Cuando el Congreso de los Diputados estrenaba este miércoles lluvioso sesión de control, un escalofrío recorrió todos los pasillos de la Cámara. Rita Barberá fallecía de un infarto fulminante en un hotel, el más cercano al Parlamento. Los diputados del PP que el jueves evitaron hacerse arrimarse a la senadora en la apertura solemne de las Cortes entraban hoy compungidos al Hemiciclo al conocer la noticia. Atrás quedaban ya las acusaciones. Ahora solo queda recordar al mito.
El propio Mariano Rajoy derrumbó este miércoles el muro que el PP levantó ante Barberá desde que la exalcaldesa rompió el carné de militante en septiembre, cuando el Tribunal Supremo la tenía acorralada por un supuesto caso de financiación ilegal en Valencia cuando ella era alcaldesa. Desde ese día, la consigna dictada desde la cúpula era que nadie hablara de Barberá porque Barberá ya no era del PP. Dicho y hecho. Hoy, al conocerse su fallecimiento, el líder del PP habló de su amiga Rita como si nada de lo malo hubiera sucedido. Como si Rita siguiera siendo la alcaldesa de España que encadenaba mayorías absolutas en Valencia. "En el PP estamos enormemente afectados. Rita entregó su vida a Valencia", reconoció muy afectado el presidente del Gobierno.
Traje de chaqueta rojo, peinada de peluquería, collar de perlas, bolso de marca. Rita Barberá fue, desde que en 1991 llegó a la Alcaldía de Valencia, un referente para el Partido Popular. "Rita, eres la mejor", le propinaba Mariano Rajoy en un mitin cuando soplaba el viento a favor y Barberá encadenaba mayorías absolutas. La vicepresidenta del Gobierno reconocía también públicamente que ella, cuando empezó "en esto, mi madre me decía: 'Si tienes que parecerte a alguien que sea a esa, a la política de Valencia, a Rita'".
A Barberá no le gustaba la política local. Ella aspiraba a mucho más. Sin embargo, desde que pudo gobernar la primera legislatura gracias a un pacto con la extinta Unión Valenciana, cuando el poder del PP en Valencia era residual, le cogió gustillo a ser alcaldesa. En 1995 ya ganó con mayoría absoluta y así siguió siendo hasta 2011. En el año 2015 volvió a ser la candidata más votada, pero no le bastó para salir reelegida alcaldesa.
Desde ese momento, cuando entregó el bastón municipal a Joan Ribó, Rita comenzó a sufrir un via crucis que le duró hasta su propio fallecimiento. El estallido del caso Imelsa y las posteriores ramificaciones dinamitaron definitivamente su carrera. Todo su equipo de Gobierno formaban parte de una presunta trama de financiación ilegal en el PP de Valencia en la que se aportaban de forma irregular mil euros. Todos caen, pero Rita resiste. Ella mantiene que no es una persona corrupta y se resiste a apartarse de la vida pública.
Baja en septiembre
Cuando perdió la Alcaldía de Valencia, Rajoy le hizo hueco en el Senado. Sin embargo, conforme la justicia la cercaba, el PP se iba alejando de ella. Lo pedían sobre todo los jóvenes vicesecretarios que cada día tenían que defender en los platós de televisión a gente como Rita, con la que ellos ya no se sienten representados.
Fue finalmente Barberá la que pidió la baja de su partido del alma el 14 de septiembre de este año, tras un día y medio de intensas negociaciones. Ella entregaba su carné, sí, pero se quedaba con su escaño que le pertenecía exclusivamente a ella. En un comunicado expresaba su voluntad de "no dimitir del Senado y de permanecer en él, tal y como me ampara la Ley porque de lo contrario podría entenderse como una asunción de culpabilidad".
Rita pisó por última vez el Parlamento el jueves, cuando acudió por su condición de senadora a la apertura solemne de la XII Legislatura. Conocedora de la vida pública, llegó pronto para sentarse en un escaño más o menos privilegiado. Eligió la bancada del Partido Popular, cuatro filas más arriba que la bancada de Gobierno. Ese día, la exalcaldesa hizo el besamanos ante los Reyes. Todos sus compañeros la evitaron, al menos en público.
La última vez ante el TS
La última vez que se le vio con vida fue el lunes, cuando acudió al Tribunal Supremo para volver a defender su inocencia. Se hospedó en el hotel Villarreal, a escasos metros del Congreso de los Diputados. El martes no asistió a la sesión de control al presidente del Gobierno en el Senado. Mariano y Rita fueron grandes amigos, pero el caso judicial que persiguió a Barberá hasta el final de su vida les separó para siempre. Este miércoles se conocía su fallecimiento minutos antes de comenzar la sesión de control. Se le homenajeó con un minuto de silencio que Unidos Podemos manchó.