El teniente coronel Pepe Recena está sentado en el piso de arriba del rincón de la Legión, Vallecas. Un garito para ellos y “para quien quiera”. Hay un par de personas en la terraza. Dentro, un camarero, la cocinera y el credo legionario en la pared. Arriba, un reservado pequeñito de bancos acolchados, sillas, banderas de España y algún que otro grito en forma de cartel: “¡Legionarios a morir!” o “Hechos para el infierno”.
Esta tarde la leche de pantera no baña la tertulia. Apenas un par de cervezas y alguna que otra tapa. Silencio casi castrense y una operación sobre la mesa: reunir 10.000 personas en el centro de Madrid el próximo 24 de septiembre para convencer a Carmena y que la calle del fundador de la Legión, José Millán Astray, no se convierta en una chapa de almacén.
La Comisión para la Memoria Histórica del Ayuntamiento, dirigida por Paca Sauquillo, ha decidido quitarla. “Somos españoles, ni rojos ni azules. Hasta la llegada de esa ley ninguna placa había sido motivo de disputa. Quieren derribar la Historia y modelarla a su interés”, coinciden los cuatro caballeros legionarios presentes. En una visión menos histórica, varios vecinos también se quejaron de las molestias que podría suponer el cambio de calle.
“Basta ya, nuestro fundador merece un respeto”
Pepe Recena es el coordinador de Hermandades y Asociaciones Legionarias. Viste un polo de la legión, pantalones caquis y voz quebrada, más sabinera que la de Joaquín. “Acabo de llegar de un campamento en León”, se justifica. Ha abierto el portátil y enseña documentos de forma tan apasionada como alborotada.
“Basta ya, nuestro fundador merece un respeto. Vamos a conseguir mostrar la faceta más desconocida de Millán Astray, la que nadie quiere escuchar. Ni participó en el alzamiento, ni en la guerra civil, ni exaltó la dictadura”, prologa antes de enmarañarse en el artículo 15 de la ley de la Memoria Histórica que aduce la Comisión para dejar sin calle al primer legionario.
Un objetivo más que complicado y que -reconocen- exige mucha pedagogía dada la amistad de Millán Astray con Franco, su coincidencia en África, el "muera la inteligencia" gritado a Unamuno -que ellos consideran falso- y la fundación de un órgano propagandístico durante la Guerra como fue Radio Nacional de España.
Recena parece un lobo de mar. Calza barba canosa y poblada. Es fácil imaginarle fumando en pipa y pescando en altamar, un pensamiento que huye cuando sube al reservado un legionario y se cuadra a la voz de “mi teniente coronel”; una imagen que se disipa cuando expone sus argumentos. Nadie osa interrumpirle.
“La Legión no participa como unidad militar"
La manifestación está a punto de oficializarse. Se han cumplido casi todos los requisitos. Insisten en dejar claro que la Legión como unidad militar no participa ni en la marcha ni en la organización: “Los ciudadanos van a título particular. De hecho, está prohibido desfilar en uniforme. Sólo se permitirá el chapiri –gorrillo–“. La procesión tendrá como único objetivo clamar por el mantenimiento de la calle. Aseguran que no habrá más símbolos que la bandera de España. En la organización, particulares y un gran número de hermandades de antiguos caballeros legionarios.
Guillermo Rocafort es la cabeza visible del equipo organizador. Musculado, pero doctor universitario y vacío de tatuajes huye del mito del legionario canalla. Ante la incertidumbre que pueda causar la manifestación, expone: “Contaremos con un equipo de seguridad propio, lógicamente desarmado, que se encargará de evitar cualquier percance o símbolo que esté fuera de lugar”.
El teniente coronel Recena se gira hacia el portátil y reproduce un vídeo como muestra. Aparecen jóvenes corriendo, saltando muros y superando distintas pruebas: “Todos ellos son capaces de inmovilizar a alguien sin hacerle daño. Están altísimamente preparados”, presume.
Explicada la manifestación, Recena vuelve a la ley de la Memoria Histórica: “¿Qué esperas de un texto aprobado por alguien que comparó el fusilamiento de su abuelo durante la Guerra Civil con el atentado terrorista que mutiló a Irene Villa? Se creen los paladines de la tolerancia, pero son bomberos pirómanos”.
Llega el momento de hablar de José Millán Astray, fundador de la Legión. Recena, de carrerilla, dice: “El valor y la inteligencia son virtudes perfectamente compatibles. Millán Astray no era un sanguinario. Era un soldado valeroso. Como todo guerrero, vale para matar porque así se les enseña. En el combate es la vida de uno o la del otro. Pero esa es una de las funciones, que además tenía una causa noble, los legionarios mueren por salvar a gente y defender a su país”.
En conversación con este periódico, la presidenta de la Comisión de la Memoria, Paca Sauquillo, asegura que la Legión no tiene nada que ver con el motivo dictamen: "Es una institución democrática y admirable, que realiza una gran labor en misiones de paz. Hemos propuesto la retirada de la calle por la connotación del personaje. Estuvo al frente de un órgano propagandístico encargado por Franco y grito 'muera la inteligencia' en lo que supuso una defensa del alzamiento. No digo que fuera buena persona o que se volcara en lo social. Seguro que es cierto, pero no tiene nada que ver. Sólo aplicamos la ley".
La faceta "desconocida" de Millán Astray
Recena remarca “la faceta desconocida de Millán”: “Se volcó en obras sociales, la parroquia del padre Madina, el barrio de las Latas… Los desprotegidos sabían bien de su entrega y dedicación. Incluso se enfrentó a Franco por escrito para echarle en cara su gestión de la pobreza. Invitaba a cenar a los pobres e incluso regalaba su gabán".
