Lo que no consiguió Herodes lo ha logrado un desaprensivo de Linares: acabar con el Niño Jesús el mismo día de Navidad. Ocurrió este pasado 25 de diciembre en el santuario de la Virgen de Linarejos. Aprovechando unos minutos sin vigilancia, alguien cogió la talla del recién nacido del Misterio, lo llevó a escondidas hasta la entrada del templo y lo estrelló violentamente contra el suelo. Quedó hecho añicos, y así sigue, para que nadie olvide el “daño sentimental” presente en la feligresía.
La cabeza está separada del cuerpo, como decapitado; los brazos, divididos en tres; le falta el pie derecho y la nariz; y tiene magulladas la barbilla, un moflete y la cabeza. Está hecho un cristo pero solo es un Niño Jesús. Una talla sin apenas valor artístico o histórico pero a la que los devotos de la Virgen de Linarejos han tomado en alta estima después de que fuese objeto de una brutal agresión.
“La gente viene a verlo y llora por lo ocurrido”, revela la sacristana del santuario, Lucía Palomares. “Estamos muy afectados”, cuenta quien ha ordenado el puzle.
Así, con las piezas recomponiendo la figura, el mutilado Niño Jesús sigue expuesto en el Nacimiento del que fue arrebatado. Dividido en pedazos, todavía adquiere más protagonismo en el mismo Misterio en el que también están la Virgen, San José, la mula y el buey, todos ellos sobrevivieron a la agresión que se cebó con el recién nacido.
“Lo han hecho a propósito, querían dejar un mensaje”, sostiene Palomares. “Que nace hoy, pues hoy me lo cargo”
“Lo han hecho a propósito, querían dejar un mensaje”, sostiene Palomares. “Que el Niño Jesús ha nacido hoy, pues hoy me lo cargo”, narra molesta. “Es que el día de Navidad hacer eso con el Niño Jesús tiene miga”, añade la sacristana, todavía conmocionada por los hechos. “Me duele el estómago -continúa-, nada más que ver al crío así…”.
A Lucía, que vive en la ermita con su marido y su hijo, se le cambia el gesto cuando recuerda el estado en el que lo encontró. “Me avisó un vecino, que venía a rezarle a la Virgen, y rápida salí a la calle a buscarlo”, relata. La sacristana acompaña a los periodistas de EL ESPAÑOL hasta el lugar en el que yacía la imagen descompuesta, a escasos metros de la puerta del santuario, una zona cercana a una vía verde muy frecuentada. “Mira, mira, todavía hay polvillo en la acera; le tuvo que dar un golpe muy fuerte”, sostiene Palomares.
Una acción premeditada
La violencia necesaria para desmembrar la talla hace sospechar a los responsables de la hermandad que los hechos fueron intencionados. “En principio pensamos que tal vez alguien quiso robar la figura y que en el camino se cayó; pero es imposible, porque viendo cómo acabó el Niño Jesús, debieron estrellarlo con mucha fuerza”, narra el presidente de la Cofradía de Nuestra Señora de la Virgen de Linarejos Coronada, Ramón Martín Aguayo.
Quien lo hiciera, argumenta, debió esperar un hueco en el que el templo se quedara vacío para coger la figura del altar mayor y aguardar de nuevo el momento en el que nadie en la calle pudiera verlo. Y así fue, entre la diez y las once de la mañana del 25 de diciembre se produjeron los hechos. “Lo que nos hace pensar que fue algo premeditado”, sostiene Marín Aguayo, que lamenta este ataque contra su fe. La hermandad ha decidido no interponer denuncia por los hechos.
El efecto contrario
“Nos han querido hacer daño, pero han conseguido justo lo contrario, ahora estamos más unidos”, asegura el presidente de la corporación, que desvela que en las últimas horas ha recibido el ofrecimiento de varios restauradores para devolver la talla a su estado original. Mientras, y a falta de una reunión de la Junta de la hermandad, la imagen seguirá expuesta en el mismo altar mayor del que fue arrebatada.
“Ahora la gente le tiene más devoción”, zanja la casera de la ermita. “Ha hecho que muchos se acerquen a la iglesia”
Del director espiritual de la cofradía, José Ramón García Boluda, fue la idea de exponerlo al público: “Es una forma de remover conciencias”, explica Martín Aguayo. Con este gesto han conseguido el apoyo de sus feligreses y de muchos creyentes de España, que han mostrado su respaldo y solidaridad con la corporación.
De hecho, nada más ocurrir el incidente, la sacristana tomó los trozos del Niño Jesús, los puso en un cartón y se colocó a las puertas del santuario para enseñárselo a todos. “Al verlo, la gente se echaba a llorar”, insiste afectada Lucía.
“Ahora la gente le tiene más devoción”, zanja la casera de la ermita. “Le han cantado, le han rezado… y ha hecho que muchos se acerquen a la iglesia a verlo”. Y es que los caminos del Señor son inescrutables.