El terrorista que esta semana sembró el terror en Londres nació en Kent, sudeste de Inglaterra, hace 52 años. Creció en el seno de una familia sin ningún arraigo islámico, pero emprendió una conversión religiosa que le llevó incluso a renunciar a su nombre de nacimiento para adoptar la identidad de Khalid Masood y acabar abrazando la yihad. Su caso ha puesto de manifiesto el fenómeno de los conversos en el mundo del yihadismo, una realidad cada vez más presente también en España, según advierten a EL ESPAÑOL los expertos en la lucha contra el terrorismo.
El pasado 24 de enero la Guardia Civil arrestó en Pinto (Madrid) a Ana Marilú Reyna Castillo, una mexicana conversa que pasó a llamarse Hayar. Fue detenida por captar a otras mujeres para la causa.
Daniel Fernández Aceña era un exmercenario de los GAL a quien dieron caza las fuerzas de seguridad en diciembre. Estaba “dispuesto a todo” por la yihad, incluso a inmolarse.
Antonio Sáez, un peluquero de 40 años nacido en Granada, cayó en la Operación Caronte en Cataluña. Bajo un nuevo nombre, Aali, lideraba una célula que planeaba atentar en territorio español.
Mustafá Maya Amaya es un gitano español que se llamaba Rafael antes de ser detenido en Melilla en 2014 acusado de dirigir otro grupo.
Son solo algunos ejemplos, pero hay más casos de conversos en España de características similares a las del londinense Masood. Se trata de personas que experimentan una radicalización extrema sin necesidad de tener una experiencia religiosa previa o grandes conocimientos sobre el islam.
“Cuando nos hemos enfrentado a estos conversos, nos hemos encontrado con una radicalización más rápida de las que se producen en una persona que ya profesaba originalmente la religión musulmana”, explica a este periódico un responsable de la lucha contra el yihadismo. Pone como ejemplo una de las operaciones llevadas a cabo por él y sus compañeros. En este caso, el objetivo era una joven de Huelva llamada María de Los Ángeles Cala Márquez, original de Ayamonte, municipio de gran fervor católico que alberga la ermita de El Rocío. Fue detenida en octubre de 2015 en el aeropuerto de Barajas cuando iba a tomar un vuelo a Turquía para enrolarse en la yihad.
"Extrema radicalización"
Cala Márquez era una chica que trabajaba en un hotel y era conocida por vestir habitualmente con estilo gótico. De la noche a la mañana adoptó incluso la manera de vestir islámica. “Este fue un caso de extrema radicalización; pasamos de un cristianismo poco practicante a querer coger un avión para acabar en Siria, todo muy rápido, en cuestión de seis meses”, recuerda este miembro de la Guardia Civil, que confirma la proliferación de conversos en España, también de elementos procedentes de Latinoamérica.
Los analistas del Real Instituto Elcano Fernando Reinares y Carola García Calvo se fijaron en este problema aportando datos concretos en su informe Terroristas, redes y organizaciones: facetas de las actual movilización yihadista en España. Según dicen, entre los yihadistas detenidos en España desde 2013 “destacan los varones casados de entre 20 y 34 años, pero hay porcentajes más que significativos de mujeres y conversos”.
En concreto, entre el año 2013 y noviembre de 2015 el porcentaje de conversos detenidos por delitos yihadistas representaba ya el 12,7%, un dato significativo si se tiene en cuenta que entre 1996 y 2002 hubo un solo precedente. Se trata por tanto de una realidad en auge. Entre ese casi 13% de conversos detenidos en España había otras nacionalidades además de la española: argentina, brasileña, búlgara, chilena, paraguaya, portuguesa... El estudio advertía de que esto era una modalidad creciente también en los países del entorno, como ha acreditado ahora el atentado de Westminster.
Las razones de la conversión
“En general”, señala el informe de Reinares y García Calvo, “tiende a interpretarse esta faceta del fenómeno como opción extrema de individuos afectados por algún tipo de insatisfacción o crisis de índole existencial que les lleva a buscar un nuevo sentido para sus vidas, deseosos de encontrar un nuevo marco antisistema de referencia que sea alternativa del extinto movimiento antiglobalización, o adheridos a la versión salafista del credo islámico como consecuencia de un lazo afectivo con un musulmán radicalizado”.
