La Policía y la Guardia Civil mantienen intervenidos los teléfonos de 557 personas sospechosas por yihadismo con autorización judicial, según informan a El ESPAÑOL fuentes de la lucha antiterrorista. Estas mismas fuentes indican que actualmente la Audiencia Nacional mantiene 135 procedimientos abiertos en sede judicial con un total de 463 personas imputadas o procesadas y 89 presos en las cárceles a causa del terrorismo islamista.
El hecho de tener más de medio millar de teléfonos 'pinchados' supone un importante trabajo para los traductores con los que cuentan las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, obligados a interpretar un gran volumen de conversaciones en largas jornadas de trabajo. A esta dificultad hay que sumarle la multitud de dialectos que existen en el mundo árabe. Los grupos terroristas suelen emplear en sus vídeos y comunicados el árabe clásico, lengua común que también se usa en los medios de comunicación de los países árabes. No obstante, cada zona geográfica cuenta con su propio dialecto que es el que se emplea mayoritariamente como lengua materna en conversaciones privadas.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional tiene además encima de la mesa 28 diligencias de investigaciones preprocesales, es decir, casos en los que el departamento que dirige el fiscal jefe Javier Zaragoza tiene indicios pero estos no son determinantes por el momento. El Ministerio Público tiene capacidad para realizar pesquisas previas que aún no han sido judicializadas en ninguno de los seis Juzgados del Tribunal como, por ejemplo, lo sucedido en el atentado talibán en la embajada española de Kabul del pasado mes de diciembre en el que fueron asesinados dos policías nacionales.
Coordinación contra el yihadismo
Desde la coordinación contra el terrorismo yihadista de la Fiscalía de la Audiencia Nacional que dirige Dolores Delgado llevan años realizando un minucioso trabajo de recopilación de información que ha permitido a los representantes del Ministerio Público contar con una extensa base de datos. Esta herramienta permite cruzar indicios entre los distintos Juzgados a la hora de determinar perfiles de presuntos terroristas y detectar si algún sospechoso ya cuenta con causas abiertas.
Las fuentes consultadas admiten la dificultad que supone en muchos casos la clasificación de las personas sospechosas a través de sus nombres, ya que es habitual que quienes abrazan la yihad adopten un alias diferente a su nombre original. También suelen cambiar su identidad cuando se relacionan a través de las redes sociales, otra de las fuentes de información de los investigadores. Al mismo tiempo, estos sobrenombres -obligatorios para todos aquellos que se unen a las filas de algún grupo yihadista en zonas de combate- puede dar pistas del propio sospechoso pues suelen incorporar el lugar de origen de la persona o el nombre de sus hijos.
Paralelamente, desde la coordinación contra el yihadismo de la Fiscalía se hace un barrido casi diario sobre las informaciones publicadas en prensa que guardan relación con movimientos yihadistas como, por ejemplo, la evolución de la guerra en Siria o los pronunciamientos del Estado Islámico que, según las fuentes consultadas, son útiles para contextualizar las investigaciones.
Patrones de conducta
El seguimiento de los atentados yihadistas en países del entorno también es prioritario para el departamento de coordinación de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, que aplica un protocolo de trabajo que se ha repetido estos días tras el ataque perpetrado en Niza en el que fueron asesinadas más de 80 personas. En el momento en el que se confirma la identidad del autor, se indaga sobre posibles vínculos con España, ya sea la presencia de algún familiar, contactos o datos de una posible presencia en suelo español.
Las fuentes consultadas han confirmado que, según sus comprobaciones, el identificado como responsable de la matanza en Niza, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, no tiene ninguna conexión con España. Distinto fue el caso, por ejemplo, de Ayoub El Khazzani, autor del ataque el pasado verano en el tren de alta velocidad Thalys cuando circulaba entre Amsterdam y París. Las investigaciones realizadas en España permitieron conocer que había vivido unos años en Algeciras y en Madrid donde llegó a ser condenado a seis meses de cárcel por menudeo de droga.
Además de rastrear sus ficheros en base a la identidad, se procede a realizar un análisis en profundidad de lo sucedido en cualquier atentado. Se fijan especialmente en el patrón de conducta del autor y sus circunstancias personales. Saber cuáles fueron los motivos de su radicalización es clave para extremar la precaución ante perfiles similares que puedan estar sometidos a investigación en España. Cualquier detalle puede ser relevante: los textos de los que se nutría, las personas con las que se relacionaba o incluso el sistema de mensajería que empleaba para sus comunicaciones.
También interesan circunstancias personales que puedan haber marcado su carácter. Los investigadores están convencidos de que existen patrones de conducta que se repiten. Ponen como ejemplo el autor del atentado en Niza, al que se le atribuye un caso de violencia doméstica. Eso hace que se active la alerta sobre sospechosos por yihadismo investigados en España que tengan antecedentes similares. Otro patrón que se repite es la presencia de hermanos dentro de una misma célula. A juicio de los expertos, no son circunstancias determinantes por si solas, pero merecen atención.