Cerca de un año después de salir de prisión, el exetarra José Luis Urrusolo Sistiaga, el 'hombre de las mil caras' que dejó al menos nueve cadáveres a sus espaldas, aboga hoy por el fin de la banda para detener su "agonía". De paso, también para que los terroristas que se mantienen en la cárcel puedan acogerse a las ventajas penales que, siguiendo el dictado de la banda, tienen que rechazar. Ellos, según Urrusolo, son los "que especialmente necesitan que ETA desaparezca".
Urrusolo Sistiaga ha defendido esta tesis en un artículo publicado este domingo por el diario Deia, en el que ha comentado la decisión del colectivo de presos de ETA (EPPK), -del que los miembros de la vía Nanclares, como él mismo, fueron expulsados hace ocho años- de que sea el propio preso el que decida si pide beneficios penitenciarios, algo hasta ahora prohibido en ese colectivo: "Ya era hora de que se reconociera también a los presos el derecho a decidir por sí mismos", asegura.
Libertad de elección con matices
No obstante, y si bien es cierto que el colectivo ha abierto esta vía, también ha dejado claro que hay dos líneas rojas que sus miembros no deben cruzar: prohibido pedir perdón y prohibido colaborar con la Justicia, algo que es imprescindible para Interior.
Entre las posibles ventajas del arrepentimiento y la delación estarían no sólo los permisos penitenciarios sino los cambios de grado e incluso el acercamiento a penales próximos al País Vasco, entre otras.
Urrusolo también reflexiona en su escrito acerca de lo que supone que la banda terrorista haya puesto fin a la tutela sobre sus miembros. Afirma que "lo más importante" es que "asumen por fin que ya no tiene sentido mantener el papel de ETA como responsable de sus presos y que estos se ponen en manos del pueblo".
De hecho afirma que si "quieren salir como los militantes que eran, que están orgullosos de su militancia en ETA y expresamente se empeñan en decir que no se van a cuestionar nada del pasado, más difícil se están poniendo la ya de por sí complicada situación", al tiempo que calificó como una "fantasía" que el colectivo de presos se vea como vencedor cuando cesó la violencia armada.
El ejemplo de Urrusolo
El exetarra se pone como ejemplo de los beneficios que están al alcance de sus excompañeros. José Luis Urrusolo Sistiaga (San Sebastián, 1957) llegó a ser el jefe del 'Comando Madrid' en una de las etapas más sangrientas de la banda. Se convirtió en uno de los personajes más buscados y que de hecho motivó a las fuerzas de seguridad a considerarle como el 'hombre de las mil caras' ante la dificultad de capturarle.
Las operaciones en las que participó dejaron al menos nueve muertos por los que fue detenido -en 1997- y por los que pasó en la cárcel sólo 19 años de los más de 900 a los que fue condenado.
Pero su actitud en prisión giró radicalmente. En 2008 se desvinculó del colectivo de presos etarras, aunque ya desde mucho antes se había mostrado crítico con las acciones de la banda terrorista, a la que pidió recurrentemente que abandonara las armas. Dos años después también instó a sus excompañeros a reponer y reparar el daño causado a las víctimas.
Es el mismo espíritu que ha mostrado en esta última carta, en la que reclama a ETA "una reflexión crítica sobre todas las vulneraciones de los Derechos Humanos sin esperar a que otros lo hagan. Porque se lo debemos a nuestra sociedad, porque es imprescindible para avanzar políticamente, porque va a ayudar a cerrar heridas y facilitar la convivencia entre las personas que más han sufrido las consecuencias de la violencia y porque es la única manera de ayudar a los presos que quieran situarse en esos parámetros".