Las relaciones de pareja también son un factor que se repite. La mexicana Ana Marilú Reyna llegó a España acompañando a su marido, un musulmán arrestado en mayo de 2016 también por delitos relacionados con el yihadismo.
La chilena Gisela Elier Cárcamo vivió varios años en Vitoria, se casó con un islamista radical nacido en Túnez y se cambió el nombre por el de Nadia Chabbi. Acabó detenida en 2014 en Siria por participar en un atentado diseñado por su pareja contra una patrulla del Ejército de Bashar al Asad.
El analista del Observatorio Internacional de Seguridad (OIS), José María Gil, establece un matiz, a su juicio, importante: “Es más una conversión ideológica que religiosa, siendo estas últimas más profundas y prolongadas en el tiempo”. “Les seduce el lenguaje belicoso yihadista revestido de un discurso religioso que les da una pátina de legitimidad”, añade.
Coincide con el resto de expertos que han participado en este reportaje al decir que se trata de “conversiones muy rápidas y de individuos vulnerables y desintegrados, lo cual no quiere decir marginales. Son personas que suelen haber pasado fracasos personales”.
Del antisemitismo a la yihad
Insiste en que es más una cuestión ideológica porque luego sobre el islam o el Corán “saben muy poquito". Pone como ejemplo a Antonio, el peluquero granadino, que tenía un diario en el que apuntaba sus reflexiones e incluía palabras que ni siquiera entendía para dar rápidamente paso a expresiones como ‘matar a todos los infieles' y comentarios violentos en esa dirección".
Los investigadores de su caso abundan en que el punto de partida de Antonio Sáez fue el rechazo al mundo judío y acabó dejándose barba y defendiendo el yihadismo. "Pero podría haber acabado en la extrema derecha", informan a EL ESPAÑOL fuentes de la investigación.
En la misma operación que el peluquero, fue detenido un menor de edad de nacionalidad paraguaya cuya familia no tenía ningún tipo de arraigo musulmán. "Su radicalismo es más profundo y virulento. Es como si quisieran demostrar un mayor compromiso que un musulmán original. En su caso, es mucho mayor el grado de peligrosidad", advierte a este periódico un juez de la Audiencia Nacional.
Internet puede ser el primer contacto, pero en estos casos la captación se hace cara a cara, relata. En el caso del terrorista de Londres, se cree que se radicalizó durante el tiempo que vivió en Arabia Saudí. En cuanto a sus familias, hay dos tipos: "los que dejan hacer y aparentemente no se enteran y las familias que son totalmente opuestas".
Sobre estos últimos, el juez dice que "han sido personas que realmente desconocían la situación de estos jóvenes y en un momento determinado, cuando han querido actuar, ya era tarde. Son muchachos que adquieren unos valores, no solo en relación al islam, muy machistas, conservadores y dominantes".
La reacción de las familias
Desde la Fiscalía de la Audiencia Nacional advierten de que el porcentaje de conversos entre los detenidos aún es una minoría. Distingue entre los jóvenes y los de una edad avanzada, como podría ser el autor del atentado de Londres (52 años) o el líder de la célula terrorista de la Operación Caronte de Cataluña, Antonio Sáez (40 años). Los primeros son la respuesta a "una salida rebelde de la adolescencia". Eso sí, "todos ellos presentan un autoadoctrinamiento potente con un cierto compromiso".
Las familias en España suelen ser de creencia cristiana y "no entienden el cambio" en sus hijos, que se exterioriza mucho "porque cambian su aspecto, se dejan barba, cambian su ropa, dejan de escuchar música". Advierte de que cuando proliferaron los casos de desplazamientos de radicales a Siria o Irak para unirse a Estado Islámico, hubo casos en los que las propias familias denunciaban a sus hijos por miedo a que se fueran.
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