“Ya salimos. En 55 horas estaremos en la zona y tendremos cobertura. Os daremos un toque cuando estemos cerca de llegar”. Ángeles Pinilla todavía revisa el mensaje que recibió en la mañana del 29 de abril. Aguarda noticias desde su casa de Callao Salvaje, Tenerife. No mide el tiempo por días, sino en momentos de esperanza o de desesperación. Se aferra a la posibilidad de que su marido, Emilio López, y su sobrino, Álex, sigan a la deriva en algún lugar del Mediterráneo. Pero otras veces le falta el aire, como ocurre en las pesadillas. “Es muy surrealista todo -lamenta con voz entrecortada-, no hay palabras…”.
Emilio y Álex, de 55 y 41 años, tenían previsto partir de Cannes rumbo a Mallorca a bordo del Sirius, una embarcación de regata. El viaje correspondía con una petición de un armador inglés, propietario del navío, que quería participar con él en una competición en aguas españolas. Álex, con 20 años de experiencia naval a sus espaldas, llamó a su tío Emilio para participar en la travesía. Éste también es amante del mar y durante tres décadas ha recorrido las aguas del Atlántico y del Mediterráneo.
“Los dos navegamos infinidad de millas, tuvimos nuestros barcos y llegamos a vivir tres años en uno de ellos”, cuenta Ángeles. Las Islas Baleares, el Levante, el Egeo o la costa Cantábrica fueron algunos de los trazados que el matrimonio dibujó sobre el mar. “Pasamos tormentas y momentos en los que creíamos que no salíamos. Y sobrevivimos a todo”, relata la mujer.
Emilio llevaba casi un año sin realizar un viaje de envergadura a bordo de algún navío, aunque no había dejado de navegar con amigos para ir a pescar. Por eso, cuando su sobrino Álex le propuso la travesía, aceptó ilusionado. “Yo también le animé: 'Así cambias un poco de ambiente', le dije”, afirma su mujer.
Una tormenta en el Mediterráneo
Tío y sobrino tenían previsto abandonar el puerto de Cannes el 28 de abril, a las cinco de la tarde. Pero se encontraron con el puesto de suministro de gasolina cerrado; un contratiempo que les obligó a posponer la travesía un día. Aquella noche, Ángeles pudo hablar con su marido por Skype. “Vi que el Sirius, al ser un barco de regata, estaba aligerado: tenían mesa de cartas, una especie de saloncillo con sofás… dormían en literas que se cuelgan”, explica Ángeles.
Entonces, llegó la tormenta.
“Era muy poco tiempo de travesía. Ellos ya sabían que el tiempo no iba a ser muy bueno, porque habían mirado partes meteorológicos. Pero la tormenta se debió de adelantar y fue muy fuerte. El Golfo de León es una zona muy complicada. Sobre todo cuando está en mal estado de vientos y de mar”. Ángeles habla con la autoridad de alguien que sabe navegar y que conoce la zona palmo a palmo.
De acuerdo a los informes oficiales, la tormenta debió caer sobre los dos españoles cuando desbordaban el cabo de Cannes hacia el Golfo de León. La mujer de Emilio está convencida de que la embarcación pudo plegar las velas para dejarse llevar por los primeros vientos. Le cuesta aceptar la versión de que las olas, de gran tamaño, se hubieran colado a bordo del Sirius y éste se hundiera. “Si el barco hubiera chocado contra algo, encontraríamos trozos de madera. Y si se hubieran hundido, los equipos de rescate habrían hallado algo de material flotando. No, todavía pueden estar vivos”, cuenta Ángeles.
Luis Díez, cuñado de Emilio, apunta que ahora “todo son conjeturas e hipótesis”: “Somos conscientes de la otra realidad, que pudieran estar en el fondo, que fuese imposible rescatarlos”.
La búsqueda de los desaparecidos
Las familias de Álex y Emilio avisaron a las autoridades cuando no recibieron noticias de éstos. Equipos de rescate españoles -entre ellos, Salvamento Marítimo de Mallorca y el propio Ejército- coordinaron un operativo en el que también participaron patrullas francesas e italianas. Pasadas casi cuatro semanas de la desaparición de ambos, los efectivos ya se han retirado e incluso se ha dejado de alertar a las embarcaciones que navegan por la zona por si avistan algún un indicio sobre su paradero. Ahora, los allegados de los desaparecidos han logrado que una avioneta privada cubra el espacio aéreo español partiendo desde Menorca.
Las esperanzas de las familias se sostienen en la historia de Marta y David, los dos españoles que navegaron sin rumbo durante diez días en aguas de Malasia. Una vez rescatados, relataron cómo habían sido ignorados en dos ocasiones por embarcaciones que circulaban por las inmediaciones que no habían llegado a verlos.
“Nos animó mucho el encuentro de Marta y David, eso nos dio una inyección de oxígeno”, reconoce Ángela antes de deshacerse por la emoción. “Nos están ayudando mucho, porque les están haciendo muchas entrevistas y siempre piden que haya más medios para rescatar a buscar a Emilio y Álex -explica-. Hasta tenemos un grupo de WhatsApp con ellos y hablamos a diario”.
Una petición a Exteriores
Las familias de los desaparecidos lamentan el “mal trato” que han recibido por parte de la mayoría de las instituciones públicas -excluyendo a Salvamento Marítimo-. En concreto, apuntan al Ministerio de Asuntos Exteriores, al que lanzan una última petición. “Se ha rastreado en aguas italianas, españolas y francesas, pero no más hacia el sur”, explica Luis, el cuñado de Emilio. Señala a Túnez, hacia donde el viento podría haberse llevado la embarcación.
“Ellos piensan que es imposible que hayan llegado a esa zona, que hay un 1% de posibilidad”, añade. Pero las familias se aferran a ese 1% y, a través de una campaña en Internet, han promovido una recogida de firmas para respaldar su petición ante el Ministerio. “La realidad nos dice que aquí somos números y poco importamos en la vida -lamenta Luis-. Pero, por favor, que no se abandone ese 1%”.