“Os voy a contar cómo era el ministro de Interior: en un congreso de Alianza Popular en Barcelona queríamos saltarnos una hora, estábamos aburridos. Entonces salimos y nos vamos caminando al hotel, que era el Reina Sofía. Venía con nosotros el actual ministro del Interior. Dijo: ‘Vamos a pasar por aquí, conozco un bar con unas amigas entrañables…’. Le dijimos: ‘Pero eso es…’. ‘No, no, son chicas muy limpias’, dijo”. La anécdota la contó el que fuera secretario general de Alianza Popular Jorge Vestrynge en una entrevista concedida a la revista JotDown en 2013. Da cuenta de los años de militancia que acumula Jorge Fernández Díaz (Valladolid, 1950) en el seno del centroderecha español tras un periodo inicial en las filas de la UCD de Adolfo Suárez.
Ingeniero Industrial de profesión, lleva desde hace 36 años encadenando cargos públicos en la Administración, desde sus inicios como gobernador Civil de Asturias hasta su puesto al frente de Interior. Diputado nacional desde 2004, accedió al gabinete de ministros desbancando a otros mejor colocados en las quinielas. Pesó la añeja amistad que le une al presidente del Gobierno Mariano Rajoy, una relación basada en la lealtad, incluso en los momentos de mayor debilidad del liderazgo interno del líder. Hasta este jueves se ha mantenido como uno de sus ministros de mayor confianza. A cambio, el presidente pasaba por alto sus repetidos escándalos.
Informe apócrifo
Hablar del mandato de este ministro es hablar de Cataluña inexorablemente. Pese a su nacimiento en tierras castellanas, Fernández Díaz ha pasado toda su vida en Barcelona, provincia por la que es diputado. Allí se retiraba con frecuencia los fines de semana y era habitual que le coincidiesen actos oficiales el viernes por la tarde o el lunes por la mañana. Algunos de sus escándalos han tenido relación directa con la cuestión independentista, empezando por la difusión, a pocos días de las elecciones en Cataluña, de un falso informe de la UDEF de la Policía Nacional que apuntaba a cuentas en Suiza de la familia Pujol y el padre de Artur Mas.
Aunque tiempo después todo el ‘clan Pujol’ terminase en los tribunales, aquel informe jamás fue reconocido por la Policía a pesar de llevar el sello de la Institución. Fue la primera evidencia de lo que años más tarde se bautizó como la ‘operación Cataluña’, destinada a investigar delitos de corrupción de dirigentes nacionalistas en plena ofensiva separatista. Estos trabajos recayeron en una Unidad de Inteligencia creada por el ya jubilado director adjunto de la Policía, Eugenio Pino, quien durante toda la legislatura hizo gala de plenos poderes en el Cuerpo. De aquella unidad también partió el polémico informe PISA sobre la presunta financiación ilegal de Podemos que sigue sin ser judicializado meses después de haberlo recibido la UDEF.
Las grabaciones en su despacho
Estas maniobras quedaron en evidencia tras la difusión en prensa de unas grabaciones del ministro con el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña para informarle de posibles irregularidades de políticos catalanes. Para cuando esta estrategia policial salió a la luz ya había estallado el enfrentamiento directo entre algunos de los comisarios implicados en estas actividades, concretamente entre el veterano José Villarejo y el exresponsable de Asuntos Internos Marcelino Martín Blas. Ambos dirimen ahora sus diferencias en la causa que investiga al pequeño Nicolás. Villarejo se encuentra imputado y Marín Blas ejerce como principal investigador a las órdenes del juez que citó como testigo al director de la Policía, Ignacio Cosidó.
Siempre en el ojo del huracán, son incontables las peticiones de dimisión que ha acumulado Fernández Díaz estos años procedentes de los más diversos frentes merced a no pocas polémicas, empezando por su primera gran crisis tras la excarcelación del etarra Bolinaga a los pocos meses de jurar el cargo. Se vió obligado a detallar en el Congreso de los Diputados la visita de Rodrigo Rato a su despacho en plena ofensiva judicial contra el exvicepresidente del Gobierno. El responsable de Interior dijo que le recibió para escuchar sus preocupaciones acerca de la posible retirada de la protección que le prestaba el Ministerio. Nada más tomar posesión, el ministro también recibió la enigmática visita del expresidente Zapatero. Hasta la fecha, ninguno de los dos ha explicado públicamente lo que abordaron en aquel encuentro.
Lucha antiterrorista
Todos los antecesores de Fernández Díaz habrían firmado un mandato como el suyo en Interior: puede celebrar que su teléfono nunca ha recibido una llamada avisando de un atentado. En lugar de eso, las cifras tras cinco años datan de 189 detenidos por yihadismo y 73 por delitos relacionados con ETA, incluyendo la última cúpula que le quedaba a la banda. Era la misma dirección etarra que recibió la llegada del PP a La Moncloa en Noruega, esperando por una negociación que nunca se produjo. En eso, este Gobierno del PP también ha sido una excepción teniendo en cuenta que tanto Suárez, como González, Aznar y Zapatero entablasen algún tipo de diálogo con los terroristas.
