"No vayas tú a ser el más tonto. Haz lo que tengas que hacer". Mensajes como este se escuchan cada vez más en las visitas de los familiares de presos de ETA a la prisiones, animándoles a romper con la disciplina etarra y buscarse una salida por su cuenta, según consta en los informes que maneja el Ministerio del Interior. Son la expresión del hastío en el que vive inmerso el colectivo de presos de la banda, históricamente el más cohesionado del entramado terrorista. Sin embargo, cinco años después del cese de los atentados, los internos han pasado de escuchar los cantos de sirena que les prometían una rápida solución tras el fin de la violencia a instalarse entre ellos la sensación de 'sálvese quien pueda'.
"ETA ya no es lo que era, tampoco en las cárceles", indican a EL ESPAÑOL fuentes de la lucha antiterrorista. Este verano hubo un conato de huelga de hambre en una prisión andaluza, pero no tuvo ningún seguimiento. ETA criticó públicamente a la corriente disidente que amenaza con arrebatarle el control de sus reclusos, pero las deserciones se siguen produciendo. Los abogados mantenían antaño la unidad entre las cárceles, pero sus visitas se reducen ya a la mínima expresión. Esta es la realidad hoy del Euskal Preso Politikoen Kolektiboa (EPPK), un sector sin una dirección clara ni directrices a las que atenerse en el que cada vez más se traspasan líneas imposibles hace años.
El 20 de octubre de 2011 ETA anunció su cese definitivo (aunque no su disolución). Entonces la voz del Colectivo de Presos de ETA todavía influía de manera directa en las decisiones de la izquierda abertzale, pero ahora eso también forma parte del pasado. En enero de este año Sortu le mandó poco menos que un ultimatum. En palabras del histórico batasuno Rufino Etxeberria, la caracterización actual de EPPK “corresponde a otra época política". Es decir, la estrategia del "frente de cárceles" ya está "superada" y los presos deben asumir que son una "consecuencia del conflicto". El histórico brazo político de ETA estaba apremiando a sus presos a renovarse o morir, acuciado por el empuje de Podemos que impone otros mensajes a la hora de hacer política en el País Vasco.
Promesas incumplidas
A finales de 2011 los mensajes que les llegaban a los presos del exterior eran muy diferentes. Se les dijo que el cese de la violencia de ETA abriría una negociación sobre su situación. El propio Rufino Etxeberria se justificó diciendo que esa era su creencia porque el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero se comprometió a un acercamiento a las cárceles del País Vasco y Navarra. Sin embargo, en las conversaciones interceptadas por las fuerzas de seguridad, los internos califican entre ellos al actual Gobierno como "un muro" y ya han asumido que "no hay nada que hacer" mientras el PP siga en La Moncloa.
El Ejecutivo de Mariano Rajoy se ha negado en todo este tiempo a entablar ningún tipo de negociación con la banda. Por esa razón tuvo que regresar de Noruega una delegación de la última cúpula de la organización criminal, que esperaba en el país nórdico una señal del Gobierno para empezar un diálogo. Acabaron detenidos hace un año en la denominada 'operación Pardines'.
La respuesta del Colectivo de Presos de ETA a Sortu llegó dos meses después a través de un manifiesto presentado por 750 ex presos de ETA en el polideportivo de Usurbil (Guipúzcoa). Avanzaron que los pasos que dará el colectivo de internos de la banda para tratar de acabar con su dispersión "se materializarán de manera individual" tal y como les solicita Sortu, pero "serán decisiones colectivas, igual que lo han sido las anteriores". Este planteamiento redunda sobre una estrategia ya fracasada en multitud de ocasiones anteriores por el rechazo de los tribunales y la Administración. De momento no se tiene constancia de que hayan dado más pasos en ninguna dirección.
ETA ha perdido el control de las cárceles
Las órdenes de ETA ya no llegan a las prisiones con la fluidez de antaño debido a la propia debilidad de la banda y los golpes policiales contra su entramado de abogados, nexo de unión entre la organización y las cárceles. La situación no es mucho mejor fuera. Muchos de sus militantes están repartidos por Europa y ven cómo las fuerzas de seguridad merman su almacén de armas, única baza que les queda para tratar de forzar una negociación a España y Francia sobre un final dialogado. Operaciones como la desarticulación de un arsenal el pasado 12 octubre al norte de París obstaculizan la intención de los terroristas de repetir la entrega propagandística que realizó en 2014 con los mediadores internacionales.
