Osman, de 7 años, apenas pesa 7 kilos al alcanzar el campo de refugiados de Idomeni. Un hilo de vida sostiene su existencia, marcada por la travesía que le ha llevado hasta las puertas de Europa; una fragilidad que amenaza con quebrarse por una parálisis cerebral que sufre desde que nació. Son los primeros días de abril y, sin saberlo, pasará un mes en este escenario, "un lugar que es peor que el infierno", donde presenciará la lluvia de gases lacrimógenos de las autoridades macedonias y los pelotazos de goma. Y también será protagonista de un milagro: el que, gracias al empecinamiento de un grupo de personas, le llevará a él y a su familia a España, con todos los papeles en regla y un tratamiento adecuado para su enfermedad.
Quien habla de Idomeni como un infierno es Javier Bodego, coordinador del proyecto de refugiados de Bomberos en Acción, ONG que ha logrado este objetivo. "Es mucho peor, porque hace dos días jarreaba y veíamos a los niños llenos de barro; ahora hace un calor imposible y se queman al sol -explica Bodego desde Idomeni-. Y la familia de Osman está, si cabe, mucho más expuesta".
Ata Mohammad y Palwasha, los padres del niño, abandonaron Afganistán, donde la guerra causó más de 3.500 muertos en 2015, miles de heridos y centenares de miles de desplazados y huidos. Allí no veían un futuro para Jamil y Monir, sus hijos de 9 y 8 años. Y mucho menos para Osman, el tercero, por culpa de su enfermedad.
Los papeles, perdidos en la travesía
Según las cifras que se manejan desde la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), la ruta que siguió la familia afgana ya había sido recorrida por un millón de personas en 2015: tras alcanzar Turquía, se lanzaron al Mediterráneo para alcanzar Europa. Durante la travesía, perdieron sus pertenencias y su documentación. "Tan sólo al padre le quedaba un papel mojado que acreditaba que venía de Afganistán", relata Javier Bodego.
Miguel Ángel Cantero y Juan Manuel Flores, voluntarios de Bomberos en Acción, fueron los primeros que se encontraron con Osman y su familia en Idomeni. Allí subsistían gracias a la ayuda que algunas organizaciones y cooperantes prestan a los refugiados. "Pero los medios que tenemos aquí son muy escasos, casi nada", advierte Bodego.
La situación de Osman era extrema. Los 7 kilos que pesaba hacían presagiar el fin de su existencia en aquel campo de refugiados improvisado. Cualquier aliento podía ser el último. "Nos conmovió su caso", recuerda el voluntario de Bomberos en Acción, ONG que ha desplegado un hospital de campaña en Idomeni. "Sus padres tenían una predisposición única para que su hijo saliera adelante", añade.
Según cuenta Bodego, tras los episodios de los gases lacrimógenos y las pelotas de goma -aquello ocurrió el 10 de abril-, la familia se instaló en las inmediaciones de donde ellos se encontraban. "En este mes Osman ha engordado. ¡Ahora pesa casi 12 kilos!", exclama con cierto orgullo el voluntario.
150.000 firmas
La conciencia de los cooperantes de Bomberos en Acción sufrió una sacudida al conocer a Osman. Joaquín José Ruiz, presidente de la organización, comprendió que la única forma de lograr que el niño recibiese un tratamiento adecuado pasaba por lograr el respaldo de la sociedad. Por eso lanzaron una campaña en change.org con el título "Traigamos al pequeño Osman con parálisis cerebral y a su familia a España".
"Es necesario que nuestro Gobierno otorgue a esta familia las ayudas que necesitan para que Osman pueda recibir una buena asistencia sanitaria en España. Entre ellas, que la familia sea acogida, protegida y realojada en una vivienda superior a los dos o tres metros cuadrados que tiene su tienda actual, sin el humo constante de las hogueras, aislados del sofocante calor diurno y protegidos del frío nocturno", detalla la petición, dirigida al Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
La organización CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) ayudó a Bomberos en Acción a redactar la petición y a trasladar al Ministerio las firmas recogidas, que muy pronto llegaron a las 150.000.
El caso no tardó en llegar a oídos del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien dio instrucciones para atender la petición. "Sólo el padre tenía pasaporte afgano y ha habido que dar salvoconductos al niño y al resto de su familia, y averiguar si habían pedido asilo en Grecia, que afortundamente no ha sido el caso, así que todo se puede acelerar", ha explicado Margallo este viernes en una entrevista en Cadena SER.
"Si se quiere, se puede"
Los voluntarios de Bomberos en Acción no encuentran las palabras para describir el momento en el que comunicaron a la familia de Osman que iba a ser acogida en España. Hablan de "pelos de punta", "lágrimas" y "emoción". Ahora han puesto en marcha los preparativos para iniciar el viaje, que está previsto para el próximo martes, 10 de mayo.
Según los últimos informes, Osman será sometido a un primer análisis de su parálisis cerebral en el hospital La Fe de Valencia. La Conselleria de Sanidad de la Comunidad Valenciana tomó la decisión junto con el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Áliva Díez Martínez, portavoz de CEAR, afirma que "cuando hay una iniciativa que presiona un poco, se consigue": "El caso de Osman es parecido al de Osama Abdul [refugiado sirio filmado por una cámara cuando una periodista le puso la zancadilla y que recibió asilo en Getafe]. Es la excepción que demuestra que, si se quiere, se puede".
Una opinión que se repite en el juicio que Joaquín José Ruiz, presidente de Bomberos en Acción, hace sobre la historia de Osman: "Ojalá esto valga para abrirse la puerta y concienciar de lo que está pasando -advierte-. Mañana podemos estar nosotros mismos en esa situación".