“¿Quién es Carmena? ¿Quién se ha creído?”, grita un vecino. “Esto lleva así desde después de la Guerra, ¿para qué hay que cambiarlo?”, reprocha exaltado. A la gente de la calle general Millán-Astray no les ha gustado el cambio en el callejero propuesto por la Comisión de la Memoria Histórica y por el que se modificarán los nombres de 27 vías madrileñas.“Es una lista de urgencia. Debía revisar en primer lugar las calles más polémicas”, contaba ayer uno de los componentes de dicho comité a EL ESPAÑOL.
En la reconstrucción de la memoria que se le ha propuesto al Ejecutivo de Carmena destaca la metáfora que el grupo ha ejecutado sobre la figura de José Millán Astray y Terreros (1879-1954), que pierde su calle en el distrito de Latina. En su lugar la placa azul metálica dirá: Avenida de la Inteligencia.
El gesto del grupo por la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica de 2007 subraya los acontecimientos del 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca. El autor de Niebla, La tía Tula y San Manuel Bueno, Mártir quedó arrestado y confinado en su domicilio hasta su muerte, después de que Millán Astray interrumpiera su discurso de reconciliación y le gritara: “¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia!”.
La propuesta de Paca Sauquillo, que se realizará en los próximos seis meses, ha enfadado a los vecinos y a los comerciantes de la zona, que se han movilizado desde el anunció la propuesta. Incluso se han recogido firmas para que la calle Millán-Astray no cambie de nomenclatura. Antonio vive en la calle desde el año 75 y dice que “esto es un cachondeo”. Señala que hasta hace unos meses nadie se había quejado de cómo se llamaba su calle. “Esto es historia, todos sabemos quién es pero no es relevante”, sentencia. “Es un gesto innecesario”, señala Antonio, y que va a generar “gastos y problemas”.
Toda la publicidad, los sellos y demás vamos a tener que cambiarlos, no me he parado a pensar cuánto va a costar pero bastante
La Administración de Lotería de Millán-Astray lleva en funcionamiento desde 1982, el padre de Sergio Galindo, quien está ahora detrás del mostrador, ha dado el Gordo de Navidad en dos ocasiones y muchas alegrías para el barrio. Sergio no niega que políticamente pueda ser necesario el gesto pero afirma que le va a generar muchos gastos. “Toda la publicidad, los sellos y demás vamos a tener que cambiarlos, no me he parado a pensar cuánto va a costar pero bastante”, afirma. Además, cuenta que desde que se anunció el cambio “un par de chicos jóvenes se ponían en la calle para informarnos, pero no ha dado mucho resultado”.
Mientras ponen un tinte en la peluquería Mario, la peluquera y los clientes reniegan de la propuesta. “Ese hombre no era franquista y, ahora, nos va a costar el dinero a nosotros”. Afirman con vehemencia que el Ayuntamiento no se va a hacer cargo de los gastos, que les va a tocar a ellos “desde las escrituras hasta las bolsas que llevan el nombre de la calle”. “¿Sabes quién va a pagar esto? Los de siempre”, señalan. Al centro óptico de Millán-Astray el cambio le va a costar “300 euros”, señala su responsable. “No creo que la gente vaya andando y piense ‘esta calle lleva el nombre de un desgraciado’, da igual que se llame Millán-Astray que Agapito Pérez”, apunta la óptica. Los vecinos miran desde la óptica de sus negocios lo que supondrá la decisión de la Comisión de la Memoria Histórica.
No creo que la gente vaya andando y piense ‘esta calle lleva el nombre de un desgraciado’, da igual que se llame Millán-Astray que Agapito Pérez
Javier vive a mitad de la calle desde hace 20 años y ha firmado para que nada cambiase en su barrio. “Esto es un sinsentido, es un personaje histórico”, señala. “Hasta que los servicios de paquetería y demás se aclaren… Puf, vamos a tardar mucho”. Javier afirma que por el barrio nadie está a favor del cambio y señala que el cambio por Avenida de la Inteligencia “tiene un poco de sorna” mientras se ríe y recuerda el episodio del general con Unamuno.
Mientras desde la comisión alaban que “el trabajo del comisionado ha sido ejemplar” y que “no ha habido fisuras, ni debates enconados”, desde la calle los ciudadanos siguen mirando con recelo la propuesta.