En el pleno debate de investidura, Albert Rivera mencionaba una posibilidad que puede hacerse realidad en muy poco tiempo. “No esperen unas terceras vacaciones si hay nuevos comicios”. En efecto, los diputados ya han disfrutado unos cuantos días de vacaciones en el último año. Si, como parece, se prolonga la parálisis que sufre el sistema político español y se producen las terceras elecciones, sus señorías habrán participado de actividades puramente parlamentarias en torno a cincuenta días en todo un año natural, desde los comicios del 20 de diciembre hasta la hipotética cita con las urnas del 18 de diciembre.
Ya han pasado 258 días desde que el 20-D se rompía el panorama político del bipartidismo. En este tiempo se han visto Compromisos de Caspe, investiduras fallidas, sesiones de control, Toros de Guisando, dos presidentes del Congreso y 350 parlamentarios dos veces. En este tiempo la actividad en el Parlamento se ha concentrado en muy pocas fechas.
Según el Diario de Sesiones y el Archivo Audiovisual del Congreso, la actividad parlamentaria ha sido más bien escasa. Cuarenta días de trabajo completo. Eso sin contar, entre otras, las reuniones de negociación que se hayan llevado a cabo entre los distintos partidos en los últimos meses. En ellas participan grupos reducidos de cada uno de los partidos, que evidentemente no involucran a la totalidad de los parlamentarios de cada grupo. Esos días se corresponden, por ejemplo, con las reuniones llevadas a cabo por Ciudadanos y PP la semana pasada con el fin de llegar a un acuerdo de investidura de Mariano Rajoy. En esos días participaron un número concreto de negociadores por parte de cada uno de los partidos, que poseen muchos más parlamentarios de los que acudieron al Congreso a negociar.
Los datos
En enero sus señorías solo tuvieron un día importante de trabajo. Fue el día 13. En sesión plenaria, Patxi López fue elegido como presidente de la Cámara y se puso en marcha la XI Legislatura de la historia de la democracia. Entonces, comenzaba a correr el tiempo, el rey comenzaba sus consultas y los partidos se reunían entre sí.
Desde entonces, los parlamentarios comenzaron a emitir diversas propuestas que se iban formalizando en las salas del Congreso. En el mes de febrero se registraron solo seis días de actividades que involucrasen a buena parte de los parlamentarios de los distintos grupos. La mayoría de ellas tuvieron que ver con el inicio de las distintas comisiones: hacienda, turismo, cultura, industria… Seis días de los 21 entre semana que podía haber actividad política en el Congreso.
Marzo fue el mes de la sesión de investidura fallida de Pedro Sánchez. Tras las reuniones de los equipos de Ciudadanos y PSOE el mes anterior (que no involucraron la aportación de todos los representantes de ambas formaciones) Sánchez acudía a obtener la legitimidad de la cámara y se encontró en frente con la pinza de Rajoy y Pablo Iglesias. Fueron tres de los 9 días en los que el Congreso registra actividad parlamentaria en su página web. Por lo demás, se celebraron comisiones de distintas áreas los días 15, 16, 17, 23, 29 y 30.
A dichas comisiones solo acudieron, claro está, algunos diputados de cada partido, pero no todos. Aparte quedan algunas ruedas de prensa, una nueva ronda de consultas del rey con los líderes políticos y poco más. Actividades todas en las que, como se ha dicho, solo se implican unos pocos parlamentarios de cada formación.
Los sueldos
Llegará diciembre, el turrón, el vuelve a casa por Navidad y la ya que se va a convertir (parece) en una tradición invernal: elecciones en diciembre. Se cumplirá también el aniversario de un año atípico, en el que sus señorías habrán trabajado, en sesiones parlamentarias y comisiones, en torno a cincuenta días desde el pasado 20D. En todo ese tiempo, cada diputado ha mantenido, complementos salariales aparte, un sueldo de 2.813,87 euros al mes. De ese modo, sin contar las retribuciones que pueda tener un diputado por distintos cargos, un parlamentario que haya estado desde el 20 de diciembre hasta ahora habrá cobrado 33.766,44 euros.