“¿Sabe qué es lo más importante de la Legión? Los primeros se alistaron en 1920. Gracias a su participación, muchos jóvenes humildes que no podían librarse de la guerra de Marruecos regresaban a España. Se salvaron muchas vidas gracias al valor de Millán y de otros muchos. Fue en Marruecos donde el fundador perdió un brazo y el ojo”, relata ante el asentimiento de los presentes.
En ese momento, un legionario interrumpe y espeta: “Dicen que somos de Franco, pero los primeros legionarios eran pistoleros de izquierdas. ¡Mi superior llevaba tatuado al Che!”.
Teniente Coronel, ¿cómo argumenta que Millán Astray no participó en el alzamiento ni exaltó después la dictadura?
Vamos por partes. Cuando empezó la Guerra, Millán Astray estaba en Argentina. Volvió a España por Lisboa. Allí le convencieron Gil Robles y algunos diplomáticos de que no se incorporara al bando republicano, probablemente con información partidista. Además, la participación del ejército de África en el bando nacional seguro que le influyó. Así que cuando llegó ya no había alzamiento, sino una guerra fratricida, que es distinto. Alzamiento sólo hubo al principio y fracasó.
Pero durante la Guerra se le encomendó la creación de Radio Nacional, un órgano propagandístico para los nacionales.
Porque era muy buen orador y tenía mucha facilidad para dirigirse y exaltar a los soldados. Además, las emisoras no funcionaban y tenían muy poca difusión.
Pero aquella emisora exaltó al bando nacional, ese era su objetivo.
Lo que decimos es que durante la Guerra todo el mundo participó de una forma u otra. Donde le tocó. Entonces, ¿qué van a hacer? ¿Tirar todos los símbolos al mar? Duró muy poco tiempo al frente de la radio. No era lo suyo, no era un político.
Era amigo de Franco por su etapa en África. ¿Tampoco celebró luego la Dictadura?
Coge las fotos de los desfiles de la victoria. Nunca verás a Millán Astray entre los cargos oficiales o al lado de Franco. De hecho, nadie cuenta los enfrentamientos que tuvieron. En 1937, Millán se presentó en la cárcel de Salamanca y, sin tener mando ni autoridad, prometió a los presos que no se fusilaría a nadie. Y así fue. Por otro lado, un día le hizo a Franco unas observaciones militares. Este le respondió que se fuera a freír espárragos, que él era el caudillo. Millán Astray le contestó: “Tú no eres caudillo ni eres nada”. A lo que respondió Franco: “Eso ya lo veremos”.
¿Y el resto de años?
Tampoco. Se dedicó a formar el cuerpo de mutilados de España y a ayudar a los humildes. Ahora que están de moda las puertas giratorias, contaré algo: se le ofreció un cargo en el Banco de España, en un consejo. Pero él lo rechazó porque no se consideraba preparado. Explicó que decir ‘sí’ hubiera sido robar.
¿Entiende que la placa de Millán Astray pueda ofender a alguien?
Seamos concisos en las palabras. La ley dice que se retirarán los símbolos que exalten. Esta placa no lo hace. Ni mucho menos. No es lo mismo que una persona haya participado en algo que su placa signifique celebrar eso. No podemos juzgar a una persona así. Se van a cargar España. Nos van a dejar un país roto.
El nombre sustitutivo parece que será “Avenida de la Inteligencia”.
Eso es una provocación. Dan por bueno que Millán Astray dijo aquello de “muera la inteligencia”. Yo me fío de lo que él relató acerca de ese hecho. Y es mentira.
Ayudado por Rocafort, Recena busca en una carpeta las declaraciones que hizo el fundador de la Legión el 20 de diciembre de 1946 al periodista Cristóbal de Castro. Así resumió Millán Astray lo que contestó a Miguel de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca: “Estudiantes universitarios, los que ahora podéis escucharme y los que no podéis porque estáis en las trincheras defendiendo a Dios y a la Patria. Cuando termine la guerra con la victoria que Dios nos dará, tened mucho cuidado al escuchar las palabras de ciertos hombres que, dominando el léxico y con perversa intención, hacen juegos malabares con las palabras y los conceptos para llevar a vuestros corazones al engaño”. Los gritos de “viva la muerte” y “muera la inteligencia” los atribuyen a bulos y a falangistas camuflados en el público.
Esta versión no tiene nada que ver con la del propio Unamuno, que garabateaba nervioso aquel día las palabras de los distintos oradores. Tal y como recoge Andrés Trapiello en 'Las armas y las letras', fruto del compendio de varios historiadores, dijo el rector: "El general Millán Astray no es uno de los espíritus selectos, aunque sea impopular o, quizá por esta misma razón, porque es impopular. El general Millán Astray quisiera crear una España nueva según su propia imagen. Y por ello, desearía ver a España mutilada, como inconscientemente dio a entender. En este punto interrumpió Millán Astray al grito de "¡Muera la inteligencia!".
Los dos besos a Sauquillo
Todos estos argumentos se los expuso el teniente coronel Recena a Paca Sauquillo, directora de la Comisión de la Memoria Histórica. Los legionarios aseguran que ésta se emocionó y que les prometió considerar su petición, aunque también advirtió de que no quería generar “falsas expectativas”.
El coloquio entre Recena y Sauquillo terminó con dos besos. “Le conté que yo formé parte del grupo que la escoltó en su visita a los Balcanes y ella se emocionó”, relata el teniente coronel.
Después de aquella charla, los antiguos caballeros legionarios aseguran que no ha habido respuesta del Ayuntamiento. Según ha podido saber este diario, la Comisión enviara en pocos días una contestación a sus alegaciones. Los novios de la muerte quieren convencer a Carmena. La prueba, el 24 de septiembre.