Se trata del mayor buque de guerra jamás construido en España. Con 231 metros de eslora, 32 de manga y 26.800 toneladas de peso, el Juan Carlos I constituye un emblema para la Armada. “Es un barco para estar orgulloso”, reflexiona el capitán Pablo Garaizábal, al frente del navío. Esta ciudad flotante late al ritmo de sus motores y hace frente a algunos de los operativos más exigentes en los que participa el Ejército.
Su tripulación conoce las aguas de Somalia, donde han combatido los envites de la piratería. También han participado en la misión de rescate de aquellos que se lanzan al Mediterráneo tratando de alcanzar Europa. No hay tecnología en la Armada que equipare a la del Juan Carlos I, un buque multifunción con capacidad para transportar hasta 30 aeronaves.
La población de esta ciudad puede alcanzar los 1.453 habitantes, que es el número de camas de las que dispone. Tiene tres parques de bomberos y un hospital con capacidad de atender cualquier urgencia: desde la extracción de muelas hasta la sala de infecciosos.
Viaje a bordo del Juan Carlos I, el buque emblema de la Armada, a través de las imágenes que le ofrece en exclusiva EL ESPAÑOL con motivo del Día de la Fiesta Nacional.
Los ojos del barco
“Son los ojos del barco”. El capitán Garaizábal eleva la voz para imponerse al ruido de los radares y de los pitidos que resuenan en el puente de mando. Desde este punto se toman las decisiones sobre los rumbos y se controla la plataforma exterior. Porque al otro lado del cristal vibran los motores de los cazas que despegan del propio Juan Carlos I.
Su capacidad de transporte de aeronaves es variable: si la misión en la que participa es anfibia, desde el buque pueden operar hasta 30 aeronaves entre helicópteros medios y pesados; si actúa exclusivamente como portaaviones, es capaz de albergar entre 10 y 12 aviones de combate y un número similar de helicópteros medios. “En definitiva, desde el puente de mando se controla la vida interior del barco”, define el capitán.
La torre de control coordina los aterrizajes y despegues de las aeronaves. Para el capitán Garaizábal, se trata de “un aeropuerto en miniatura”, con procedimientos y funcionamientos similares. Desde el puesto de control secundario se controlan los movimientos del personal en la plataforma de despegue.
La unidad aérea
La capacidad operativa del Juan Carlos I se multiplica gracias a los cazas y helicópteros que lleva a bordo. Los efectivos encargados del mantenimiento de las aeronaves trabajan con el zumbido de fondo. “Contamos con una una unidad aérea embarcada”, detalla el capitán Garaizábal. No todos ellos son pilotos: los controladores y técnicos constituyen el grueso de la unidad.
Los aviones embarcan cuando es necesario para ejercicios o para desarrollar una misión. Los que ahora se encuentran a bordo del Juan Carlos I hacen frente a uno de los mayores retos prácticos que pone en marcha la Unión Europea: el ejercicio Emerald Move 2016. Con estas pruebas -esta es la primera edición en la que España participa con una fuerza naval- se pretende demostrar la capacidad de la Iniciativa Anfibia Europea.
Tres parques de bomberos
Todo está dispuesto ante cualquier emergencia. La tripulación del Juan Carlos I está preparada para hacer frente a cualquier crisis en el interior del buque. Los simulacros de incendio miden la capacidad de respuesta de la tripulación y la ponen en alerta ante estas situaciones.
A bordo hay tres parques de bomberos: “Cada uno de ellos está organizado de tal modo que puedan actuar en una zona determinada del barco -explica el capitán Garaizábal-. No es lo mismo sofocar un incendio en las cocinas que en la zona próxima a los combustibles”.
Comida para “levantar la moral”
Los efectivos de las Fuerzas Armadas que cumplen una misión lejos de nuestras fronteras coinciden en que la comida es uno de los elementos que ayuda a la tropa a mantener alta la moral. Los cocineros del Juan Carlos I hacen una estimación de la ruta que van a recorrer y los días que pasarán sin pisar puerto.
“Hacemos acopio de todo lo que podamos necesitar antes de partir”, detalla el capitán. El espacio en las despensas está medido al milímetro de acuerdo a las cantidades de raciones que se vayan a cocinar en los días que dure el operativo.
El mayor hospital de la Armada sobre el mar
Tratándose de una ciudad que navega sobre el mar, el Juan Carlos I tiene que tener un hospital que esté a la altura de las circunstancias. No todas las urgencias que se atienden a bordo de este buque de guerra están provocadas por situaciones bélicas. “Hay necesidades de todo tipo”, advierte el capitán Garaizábal. Desde dolores de cabeza hasta extracciones de muelas. Todo ello en el mayor hospital instalado en cualquier navío de la Armada.
La clínica tiene unos 250 metros cuadrados y cuenta con una UCI, sala de infecciosos, dos quirófanos, laboratorios… Además dispone de la tecnología suficiente para realizar consultas de telemedicina con el hospital Gómez-Ulla.