Tras pronunciar un emotivo discurso ante la Asamblea de la República Portuguesa en el que afirmó que “como español, como rey de España, mi corazón está con Portugal”, Felipe VI se dirigió al Palacio de Palacio de Palhavã, la histórica residencia del embajador español en Lisboa para recibir a la comunidad española en la capital lusa.
Unos 11 mil españoles viven en el país vecino, entre ellos famosos como Iker Casillas y Pilar del Río, la viuda del Nobel de Literatura José Saramago. Unos cuatrocientos de los más ilustres de la capital lusa se reunieron este miércoles en la residencia diplomática, donde el rey dio un brindis a los expatriados que fomentan las excelentes relaciones entre los dos países.
“Quiero transmitiros nuestra gratitud, nuestra admiración y nuestro cariño hacia todos aquellos que desde hace decenios se han trasladado de España a Portugal buscando y encontrando en este bello país un lugar en el que establecerse”, afirmó el monarca. “Ellos y vosotros habéis contribuido a crear estrechos lazos de afecto y amistad con Portugal”.
Tal y como hizo el martes en el Ayuntamiento de Lisboa, el rey volvió a referirse al exilio portugués de la Familia Real –que vivió en Estoril durante gran parte del franquismo– y a las muchas ocasiones en las que viajó al país vecino en el pasado.
“Son bastantes frecuentes las oportunidades que he tenido –de niño, después de sólo o con la reina, cuando éramos príncipes– de visitar Portugal, país por el que siento gran aprecio y que acogió a mi familia en momentos que no fueron fáciles”.
El rey celebró la recuperación económica de ambos países, y reconoció el importante papel de los españoles en este proceso. Animó a los expatriados a “seguir trabajando en la profundización de nuestros intercambios económicos, comerciales, culturales y educativos, la mejor manera para contribuir a la consolidación de la recuperación, a la creación de empleo y a la sostenibilidad del modelo social que compartimos”.
Amistad recuperada de la hoguera
El rey se dirigió a la comunidad española desde el histórico Palacio de Palhavã, la magnífica residencia del embajador español en la capital lusa. Datando a la segunda mitad del siglo XVII, el Palacio sirvió de refugio campestre de la Familia Real portuguesa hasta su adquisición definitiva por el Estado español en 1918.
El 25 de noviembre de 1975 el Palacio fue el escenario de uno de los episodios más negros de las relaciones recientes entre Portugal y España, cuando una multitud asaltó y saqueó la residencia española. Se trataba de una masa enfurecida compuesta en gran parte por estudiantes universitarios que protestaban contra los cinco últimos fusilamientos del franquismo: los de Ántgel Otaegui y Juan Paredes Manot, ambos militantes de ETA, y de Ramón García Sanz, José Luis Sánchez Bravo y José Baena Alonso, del FRAP. A la vez que eran incendiadas los consulados de Oporto y Évora, los manifestantes irrumpieron dentro del Palacio y destrozaron los históricos salones del edificio, quemando el mobiliario en una hoguera que improvisaron en el patio principal.
Durante el saqueo también desaparecieron centenares de archivos clasificados, lo que posteriormente hizo que algunos altos cargos lusos, como el comandante Dinis de Almeida, sugirieran el papel de la CIA en el asunto. Otros, sin embargo, aseguran que fue una reyerta estudiantil. Una leyenda urbana entre los círculos diplomáticos del país asegura que existe una foto del futuro primer ministro y presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, participando en el asalto a la residencia. En esa época el futuro presidente no ejecutivo de Goldman Sachs era militante del Partido Comunista de los Trabajadores Portugueses, grupo de inspiración maoísta del que eventualmente sería expulsado por ser excesivamente radical. Pese a los rumores la participación del político luso en el incidente nunca ha sido probada.
El asalto a las delegaciones españolas quedó atrás con la llegada de la democracia, y en 1978 el rey emérito reinauguraba la residencia en el Palacio. A lo largo de las últimas cuatro décadas ciudadanos anónimos han devuelto gran parte de los objetos saqueados esa noche de noviembre, pequeños gestos a favor de la reconciliación. Hoy en día aquellos conflictos de antaño han quedado olvidados, y España y Portugal vuelven a disfrutar de excepcionales relaciones diplomáticas, ejemplificado por la visita de Estado del monarca, que concluye esta tarde tras una visita a la Fundación Champalimaud.