“El PP es muy contundente contra la corrupción. La soluciona a martillazos en los discos duros”. Esa era Ana Pontón, candidata del BNG. Hasta ese momento Alberto Núñez Feijóo se había mostrado relajado en el debate, mirando por encima del hombro a los otros candidatos -"viene aquí el juez..."- . Pero fue abordar la corrupción y torcer el gesto. Es algo de lo que en Galicia no se suele hablar.
Sin embargo este lunes se habló de ello en la Televisión de Galicia, en el debate organizado que enfrentó a los cinco candidatos a las elecciones gallegas. Era el tercero de los bloques a abordar, pero sin duda el más esperado. En ese momento, todos los candidatos se unieron contra el del PP.
Salió a colación la foto de Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado, el caso de Manuel Baltar (imputado por enchufes a cambio de favores sexuales en la Diputación de Ourense), la operación Pokémon, los discos duros de la calle Génova, las imputaciones en la alcaldía de Santiago de Compostela… El presidente de la Xunta se vio más acorralado que nunca. Trataba de armar un discurso, pero no lograba enhebrar una sola frase con la que condenar la corrupción de su partido en Galicia, cuyos casos han ido destapándose cada vez más en los últimos cuatro años.
Poca contundencia de Feijóo
El candidato del PSOE, Xaquín Fernández Leiceaga, y el de En Marea, Luis Villares, monopolizaron la crítica al líder del PP gallego, quien contestaba con evasivas. Ambos le hicieron notar a Feijóo que en su eslogan electoral no lleva las siglas de su partido, plagado de casos de corrupción en toda España, sino que en él tan solo aparece su nombre, actuando como una especie de escudo. Los casos del PP de Galicia rebotan en Feijóo y se pierden entre la nada. “Baltar en Ourense sigue estando ahí. En Lugo, ustedes acarrean viejos para votar, que podrían ser nuestros abuelos”, sentenció Villares.
Durante el debate se pudo comprobar en las réplicas del máximo dirigente popular en la comunidad gallega la defensa que Feijóo hace de la corrupción: “Fui contundente y lo voy a seguir siendo”. Tras la frase, un silencio incómodo. Nadie dice nada. Y Feijóo no acaba la frase.
El candidato del PP hizo caso omiso de las interpelaciones, evitó la autocrítica, rechazó algunas acusaciones y obvió todo lo demás. Nadie está a salvo, parecía decir, señalando con el dedo los casos de los otros partidos, sin entrar a condenar los suyos propios. No tuvo escapatoria. Feijóo bajaba la cabeza, enterrándola en sus papeles, mientras trataba de hilar algún argumento con el que sostener lo insostenible.
Era el momento más esperado del debate. Pocas veces se ha enfrentado de forma directa Feijóo a las acusaciones de corrupción del resto de las fuerzas políticas. El lunes fue el día. Un cuatro contra uno de manual. Un turno tras otro todos los candidatos iban resaltando un caso distinto del PP gallego. Luis Villares le recordó cómo estos últimos días se paseaba con el propio Baltar por Ourense. La corrupción, decían, no es solo una cosa lejana que atañe a Rajoy en Madrid. Feijóo ha criticado mucho durante los últimos años la falta de autocrítica a nivel estatal y este lunes fue precisamente lo que a él le faltó. El PP en Galicia tiene al enemigo en casa.
Un debate intenso y caótico
Fue un debate largo, bronco e intenso. El estilo que viene marcando la política parlamentaria gallega en los últimos cuatro años se trasladó a la televisión, con un debate a cinco que se puede definir en una sola frase: todos contra Alberto Núñez Feijóo. El desorden imperó en muchos momentos de las intervenciones de los candidatos, que se peleaban por los turnos de intervención.
En las más de dos horas de duración En Marea, PSOE, BNG y Ciudadanos fueron sin descanso contra el PP. Saben que las encuestas están ajustadas y son inciertas. Por unos pocos miles de votos se puede decidir para un lado o para otro una mayoría absoluta para los populares o para el signo contrario, una presumible coalición entre En Marea, BNG y el PSOE gallego.
Cristina Losada, de Ciudadanos, hizo lo que pudo. Fue la única que no habló en gallego, y eso le pasó factura. Ninguno de los candidatos le replicó, ninguno le rechazó una afirmación. Luis Villares tuvo su punto álgido en la afrenta de la corrupción contra Feijóo, pero había permanecido diluido demasiado tiempo hasta ese momento, leyendo demasiado sus papeles e introduciendo los eslóganes entre medias. La más convincente, de inicio, fue Ana Pontón, que surgió con aplomo contra Feijóo, pero le duró poco.
El único momento en el que el líder del PP gallego se sintió cómodo ante el ataque continuo al que se vio sometido fue en los bloques de economía y nacionalismo. “Todos ustedes vienen del BNG”, replicó a los candidatos. Leiceaga, economista de pro, obtuvo en el bloque económico su momento, pero rápidamente quedó desbaratado su discurso en cuanto el actual presidente de la Xunta le recordó por qué es candidato del PSOE. “Usted está aquí porque su predecesor tenía 10 imputaciones por corrupción, señor Leiceaga”. No se le vio más.
En resumen, fue un debate en el que Feijóo salió escaldado ante la enorme cantidad de correctivos que recibió por uno y otro lado. Estaba en el centro del plató y las vio venir de todos los colores. Muchas palabras, pocas respuestas. Y a otra cosa.