron nunca pactar con él.
Además, Rajoy presumirá de ser él quien encabezó la lista de la fuerza política más votada y que la opción Rivera no es un voto útil para reconquistar al votante de centro derecha que le castigó el 20D respaldando a Ciudadanos o quedándose en casa sin ir a votar. “O yo o el caos” será uno de los mensajes que intentará que cale entre los ciudadanos que más hartos están de la repetición electoral.
Los datos que internamente se manejan en Génova son alentadores. En el Partido Popular están convencidos de que en esta nueva cita con las urnas el partido conseguirá “un puñado de escaños más” que los 123 que consiguió en diciembre. El problema es cuál será el resultado de Ciudadanos: si Rivera pincha y con su formación no consigue “al menos rozar” la mayoría absoluta, están convencidos de que Sánchez volverá a intentar liderar un gobierno de cambio de formaciones de izquierdas.
En la estrategia que están diseñando de cara a la nueva campaña electoral se estudia al detalle cómo de agresivos tienen que ser contra Ciudadanos. La doctrina es que se ataque “sin piedad” el pacto de El Abrazo que Rivera firmó con Sánchez. “Hay que hacer ver al votante de derechas que si no vota al PP, el presidente puede ser socialista”. Sin embargo, la dirección nacional quiere que los ataques sean hacia las negociaciones o los mensajes contradictorios que los de la formación naranja han enviado durante estos meses. En ningún caso quieren un choque frontal como el que protagonizó el propio Rajoy con Pedro Sánchez cuando éste le denominó “indecente”.
Unión ante el líder
La cúpula del partido celebra un comité ejecutivo nacional el martes 3, el día que oficialmente se disuelven las Cortes. En la reunión, a la que asistirán todos los barones regionales, se les pedirá el respaldo público a Mariano Rajoy y cerrar filas en torno al líder. “Lo que menos necesitamos ahora es transmitir la imagen de que es un partido que no confía en su candidato. Él ganó las elecciones y solo él puede volver a traer la victoria”, resume un asesor cercano al presidente.
Si los cálculos no le fallan, las previsiones de que habrá una abstención mayor que el 20D también benefician a la formación conservadora. “Con la tercera victoria en la mano, ¿quién será Rivera para decir que no quiere pactar con la persona que ha vuelto a ganar, otra vez, las elecciones?”, se preguntan en los despachos de Génova.
De momento, es una incógnita si Rajoy participará en algún debate en medios de comunicación con los demás líderes nacionales. Desde el PP insisten en que “el partido no dejará ninguna silla vacía” y acudirá “allí donde nos llamen”. Pero será el jefe de campaña, que presumiblemente volverá a ser Jorge Moragas, quien diseñe qué le beneficia más a su candidato. Nadie descarta que esta vez no haya un 'cara a cara' entre el presidente del Gobierno en funciones y el líder de la oposición.
Campaña en pequeño
En campaña, Rajoy huirá de los grandes recintos para evitar que un pinchazo público. En la época dorada, el PP estaba acostumbrado a llenar plazas de toros y polideportivos con sus mejores activos. La corrupción que se ha extendido por todos los estamentos del partido está pasando tanta factura que ahora se centran en actos pequeños, siempre abiertos, con paseos incluidos, y evitar precisamente que se palpe la desconexión que existe entre las bases y la dirección.
Otra de las incógnitas es el papel que ejercerá José María Aznar en esta nueva campaña electoral. El presidente de honor del partido no acudió a ningún acto de su partido durante los quince días previos al 20D. Todas las apuestas coinciden en que “esta vez tampoco irá”.