Todo ello sin contar los aumentos y las retribuciones de los cuales disfrutan algunas de sus señorías. Según el reglamento del Congreso, dependiendo del cargo que ejerzan los diputados disfrutan de una cuantía de ingresos mayor.
El presidente, es decir, Ana Pastor, obtiene en concepto de "complemento miembro de Mesa" 3.064,57 €, 3.327,89 € en gastos de representación y 2.728,57 € en concepto de gastos de libre disposición. Los miembros de la mesa obtiene cada uno un complemento como miembro de Mesa (1.209,60 €), otro complemento en gastos de representación (1.010,83 €) y otro más en gastos de libre disposición: 707,10 €. No son los únicos, en la web del Congreso se pueden consultar los complementos de los que gozan los presidentes de las comisiones, los secretarios de las comisiones, los portavoces, los portavoces adjuntos, los portavoces de comisión y los portavoces adjuntos de comisión. Un trabalenguas que se traduce en una enorme cantidad de dinero que los diputados están ingresando por acudir alrededor de 50 días en todo el año 2016 al Congreso.
Cuando termina una legislatura, se abre un limbo de 52 días hasta las siguientes elecciones. En ese momento, por ley, el diputado puede seguir cobrando esos meses vacíos en los cuales nada sucede y nada se mueve, en los que tan solo resta esperar hasta los siguientes comicios. El pasado mes de mayo solo fueron 39 de los 423 diputados y senadores los que renunciaron a su sueldo en esos 52 días en los que se paraliza todo a expensas de unas nuevas elecciones.
Solo acuerdan sus vacaciones de Semana Santa
Más allá del registro del Congreso, precisamente en marzo se vivió una situación inaudita. Los grandes partidos, los mismos que no son capaces de desbloquear la formación de Gobierno, sí se pusieron de acuerdo para alargar sus vacaciones de Semana Santa, como informó EL ESPAÑOL en su momento. Todos los grupos votaron a favor de aplazar un pleno que estaba previsto para el 29 de marzo y, por consiguiente, se retrasó también la Junta de Portavoces que debía celebrarse el martes siguiente. Así, excepto los que forman parte de la Junta de Portavoces, ninguno de los diputados tuvo la obligación de volver a su escaño hasta el 5 de abril, cuando se celebraría el siguiente pleno. Teniendo en cuenta que el anterior pleno se celebró el 15 de marzo, sus señorías acordaron unas vacaciones pagadas de 21 días.
Según el registro oficial, abril fue el mes de mayor actividad en los salones del Congreso. En total, 14 días entre los cuales se produjeron comisiones de todo tipo, entre ellas varias sesiones de celebración del aniversario del Quijote de Cervantes. Todas las semanas sus señorías acudieron al menos dos veces a los edificios de la Carrera de San Jerónimo. La última de abril fue la más prolífica. Fue la única de todo el año en la cual los parlamentarios acudieron lunes, martes, miércoles, jueves y viernes.
La sequía
En mayo, llegó la gran sequía. El rey ya había desistido de la capacidad de la cámara para forjar pactos y alzar un nuevo presidente del gobierno. Por ello, el día 3 se disolvieron las cortes y se convocaron elecciones generales para el domingo 26 de junio. Hasta la jornada electoral solo el día 9 de ese mes hubo actividad parlamentaria con un acto en el que se entregaron los Premios al Defensor del Pueblo. El resto del tiempo, los diputados se dedicaron a sus partidos, pero ya no tenían que visitar la sede de la soberanía nacional, aunque siguieran cobrando por su condición de representantes públicos.
