ETA ha hecho saber esta semana a través de activistas afines a la banda terrorista que antes del 8 de abril llevará a cabo el desarme de todo su arsenal. Sin embargo, existen elementos que, en principio, ponen en cuestión la viabilidad de esta entrega total.
Entre ellos se encuentra la reconocida dificultad por parte de los pistoleros para hacer acopio de todo su arsenal debido al acoso policial. También la pérdida de credibilidad de sus verificadores, a los que ya implicó en el falso desarme de 2014. Otro aspecto que genera desconfianza entre los expertos de la lucha antiterrorista es su objetivo de usar sus armas como baza para una negociación y el momento elegido, a las puertas de unas elecciones en Francia.
1. ¿Quién verifica que entregan todo? En el seminario celebrado este sábado en Biarritz, los activistas de la sociedad civil francesa que han acordado con la banda la manera de llevar a cabo el desarme han advertido de que tendrá que ser ordenado y verificable. Para ello dicen que recurrirán de nuevo a la Comisión Internacional de Verificación (CIV). Se trata del mismo organismo que ya participó en febrero de 2014 en el falso de desarme de la caja de cartón. En aquella ocasión los pistoleros exhibieron una parte ínfima de su arsenal y lo metieron en una caja. Luego los mismos verificadores reconocieron que los etarras se volvieron a llevar la caja. La credibilidad de estos enviados quedó seriamente dañada.
2. Falta de transparencia. Hasta el momento, la única certeza sobre el plan de desarme es la fecha límite que se han fijado los terroristas. Los activistas a los que han encargado la gestión de su plan mantienen los detalles en secreto como acreditó el acto de Biarritz. Eluden detallar si almacenarán las armas y los explosivos en un punto concreto, si les entregarán el material a ellos o si facilitarán sus coordenadas a alguna institución. ETA juega a mantener la expectativa con el objetivo de que el Gobierno de Francia se implique en el desarme.
3. ¿Tiene capacidad ETA para hacer acopio de todo su arsenal? Cualquiera de las modalidades por las que haya optado la banda choca con la debilidad de sus estructuras, incapaces de hacer acopio de todo lo que les queda (unas dos toneladas de explosivos y alrededor de cien pistolas). Reducida a un puñado de pistoleros, ETA ha denunciado en varias ocasiones que si sus miembros son detenidos cuando van a proceder al sellado no pueden avanzar en su desarme. Dado que la presión policial no ha bajado (132 detenidos desde el cese de los atentados), los expertos en la lucha antiterrorista dudan de que la banda haya sido capaz de reunir en este tiempo todo su arsenal. Sin ir más lejos, el pasado 8 de marzo, la Guardia Civil desmanteló un zulo en Guipúzcoa con cerca de 45 kilos de material para confeccionar explosivos.
4. ¿Sabe ETA todo lo que tiene? Las mismas fuentes consultadas recuerdan que hay etarras del aparato logístico que fueron detenidos sin posibilidad de comunicar a sus compañeros la ubicación de algunos zulos. A esto se suma que la Guardia Civil y las autoridades de Francia mantienen vigilancias sobre algunos escondites, hecho conocido por los propios terroristas, que optan por no acercarse.
5. ¿Quiénes son los nuevos mediadores? Los expertos en la lucha antiterrorista recuerdan que los activistas franceses no son del todo independientes sino que es conocida su vinculación al entorno abertzale. Al acto de Biarritz acudieron varios de ellos y destacados miembros de la antigua Batasuna, entre ellos Arnaldo Otegi y Rufino Etxeberria. También ex miembros de ETA como Elena Beloki o Julen Madariaga. El activista encargado de anunciar la fecha límite del desarme fue portavoz de Batasuna en Francia y cuenta con cinco detenciones en su historial delictivo.
6. Vigilancia sobre los nuevos activistas. Los llamados “artesanos de la paz” fueron detenidos en diciembre por participar, de acuerdo con ETA, en la destrucción de un 15 por ciento del arsenal de la banda. Se encuentran en libertad provisional con la prohibición de abandonar Francia y reunirse entre ellos. Tras el anuncio de su iniciativa las autoridades estrecharán la vigilancia sobre ellos, por lo que verán limitada su capacidad de movimiento.
7. Destrucción de pruebas. Según han admitido los propios activistas, el plan que tenían en diciembre era inutilizar las armas destruyéndolas. Eso impediría que los investigadores las analizasen en busca de indicios que sirvan para esclarecer alguno de los 300 asesinatos sin autor conocido.