Marjayoun. La localidad libanesa representa uno de los símbolos en los que se sostiene el despliegue de las Fuerzas Armadas, tanto por la cantidad de efectivos destinados en el país (611) como por la carga histórica de la misión. Una década en la que el Ejército español, dentro de las directrices de la ONU, ha puesto su sello en el escenario internacional. Todo ello gracias a un esfuerzo logístico y material con pocos precedentes: 23.769 soldados han participado en el despliegue. Los nombres de catorce de ellos, los catorce que perdieron la vida en suelo libanés, ya están grabados a fuego en la memoria colectiva castrense.
“El compromiso de España continúa y seguiremos hasta que tengamos la feaciencia de que todo está bien”, advierte el ministro de Defensa en funciones, Pedro Morenés, desde la base Miguel de Cervantes, conmemorando los diez años de despliegue español; una jornada de hacer memoria, de recordar los éxitos logrados y honrar a los compañeros caídos.
De fondo suena La muerte no es el final, canción convertida en himno. La entona todo el contingente español frente a un monolito que recuerda a los fallecidos.
“La muerte es el mejor premio para los valientes y el peor castigo para los cobardes”, asegura el general de brigada Alfredo Pérez de Aguado, jefe de la BRILIB XXV. Según afirma, España mantiene un "compromiso firme" en la misión, no sin haber pagado "un alto precio en esta empresa".
14 muertos y el fantasma de Al Qaeda
Los primeros pasos en tierras libanesas no fueron fáciles para las fuerzas españolas. El 24 de junio de 2007, un contingente perteneciente a la BRIPAC sufrió un atentado que todavía sigue sin esclarecerse. Ni las autoridades libanesas ni la investigación de la Audiencia Nacional han logrado determinar si Al Qaeda -quien reivindicó el suceso- estaba detrás del ataque: seis soldados españoles murieron y otros dos resultaron heridos.
Los nombres de estos seis efectivos fueron los primeros en escribirse en la lista de bajas que el Ejército ha sufrido en el Líbano en estos diez años. Además de ellos, tres murieron en accidentes de tráfico, otros tres por causas naturales, dos fallecieron en accidentes de tráfico y uno en una caída accidental. En enero de 2015 perdió la vida el cabo Francisco Javier Soria, tras recibir el impacto de un proyectil de artillería en su torre de observación. El último en morir, en junio de 2016, fue el brigada Lorenzo Romeo, tras disparársele el arma en su despacho. En total, 14 bajas.
Los riesgos de desestabilización
De acuerdo a un informe de Defensa, la situación general en el Líbano se califica como “frágil y volátil”, aunque actualmente se mantiene en calma. La inestabilidad de Siria, unida a la situación de los Altos del Golán, son los principales factores de riesgo. Siguiendo el mismo informe, el millón de refugiados sirios que se han asentado en el Líbano se han convertido en “una cuestión capital” para el país.
El desembarco de las fuerzas españolas en el Líbano se remonta al 15 de septiembre de 2006. La Fuerza de Primera Respuesta alcanzó Beirut con el objetivo de, dentro del marco de la operación de la ONU, vigilar el cumplimiento de los acuerdos de paz: el secuestro de dos soldados israelíes por Hezbolá dos meses antes había derivado en un conflicto que se prolongó durante 34 días.
Las Fuerzas Armadas se convirtieron en uno de los contingentes más numerosos de aquel despliegue internacional. De los 15.000 efectivos desplegados por las Naciones Unidas en la región, 1.000 eran españoles. El operativo se hizo cargo, como nación líder de la Brigada Multinacional Este, de uno de los sectores en los que estaba dividida la misión.
Las labores del Ejército
Las Fuerzas Armadas controlan los movimientos que las fuerzas libanesas e israelíes puedan efectuar en la Blue Line, un espacio entre ambos países que aspira a la desmilitarización y al desarme. Algunos movimientos, como violaciones del espacio aéreo por la fuerza aérea israelí, preocupan al mando de la operación de la ONU.
También hay gestos que hacen saltar las alarmas: desde la presencia de cazadores y de personas que toman fotos al lado israelí, hasta la transgresión de las fronteras por parte de pastores o nadadores.
Además de las patrullas y de las misiones destinadas a la consolidación de la paz, las fuerzas españolas apoyan al Gobierno del Líbano en el ejercicio de su autoridad. Igualmente coopera en actividades relacionadas con la educación, la sanidad, la promoción de las minorías y el desarrollo de infraestructuras.