¿Cuántas personas hay capaces de atravesar España en coche sin hablar ni una sola palabra con su compañero de viaje? Pocas. Apenas el ex presidente José María Aznar (1996-2004) y su secretario personal, Antonio Cámara. Si parco en palabras es Aznar, más aún lo es Cámara, un hombre poco conocido para el gran público hasta que este viernes Francisco Correa lo ha señalado con su dedo acusador en el juicio que se sigue contra él por el caso Gürtel. Correa ha deslizado la siguiente frase: “Creo que Alejandro Agag me dijo que al presidente le gustaría que Cámara trabajara en tu empresa, y yo fiché a Antonio Cámara, y éste tenía graves problemas con Rajoy. No fue porque Crespo dejó la política en Galicia (por lo que Rajoy me echó) sino por la incorporación de Cámara”.
¿Quién es este Antonio Cámara, tan importante como para que Rajoy, según Correa, cortara con él y le obligara a refugiarse en Valencia? “Ahora resulta que Correa quiere culpar al que no era más que el ayuda de cámara de Aznar del engranaje que tenía montado él”, señalan fuentes del PP, que atribuyen a Correa un deseo de venganza el hecho de ahora- “tras una noche sin dormir”- saque a la palestra a un personaje que fue durante una década la sombra de Aznar y acabo convirtiéndose en amigo personal de toda la familia, sobre todo de Ana Botella.
Según estas fuentes, Cámara trabajó apenas cuatro meses para Correa en su empresa Special Events. Salió en mayo de 2005 tras un “serio enfrentamiento” casi físico al comprobar Cámara “los procedimientos internos” de la empresa y pedir su liquidación “que le fue contestada por Correa”. La discusión fue tan grande que a posteriori Correa llegó a amenazar a Cámara “con métodos violentos”, según estas fuentes conocedoras de un incidente que Correa no ha olvidado, como tampoco lo ha hecho Cámara. Cuatro años más tarde, ya en marcha la investigación de la trama Gürtel, sus meses con Correa volvieron a pasarle factura: su nombre volvió a salir a los medios porque apareció en una anotación en la caja B de Correa de septiembre de 2004, cuando supuestamente recibió 90.000 euros en dinero negro.
Exquisitas maneras
Lo último que uno imagina de Antonio Cámara Eguinoa- un elegante octogenario de exquisitas maneras- es que pueda trabajar para una organización criminal de tintes mafiosos. Uno de los siete hijos del reputado arquitecto Antonio Cámara Niño, Cámara Jr se formó como piloto comercial pero en 1978 decidió trabajar para Alianza Popular en vez de volar. En 1984 dejó el partido durante cinco años para regresar después de la mano del liberal José Antonio Segurado, un hombre posiblemente tan educado como él.
El destino lo juntó con Aznar, que llegó a Génova al mismo tiempo y necesitaba una persona “para todo”, que es la definición que más generalizada sobre el trabajo de Cámara. La relación se forjó en esos años antes de llegar a Moncloa en 1996. Quizá por su eficiencia; los tres idiomas que habla a la perfección- inglés, francés, alemán-; su lealtad; su dedicación y su sentido del humor cáustico y “del norte”, como el de Aznar. Soltero y sin hijos, Cámara se dedicó en cuerpo y alma a Aznar y a ocuparse de todos los detalles que rodearon a su carrera política. A despejarle el camino y a solucionarle problemas: el mejor ayudante para un hombre de poder.
Ayuda de cámara es la siguiente mejor definición que le dedican sus conocidos: Cámara servía tan pronto para atender una visita, comprar un chaleco antibalas, asegurarse que las sillas estaban bien colocadas o conseguir una corbata apropiada en el último momento, cuando el acto en cuestión estaba a punto de empezar. Su discreción era absoluta. Las fotos en el salón de su casa de Madrid- demolida en 1999 por orden judicial- mostraban la cercanía con la familia Aznar, de la que jamás contaba una anécdota. Menos aún, jactarse de su proximidad a ella.
Llevó a Agag a Moncloa
Era la mano derecha de Aznar en su mundo más íntimo, pero su papel nunca fue prominente o político como para llegar a esos “graves problemas” con Rajoy que le achaca Correa. En cuanto a Alejandro Agag, fue Cámara el que lo introdujo en Moncloa. Lo había conocido en Nuevas Generaciones y- con buen ojo- se dio cuenta de que sería el ayudante perfecto para Aznar. Agag era en 1996 un joven ambicioso con planes para hacer un master de negocios en Estados Unidos. Su paso por Moncloa no era más que una manera de aprender en lo más alto de las instituciones y de completar el curriculum antes de continuar los estudios al otro lado del Atlántico.
En 2004, llegado el final de Aznar en Moncloa, fue Agag el que le devolvió el favor a Cámara. Lo recomendó ante Correa para que trabajara en Special Events porque organizar eventos es lo que Cámara había hecho siempre. Hablar con gente, asegurarse de que todo estaba en su sitio. Un año antes de salir de Moncloa, Aznar se ocupó de su leal servidor y le buscó sitio en la Comisión de Control de Caja Madrid. Allí permaneció hasta 2011. Fue un regalo envenenado. Esta semana, mientras Correa lo señala desde un tribunal en Madrid, Cámara se sienta en otro por las tarjetas black de Bankia. En estos años, él gastó 177.891. Como el resto de los encausados, aduce que no era consciente de estar cometiendo un posible delito. Esta semana, son ya dos las pesadillas del fiel valet de chambre de Aznar.