Ahora en cada centro penitenciario hay una opinión diferente, las actividades carecen de coordinación alguna. "Son un reino de taifas, ETA ya no controla a sus presos", afirman tajantamente estas fuentes. Fue clave la detención a principios de 2014 de Arantza Zulueta, líder del entramado de abogados. Nadie ha cogido el testigo tras ella, ni siquiera el senador de Bildu, Ignacio Goyoaga -investigado por la Justicia- cuya labor como visitador de presos de ETA es ya esporádica.
La izquierda abertzale ha tratado de ocupar el espacio dejado por ETA para hacerse con el control de las cárceles, aunque sin conseguirlo. En su lavado general de imagen que acompañó el nacimiento de Sortu y su legalización, creó Sare para aglutinar las iniciativas en favor de los internos etarras. Pero la realidad es que la sombra de marcas históricas como Etxerat es alargada y casi nadie reconoce a Sare ni sus representantes como una autoridad. Aunque el líder de Sortu, Arnaldo Otegi, se acordase de las cárceles en la noche electoral de las pasadas elecciones vascas, ni los presos ni sus familiares entienden que la histórica Batasuna se haya reciclado en las instituciones tras rechazar la violencia, mientras a los presos se les indica que el arrepentimiento no es una opción.
Tensiones internas
En medio de esta situación surge Amnistía Ta Askatasuna (ATA), un movimiento disidente y contrario a la izquierda abertzale oficial y al propio EPPK. Nacieron con la pretendida intención de recuperar el discurso de máximos y reivindicar la amnistía total de los presos de ETA. La banda ha emitido varios comunicados advirtiéndoles de que sus actividades se salen de la estrategia oficial, pero a diferencia de lo que hubiese pasado hace años, eso no les ha disuadido. Más bien al contrario, son varios los reclusos que han hecho pública su ruptura con el EPPK para dejar su representación en manos de ATA. Es el caso de Jon Kepa Preciado o Daniel Pastor, condenado por el asesinato del policía Eduardo Puelles.
Esta disputa llegó hasta las altas esferas de la banda como se demostró en el juicio seguido en París a finales de 2015 contra seis dirigentes de ETA por el asesinato Jean Serge Nerin (última víctima de la banda). Este grupo de etarras denunció los intentos de romper el EPPK. Amnistía Ta Askatasuna se dio por aludida y contestó con un duro comunicado contra Sortu y la izquierda abertzale oficial. Les acusan de no distinguir al enemigo. Estas tensiones se han dado también fuera de las prisiones con enfrentamientos personales que han llegado incluso a las manos en los círculos abertzales, indican estas fuentes.
El debate de la dispersión ha vuelto esta semana de la mano del ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, quien ha insistido en el mensaje del Gobierno de que los internos terroristas serían acercados al País Vasco y Navarra en caso de que la banda se disolviera. Actualmente hay repartidos 291 reclusos terroristas a lo largo de 45 centros penitenciarios españoles a los que hay que sumar 83 internos franceses también distribuidos por cárceles del territorio galo. Hay además un preso en Portugal y otra terrorista en Suiza.
300 presos menos
Cuando la banda decretó el cese definitivo tenía en las cárceles 700 presos. Esta cifra se vio drásticamente reducida en 2013 con la derogación de la Doctrina de Parot, que abrió las prisiones para decenas de etarras en pocas semanas. Es casi el único motivo de celebración para el colectivo en cinco años. El camino contrario lo han emprendido un total de 163 etarras detenidos desde el anuncio del cese definitivo.
“ETA hoy es básicamente lo que queda en sus prisiones”, repiten en público y en privado desde Interior donde no se descarta ya un final de ETA parecido al de los GRAPO. Así lo definió el propio ministro esta semana: “ETA está totalmente derrotada y tiene aún que anunciar su disolución, pero los GRAPO tampoco se han disuelto y nadie puede dudar de que son una reliquia macabra de nuestra historia”.