Era lunes 12 de octubre de 2015 cuando una mujer y su hijo de siete años recibieron varios disparos en las piernas en un tiroteo de castigo en Salford, al noroeste de Inglaterra. Ambos fueron objetivo de las balas y fruto de las represalias. Carne de una guerra entre mafias que se desató en 2013 entre los traficantes más peligrosos de Manchester y que se trasladó después a la Costa del Sol.
Aquel fue el séptimo ajuste de cuentas en menos de un año. El séptimo escándalo a sangre y fuego desde que el grupo de crimen organizado se partió en dos y emprendió una guerra sin cuartel ni tapujos. Al frente de un bando, los informes de la Nacional Crimen Agency (NCA) a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL colocan a Michael Carroll, de 34 años. El otro bando, apodado Equipo A, estaba liderado por Stephen Britton.
El objetivo de aquel ataque, del tiroteo indiscriminado que alcanzó a un niño cuando salía de casa, debía ser Christian Hickey, procesado por blanqueo de dinero y amigo personal de Carroll. De hecho, el capo fue padrino en la boda de Hickey. Sin embargo las balas terminaron impactando en un menor inocente. Fue la gota que colmó el vaso. El gesto que puso a la policía y a la opinión pública británica sobre la pista y que provocó la salida de sicarios de ambos bandos a la Costa del Sol.
Armas de fuego en España
La primera comunicación de inteligencia sobre la batalla entre bandas llegó a España el 24 de enero de este año. Entonces, la CNA ya alertó a la policía española sobre la gravedad del asunto. Solo un ejemplo: el arma utilizada en el ataque al menor de siete años -un MP5 según los partes de inteligencia- había sido disparada en otros 14 ataques distintos en años anteriores. No había duda. Los casquillos coinciden. La primera comunicación alerta de que el líder del "Anti A Team", reside en España desde mayo de 2015 junto con un subalterno, Peter WilliamSon, apodado Snaggles (sin salchicha).
Por otro lado, otros dos miembros del A team, el grupo contrario, también estaban en suelo español "y tienen acceso inmediato a armas de fuego", destacan los partes de la NCA.
La comunicación británica alerta a los agentes españoles de que el 18 de febrero de 2015 cuatro hombres con pasamontañas descargaron cuatro tiros sobre Abdul Khan, miembro del Equipo A. Carroll y los suyos habían colocado un dispositivo de seguimiento en su Mercedes y esperaron a que se detuviera para atacarle por la ventanilla. Un mes después, la venganza se desató sobre Aaron Williams, miembro del grupo rival que fue perseguido por siete individuos con pasamontañas y machetes.
Solo una semana después, los miembros del Anti Equipo A intentaron de nuevo cobrarse otra víctima y atacaron con granadas la vivienda de Ryan Coward. El artefacto explosivo destrozó la fachada de la casa y esa misma noche, uno de los lugartenientes de Carroll recibió tres disparos en el abdomen con un subfusil. El mismo que se utilizó después para atacar al pequeño de siete años en las piernas.
En julio de 2015 Paul Massey "un importante miembro del Equipo A" según los informes de la inteligencia británica, fue tiroteado mortalmente cuando regresaba a su casa. Los agentes de la NCA creen que Carroll ordenó el asesinato desde España y sus contrincantes pusieron precio a su cabeza: 30.000 libras para quien le quite la vida. Dos semanas después, Mark Fellows, miembro del grupo de Carroll, recibió un disparo en la cadera como represalia por el asesinato de Massey. Y dos meses después, en octubre de 2015, se produce el ataque fallido que pone sobre titulares la guerra abierta entre las mafias de la droga en Manchester.
Buscando a Carroll para matarle
Según la NCA, la orden de terminar con la vida del Paul Massey puso precio a la cabeza de Carroll. "Inteligencia también indica que muchos individuos del Equipo A ya han estado en España buscándole para matarle", explican los agentes en una comunicación mandada el 28 de enero. Los documentos colocan a dos lugartenientes del Equipo A como ejecutores de la orden: Declan Gorman y Jacob Harrison -con nueve condenas a sus espaldas-, "que están en España y viven juntos". Según la NCA, ambos serían autores de un ataque sucedido en Marbella en enero de 2016, cuando apuñalaron a un hombre en un bar y le amenazaron con una pistola. El objetivo era "miembro del Anti A team, que necesitó tratamiento en un hospital por lesiones graves".
"Inteligencia muy fiable y reciente dice que Gorman y Harrison tienen acceso a armas de fuego en su casa", alertan los informes británicos. "Es cierto que los dos son muy violentos y se sabe que están planeando matar a un pandillero rival en España. Información dice que quieren realizar el asesinato lo antes posible y que cada día están buscando al objetivo".
Britton viaja a España
El 28 de enero de este mismo año, los agentes de la NCA alertaron a la Policía Nacional de que el líder del Equipo A había comprado un billete rumbo a España. Britton - con seis alias y una cicatriz en la frente- tenía asiento reservado en el vuelo EZY1923 que salía desde Manchester con destino a Málaga. La información sirvió a los especialistas españoles en crimen organizado para monitorizar su llegada y comprobar el coche que alquilaba. Luego, la policía colocó sobre él un dispositivo de seguimiento. Junto a Britton viajó también Carne Thomasson, con ocho condenas por uso de arma blanca, drogas o alteración de orden público. La infiltración de los agentes británicos en la red es tal que consiguen incluso aportar los números imei de los terminales que utilizará el presunto capo en España.
Seis personas detenidas
El 22 de febrero de este mismo año, tras dos meses sobre la pista de los presuntos sicarios, agentes de la Policía Nacional detuvieron en Málaga a Britton y otros cinco presuntos colaboradores -entre ellos una mujer- acusados de planear el asesinato del capo rival. Tras varias semanas estudiando sus movimientos, los Grupos de Operaciones Especiales de Seguridad (GOES) con base en Málaga se encargaron del operativo. Junto a ellos, varios agentes de la NCA y la policía metropolitana de Manchester participaban como observadores en el operativo.
Los agentes encontraron varias armas blancas escondidas en distintos lugares de las dos viviendas registradas y un chaleco cargado de plomos. Los agentes trabajan con la tesis de que la prenda podrá servir para vestir a la víctima y tirarla al mar. Frente a la policía española, el principal acusado ha esgrimido que su presencia en España no se debía a la voluntad que tenía de acabar con la vida de su rival sino a la de buscar un lugar seguro tanto para él como para su familia, tal y como acreditan a su juicio algunas de las intervenciones telefónicas.