El acento andaluz se deja notar en los corrillos que abarrotan las dependencias del Ministerio del Interior. También en los aledaños del edificio, donde ese mismo deje se impone en una discusión por una plaza de aparcamiento. La calle es un desfile de cargos oficiales, guardaespaldas y vehículos oficiales con los cristales tintados. Llueve en Madrid.
Al nuevo ministro, Juan Ignacio Zoido, ex alcalde de Sevilla, le acompaña desde su tierra una nutrida delegación. A ella van dirigidas las primeras palabras de su discurso. "Yo me voy al Sur", se permite el nuevo jefe de las Fuerzas de Seguridad para saludar a sus acompañantes llegados a la capital. "Algunos han tenido que cambiar el AVE para estar aquí", explica ante un salón abarrotado de altos cargos y uniformes.
Arranca su mandato con el recuerdo a las víctimas del terrorismo, su "amor" por la época de la Transición y la promesa de que se va a "dejar la piel por España". Al terminar todo son abrazos y felicitaciones. Hasta ocho ministros del nuevo Ejecutivo, incluida Cospedal, y encabezados por la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, han acudido al acto. Zoido está junto a su mujer y su hijo, de unos diez años de edad. El niño se revuelca por el suelo como un froilán ataviado con indumentaria estilo zipi zape: jersey de pico, corbata y bermudas. Tiene el desparpajo suficiente para acercarse al ministro saliente, Jorge Fernández Díaz, y felicitarle por su gestión.
Un DAO "accidental"
Mientras su padre tiene los primeros contactos con la prensa que cubre el Ministerio. "¿Pero cuantos sois? Antes me han preguntado qué voy a hacer, si voy a traer a mucha gente, qué va a pasar con el gabinete de Comunicación... mira, aún ni he comido", zanja. En un segundo plano, alejados de los corrillos principales, observan la escena algunos de los altos mandos de Interior a la espera de destino. Entre ellos el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, o el director del Centro Investigación contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), José Luis Olivera. No estaba entre ellos el responsable de la UDEF de la Policía, punta de lanza de la lucha contra la corrupción, un puesto que lleva desierto seis meses a la espera de dueño.
Olivera era el mejor colocado para suceder a Eugenio Pino al frente de la Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Policía Nacional hasta que el nombramiento se congeló en pleno escándalo por la difusión las conversaciones de Fernández Díaz con el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña. Ese puesto lo ocupa ahora el comisario Antonio Rodriguez, un DAO "accidental", según le ha calificado en su último discurso el ministro Fernández Díaz (su gabinete de prensa prefirió la palabra "provisional" cuando anunció su designación).
"Sevillista a ultranza"
Son las cinco de la tarde, hora taurina, una de las aficiones del nuevo responsable de Interior junto al fútbol, en concreto su equipo, el Sevilla Club de Futbol: "Sevillista a ultranza por encima de todo, aunque nunca he tenido una mala palabra para la gente del Betis, de lo contrario jamás hubiera sido alcalde de Sevilla", confirma Zoido.
A unos metros se despide Fernández Díaz, fiel a su imagen pública hasta el final. Cita a Jesucristo y el Evangelio para explicar el origen de una de sus frases más repetidas durante su mandato: "cada día tiene su afán". Él, que en los últimos cinco años no ha tenido más contacto con la prensa que lo estrictamente necesario, propone un encuentro con los medios ahora que, según dice, va a estar más liberado.
En su discurso de despedida no ha ocultado su "nostalgia" a recordar el día en el que el presidente Rajoy le llamó para hacerle ministro. Confiesa en uno de los corrillos que está vez el presidente le dijo en persona que no seguiría en el gabinete. Preguntado acerca de cómo le gustaría ser recordado apela a su servicio a España y sostiene que tiene "la conciencia tranquila".