Felipe González siempre ha sido el expresidente del Gobierno preferido por Pedro Sánchez. Ahora, el secretario general del PSOE ha decidido inspirarse directamente en la campaña más exitosa del expresidente para tratar de llegar a la Moncloa. El lema de campaña del PSOE es "Un sí por el cambio", un eslogan prácticamente idéntico al que llevó a González a la Moncloa en 1982 gracias a la mayoría absoluta más amplia de la democracia, con 202 diputados.
Entonces, el lema que apareció en todos los carteles era "Por el cambio", por lo que sólo ha cambiado las cuatro primeras letras. Sánchez pide "un sí" a los españoles en un "referéndum" sobre el cambio, que representa él, o la continuidad de Mariano Rajoy, apoyado por la complicidad de Pablo Iglesias, que votó "no" junto al PP en la investidura del candidato socialista. Es una apelación al voto útil. El único voto que sirve para evitar que siga el PP es, según él, el del PSOE y no el de Podemos.
Sánchez fue proclamado este sábado candidato a la presidencia del Gobierno. No es ninguna sorpresa, porque el PSOE había puesto en marcha su proceso de primarias, pero ningún otro candidato había reunido los avales. Una reunión del Comité Federal, máximo órgano del PSOE entre congresos, avaló al candidato. Móstoles fue la ciudad elegida para hacerlo. Gobierna un socialista, a diferencia de las grandes capitales del país.
La 'paz de Móstoles' con Díaz
Después, dio un discurso que su equipo anticipaba como de gran peso político. Las formas también fueron importantes y por eso Sánchez pidió a Susana Díaz, la que ha sido su principal enemiga interna casi inmediatamente después de ser elegido (con su apoyo, decisivo), que le presentase. Y cumplió. Una frase suya bastó para sanar, al menos hasta el 26 de junio, las disputas que han consumido una ingente cantidad de energía en los pasillos de Ferraz. "Queremos que Pedro, nuestro candidato, sea el presidente del Gobierno de España. Mi candidato, el candidato de todos y cada uno de nosotros".
Sánchez hizo un discurso en positivo pero siempre en clave binaria, con el riesgo del continuísmo muy presente. Apenas hubo referencias a sus adversarios políticos sino que se centró en el país que quiere. Sánchez aseguró que España puede tener un sistema educativo mejor que el de Finlandia, un Estado del bienestar mejor que el de Suecia, reformar la Constitución tantas veces como en Francia o convertirse en una potencia económica e industrial que supere a Alemania. "El futuro no está escrito. Lo escribimos nosotros", dijo. "En capacidad e ilusión y ganas de trabajar, no hay país como España", añadió. Pero para eso, el único voto útil es el del PSOE.
"Puedo prometer y prometo"
Sánchez trató de recubrir su intervención de un barniz de fundación de país. Si González lo hizo en 1982, él puede hacerlo en 2016, vino a decir. Pero fue más allá y recurrió a la ya mítica fórmula de Adolfo Suárez, el gran icono de la Transición, cuya herencia (como la del propio González de 1982) se disputan varios líderes políticos en un contexto de "cambio de era", como reconoció el líder socialista. "Puedo prometer y prometo decencia. Puedo prometer y prometo diálogo. Puedo prometer y prometo dedicación", dijo Sánchez, aplaudido por los suyos.
En el PSOE tratan de vencer a la pinza que advierten en PP y Podemos. Frente a estabilidad o comunismo (mensaje agitado por el PP y que conviene a la estrategia de Podemos), Sánchez trata de empuñar la bandera del cambio e imponer otro discurso, también simple: el del sí o no al cambio.
En su partido se ha topado con múltiples resistencias, entre ellas las de Susana Díaz o varios dirigentes territoriales, algunos ausentes este sábado en Móstoles. Sabe que la tregua de la presidenta de Andalucía es sólo temporal. Sabe que el 26 de junio, si no logra un buen resultado o no tiene opciones reales de gobernar, el referéndum será sobre él. Y las encuestas, como ahora las del 26J, no son precisamente esperanzadoras para él.
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