Le pongan donde le pongan los militantes, a la cabeza o a la cola, Susana Díaz ha presumido de tener capacidad de sobra para estar en lo que pasa en Madrid y lo que pasa en Andalucía. Le vienen lloviendo las críticas pleno tras pleno en el Parlamento andaluz por la falta de pulso de su Ejecutivo, una parálisis que achacan a que está más pendiente de las cuestiones de partido. En la sesión de control, desde la oposición se lo han vuelto a echar en cara. “Soy capaz de defender los intereses de Andalucía y al mismo tiempo defender los intereses de este país al que amo”, se ha defendido.
La lectura de esta declaración va más allá de esa intención de demostrar que puede “andar y mascar chicle al mismo tiempo”. Podría estar definiendo o preparando el terreno para la que puede ser su opción favorita para un futuro más inmediato: si al final no hay terceras elecciones, Díaz puede seguir al frente de la Junta, prepararse para pelear por la secretaría general del PSOE una vez se convoque el congreso, y luego poder compatibilizar ambas funciones. Mantendría así la presidencia de la Junta, retendría el poder institucional y tenerlo como una plataforma desde la que medirse con Rajoy a diario y confrontar dos modelos distintos de gobernar.
Un ejemplo: ha anunciado que para la próxima semana se aprobará en Consejo de Gobierno la recuperación de la jornada laboral de 35 horas semanales para todos los empleados públicos, un compromiso que alcanzó el pasado mes de junio con los sindicatos CCOO, UGT y CSIF. En este punto ha cuestionado al portavoz y presidente del PP-A, Juan Manuel Moreno Bonilla, si esa decisión será recurrida por “su jefe” Rajoy.
Tampoco ha escapado del debate parlamentario la grave crisis del PSOE. Han sido el portavoz de IU, Antonio Maíllo, y el popular Moreno Bonilla quienes lo han sacado a relucir, y ella no ha esquivado la cuestión. Ha defendido que su partido es un “árbol sólido y con fuertes raíces” y ha advertido que está muy lejos de lo que le ha pasado a IU con la formación morada tras unirse bajo la marca Unidos Podemos. “Nunca voy a permitir entregar mi organización a otra a precio de saldo y que se lleve por delante su historia”, ha espetado a Maíllo.
El mismo día en el que el presidente en funciones, Mariano Rajoy, ha movido ficha, anunciando que no pondrá condiciones al PSOE para ser investido y tachando de “disparate” unas terceras elecciones, Díaz no ha escatimado en críticas y le ha acusado de ser el “colmo de la vagancia y de la flojera”. A Díaz le costó 80 días y tres votaciones su investidura, periodo del que siempre ha dicho que no paró de dialogar y negociar, por eso siempre ha echado en cara a Rajoy su actitud pasiva de “no mover una pestaña”. Tampoco está dispuesta, y en esto coincide con el presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, a que se señale al PSOE como el único culpable del bloqueo político. Díaz ha señalado a Rajoy como el principal responsable porque “no ha trabajado nada para buscar los apoyos”.