La tragedia amenazaba con estallar en silencio: en las inmediaciones no había nadie que escuchara los gritos de 1.048 personas que trataban de ahuyentar a la muerte. Viajaban a bordo de once barcazas que apenas se sostenían, dejando atrás Libia y con la aspiración de alcanzar Europa. “En las embarcaciones no cabía un alfiler”, recuerda el capitán Carlos Posada Novoa. Ancianos, mujeres y niños, los más indefensos, no podían hacer otra cosa que apretarse en un rincón.
Las mafias de tráfico de seres humanos han acelerado su actividad en las últimas semanas y han lanzado decenas de barcazas al Mediterráneo. El capitán Posada habla de las “escenas de pánico” que se vive a bordo de estas. Él está al frente de la fragata española Reina Sofía, que recientemente protagonizó el rescate descrito. Su vida, en buena medida, se rige por un lema que impera en la Armada: “Adiéstrate para el combate porque luego combatirás como te has adiestrado”. Pero, tal y como reconoce, la realidad del Mediterráneo, donde la vida se escurre entre los dedos, supera cualquier simulación.
¿Qué ocurrió la semana pasada para que se produjera tal envío masivo de barcazas? El lunes, 29 de agosto, se rescataron a 6.500 personas; al día siguiente la Reina Sofía rescata a 1.048…
La fragilidad de estas embarcaciones depende muchísimo las condiciones meteorológicas, especialmente del estado de la mar. En agosto, las mafias no han podido enviar muchas y en pocos días se han concentrado demasiadas.
¿Y hay medios suficientes para hacer frente a estas situaciones?
Uno de los problemas que nos encontramos cuando se produce la salida masiva es el número de buques disponibles, contando incluso con los de las ONGs. Pero lo malo llega los días siguientes: todos los buques están viajando a un puerto de seguridad -normalmente en el sur de Italia- y quedan muchos menos disponibles para hacer rescates. Es evidente que las mafias juegan con todas estas posibilidades.
¿Cómo funcionan estas mafias? ¿Cómo deciden cuándo y cómo enviar las embarcaciones?
Ellos se supone que tienen un sistema de logística que les permite dejar salir un número de embarcaciones con periodicidad diaria, con unas 2.000 o 3.000 personas diarias en los meses de verano. Cuando esa periodicidad no se puede cumplir por cuestiones meteorológicas, se les va acumulando la cifra. Pero, aparte, ellos pueden jugar con el número de barcos disponibles para recoger a los migrantes: cuando hay salidas masivas en días consecutivos, el centro de coordinación de Roma se encuentra con el problema de disponer de barcos. Entonces tenemos que echar mano de buques mercantes que hay por la zona.
¿Cómo advierte la fragata Reina Sofía que decenas de barcazas han sido enviadas al mar?
Estas embarcaciones suelen salir por las noches y la primera señal la da el propio personal de estas mafias desde Libia, desde donde hacen llamadas por teléfono satélite al centro marítimo de coordinación de rescate en Roma informando de la salida de embarcaciones. Posteriormente, justo en el crepúsculo matutino, cuando aparece el sol por el horizonte, llegan los aviones de patrulla marítima y dan la presentación de las embarcaciones que hay. Con esa información ya se pone en marcha el dispositivo de salvamento.
Volvamos al 30 de agosto, cuando la Reina Sofía recibió el aviso de que más de mil personas viajaban a la deriva.
Tras recibir el aviso desde Roma, el barco se pone en marcha con un procedimiento muy depurado en el que se activan hasta 80 miembros de la dotación del barco divididos en diferentes equipos: desde los encargados de proporcionar las primeras asistencias en las embarcaciones, al personal a bordo encargado de recibirlos y de proporcionarles la asistencia que necesitan.
Y se encontraron con las once barcazas.
Una vez se llegamos a las inmediaciones, mandamos dos embarcaciones y comprobamos el estado de cada una de ellas. Lo primero es proporcionar chalecos salvavidas si no los llevan -que suele ser la mayoría de las veces- y, después, bien se les transporta a bordo de la fragata, bien se trasladan sus barcazas hasta el buque.
La Reina Sofía viaja habitualmente con una tripulación de unos 200 efectivos. Y, en ese momento, subieron más de mil personas a bordo. ¿Cómo se les atiende? ¿Qué procedimiento se activa?
Es un reto asistir a un número de personas tan elevado en un periodo de tiempo largo. Nosotros hemos tardado casi 40 horas con dos noches en la mar con mucha gente. Durante ese tránsito hay que proporcionarles la asistencia a esas personas (desayuno, comida y cena), ayuda médica y a veces también apoyo emocional. Ellos agradecen mucho que la gente se preocupe por ellos y que se les pueda apoyar en estas situaciones.
¿De qué les hablan durante ese tránsito?
Al ser durante un tiempo prolongado, da para mucho. Se corresponde con un procedimiento de filiación para tener una idea de saber de dónde viene la gente y comunicárselo a las autoridades italianas. En estas conversaciones obtenemos a veces una realidad de la dureza de estas situaciones. Cada uno cuenta lo que le ha supuesto esta aventura de dejar su país e intentar llegar a Europa. Hay muchas historias muy duras. Agradecen el apoyo que podamos proporcionarles nosotros, muchas veces sólo dándoles conversación o asistiéndoles de la mejor forma posible. El reto, además, es intentar hacer una vida lo más normal posible con una dotación del barco multiplicada por seis.
Esta misión, la EUNAVFOR MED Sophia -en la que participa la Reina Sofía y operada por la Unión Europea-, es una de las más exigentes para la Armada española.
Exige adaptar un barco de la Armada que preparado para acciones de combate a acciones de este tipo. Una fragata con gran capacidad de combate se convierte en una de rescate. Por ejemplo, el almacén de torpedos del barco, donde caben más de 20 torpedos, se convierte en una enfermería de campaña para atender a los migrantes. Después imagínese la cantidad de material que tenemos que embarcar para asistir a esta gente. Muchas veces llegan casi desnudos. Hay que darles ropa, medicinas…
¿Se realiza algún tipo de preparación psicológica para afrontar este tipo de situaciones?
El primer contacto con esta operación, el 26 de mayo, fue uno de los momentos más trágicos porque tuvimos que efectuar el rescate de una embarcación casi hundida en el que hubo un número importante de bajas. Son momentos duros en los que hay gente que ha embarcado y ha perdido gente cercana. Esto le supuso un impacto a toda la dotación, pero que de forma positiva ha permitido saber desde primera mano hasta dónde podemos llegar en esta operación. Lo que pasa es que nosotros tenemos un dicho en la Armada que dice: "Adiéstrate para el combate porque luego combatirás como te has adiestrado". Pero el tema psicológico es difícil entrenarlo porque es imposible simular las escenas tan duras del Mediterráneo.