Durante los años de actividad terrorista era habitual que los ministros del Interior -siempre presentes en los funerales de las víctimas- encabezasen las listas de valoración ciudadana. En el caso de Fernández Díaz ha sido más bien al contrario, casi siempre en el furgón de cola. Especialmente prolija en pifias en los medios fue la primera parte de su mandato: llegó a comparar el aborto con ETA o puso en riesgo una operación antiterrorista anticipando el arresto durante una entrevista de radio.
Medallas a la Virgen
Un error de su gabinete de comunicación también anunció antes de que se produjera una operación contra el entramado de abogados de ETA. Ellos aprovecharon la alerta para destruir pruebas antes de que llegase la Guardia Civil. En consecuencia, dimitió el jefe de prensa del Ministerio. Antes había dejado su cargo “por motivos personales” el secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Ulloa. En el capítulo de ceses destacan los tres comisarios generales de Policía Judicial destituidos en apenas dos años. Sobre ellos dependía la lucha contra la corrupción y fueron cesados cuando investigaban asuntos como ‘los papeles de Bárcenas’ o el caso del Ático de Marbella del ex presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. El ministro llegó a calificar de “ilegales” las pesquisas de la Policía iniciadas en la anterior legislatura socialista, pero a día hoy la compra del inmueble por parte del presidente madrileño se investiga en un Juzgado de Estepona.
Fernández Díaz firmó hasta en dos ocasiones condecorar a la Virgen con medallas de las fuerzas de seguridad, una decisión que también acabó en los tribunales. El ministro es un hombre de profundas convicciones religiosas. Dice tener un “ángel de la guarda” llamado “Marcelo” que le ayuda a aparcar, según declaró en una entrevista a La Vanguardia. Un fijo en las delegaciones del Gobierno en el Vaticano, se ha apuntado a la posibilidad de que Rajoy pudiese premiar su lealtad con la embajada en la Santa Sede tras su salida del Gobierno.
Conversión en Las Vegas
Se convirtió al catolicismo tras una “experiencia personal” en un viaje a Las Vegas en 1991. Lo explicó él mismo en un documental llevado a los cines en 2015 bajo el título de ‘El Colibrí. “A veces le pregunto a Dios por qué me ha colocado aquí”, afirmaba en la película en la que también decía creer en los milagros. A preguntas del director de la cinta, Francisco Campos Barba, el ministro se refería también a la situación de los inmigrantes que tratan de acceder saltando por las vallas de Ceuta Melilla: “No creo que sea mucho pedir que la gente entre legalmente”. La cuestión migratoria ha sido otro de los asuntos que más dolores de cabeza le han generado al ministro. Alcanzó su punto más álgido cuando en febrero de 2014 fallecieron en aguas de El Tarajal 15 inmigrantes que fueron repelidos por la Guardia Civil.
El ministro siempre cerró filas en torno a los agentes que fueron investigados por la Justicia y finalmente absueltos. Eso fue después de que su Departamento impulsase el reconocimiento por Ley del llamado rechazo en frontera, es decir, que un inmigrante que sea interceptado saltando la valla pueda ser devuelto a Marruecos sin pasar por un CIE. Si Fernández Díaz tuviese que resumir su gestión acudiría casi con toda seguridad al descenso de delitos registrados. Ya sea una jura de cargos, una rueda de prensa o una intervención parlamentaria, rara es la comparecencia de Fernández Díaz en la que no argumente la seguridad como una de las principales razones del turismo en España, sólo por detrás de las “bellezas paisajísticas”.
Ley de Seguridad Ciudadana
En el discurso tras la toma posesión de su cargo el 22 de diciembre de 2011 citó a Santa Teresa de Ávila para vaticinar "tiempos recios y complicados” en materia de paz social. Habían pasado sólo unos meses del 15M y en otros países de Europa se registraban disturbios callejeros a consecuencia de los efectos de la crisis económica. “Los derechos fundamentales de manifestación y reunión son derechos fundamentales, pero en el marco de la ley", advertía Fernández Díaz.
Aún quedaban unos años para que impulsase su polémica Ley de Seguridad Ciudadana, otro de sus legados al frente de Interior, bautizada por sus detractores como ‘Ley Mordaza’. Aunque fue intensamente retocada luego en su tramitación parlamentaria con respecto al proyecto inicial, sigue estando en el punto de mira de toda la oposición. Su reforma o incluso derogación podría volver a plantearse.
La anécdota de Vestrynge tenía una segunda parte: “Entramos allí, entré yo también… y en lugar de consumir cubatas empezaron a pedir Trinaranjus, té con leche (risas). Pensé, “nos van a echar”. Y, efectivamente, entra la madame y nos echó a todos con una escoba al grito de “¡Fuera pitufos!”. Entre los cuales estaba el actual ministro del Interior. Este, actualmente, reparte estampitas de santa Teresa por el Ministerio”.