Después de las elecciones del 26 de junio, los días de trabajo en el Congreso se redujeron notablemente. El día 28 de junio, el día 19 de julio, cuando se constituyeron las cortes de la XII Legislatura (y el nombramiento de Ana Pastor como presidenta del Congreso) y nada más hasta agosto. Este último ha sido el mes de las negociaciones entre Rajoy y Albert Rivera, en el cual algunos de ellos se han dejado caer por el Congreso, pero evidentemente no todos.
Sobre el papel, los días que el calendario de la web de la Cámara Baja marca como jornadas en las que tuvo lugar algún acontecimiento en el Congreso fueron cuatro: el 18 con la constitución de la Diputación Permanente, el jueves 25 con un minuto de silencio por las víctimas del terremoto de Italia, y los días 30 y 31, esta misma semana, con la investidura de Mariano Rajoy, que se alargó hasta este viernes por la tarde, ya en este mes de septiembre.
La opinión de los diputados
Algunos parlamentarios lamentan que la situación tenga que ser esa. José Manuel Villegas, de C's, asegura que todo se relaciona con la ausencia de gobierno. “Eso provoca una situación de parálisis. Incluso se aprobaron que comenzaran a ver determinadas leyes y que se abrieran comisiones. Pero desde que pasan dos meses y se disuelven las cortes, esas iniciativas decaen. Por tanto, habrá que valorar si tiene mucho sentido esa actividad si no se saca adelante la legislatura”, explica Villegas.
Gloria Elizo además de parlamentaria, fue elegida en la Mesa al mismo tiempo que Ana Pastor como presidenta del Congreso. La representante de la Mesa considera que no puede ser que una decisión ejecutiva deje paralizado el legislativo. "Deberían establecerse mecanismos que lo normalicen, y que el legislativo no esté paralizado por una decisión política". Elizo asegura que sería necesario adecuar las necesidades públicas para que los parlamentarios tengan más responsabilidades. "Así, la vida parlamentaria sería más participativa. El reglamento actual de la Cámara es bastante deficiente en cuanto a la organización del legislativo".
Qué pasará desde ahora en adelante
Una vez consumado el doble fracaso de Rajoy en la investidura, los plazos ya han empezado a correr. Sus señorías tienen dos meses más (hasta el 31 de octubre) para volver a reunirse con el rey y que este proponga a un nuevo candidato (o al mismo) para otra sesión de investidura. Entretanto, la actividad parlamentaria que pueda haber es raquítica. Si la hubiere, se concentraría de la siguiente manera: en las dos primeras semanas del mes de septiembre (del lunes cinco al domingo 18) los grupos ya pueden empezar a emitir propuestas, y las comisiones de las diferentes áreas ya pueden empezar a constituirse. Teniendo en cuenta el precedente sentado desde el 20 de diciembre hasta ahora, con 40 días marcados en el calendario del Congreso, parece probable estimar que los diputados no acudirán al Congreso más de 50 días en todo el año.
La tercera semana se produce un parón por la llegada de las elecciones vascas y gallegas. El artículo 73 de la Constitución prevé dejar esa semana libre: “Si está prevista la celebración de elecciones autonómicas, ya sean con carácter general o parcial, la cortesía parlamentaria ha instaurado la costumbre de no celebrar sesión plenaria durante la semana anterior para facilitar el desarrollo de la campaña electoral correspondiente”. Durante esos días, algunos diputados suelen involucrarse en la campaña electoral de cada uno de sus partidos en las comunidades que corresponde. Esa será otra semana sin actividad en el Congreso.
Una vez pasadas las elecciones autonómicas en ambas comunidades el domingo 25 de septiembre, faltarían cinco semanas desde el lunes 26 hasta que caiga el último grano de arena en el reloj de la democracia española. El 31 de octubre, dos meses después de la primera votación en la sesión de investidura, se disolverían las cortes y todo volvería a empezar de nuevo. Desde ese momento y durante los 54 días siguientes hasta las elecciones, los diputados pueden (si lo desean) continuar cobrando. Evidentemente, ahí tampoco habría actividad parlamentaria.