El expresidente madrileño Ignacio González fue alertado de su detención hace dos meses. Según informan a EL ESPAÑOL fuentes conocedoras del caso, el aviso le llegó por medio de un alto cargo del actual Gobierno, una persona conocedora de las pesquisas que ya ultimaba la Fiscalía Anticorrupción y la Guardia Civil tras dos años de investigación. Este miércoles, los agentes de la UCO del Instituto Armado acudían a su domicilio en el marco de la denominada Operación Lezo en la que ha sido arrestado junto a otras once personas más.
La tesis de este chivatazo y la alta responsabilidad del culpable se sustentan, según ha podido conocer EL ESPAÑOL, por el contenido de las intervenciones telefónicas a las que ha sido sometido González. Después de esta filtración, González cambió de forma notoria su actitud y extremó las cautelas, especialmente en sus comunicaciones. Incluso llegó a pernoctar fuera de casa en los días próximos a su detención. Los investigadores sospechan además que González y su entorno contactaron con miembros de la Policía Nacional para conocer información confidencial sobre sus investigaciones, preguntaron con jueces de su confianza y fueron también alertados sobre el pinchazo de sus teléfonos por un miembro de la carrera judicial, todavía por identificar.
El que fuera hombre de confianza de Esperanza Aguirre ya se había enfrentado en los últimos años a otras investigaciones judiciales, empezando por el caso de su ático de Marbella. También sabía que en 2015 los actuales responsables de la Comunidad de Madrid habían remitido a la Justicia información sobre su gestión del Canal Isabel II. Pero hasta hace dos meses, no había recibido un aviso tan claro sobre que se acercaba el final de su escapada.
El chivatazo sorteó la marginación a la que se ha visto abocado González desde que el partido prescindió de su candidatura para las elecciones autonómicas de 2015 y apostó por Cristina Cifuentes. Acorralado por las sospechas de corrupción, el distanciamiento incluyó también a Esperanza Aguirre, su más fiel defensora incluso en los peores momentos. Es por ello que el aviso le llegó de parte de los pocos nexos que aún mantiene González en los despachos del poder, aunque las fuentes consultadas excluyen a los miembros del Gabinete de Ministro. Apuntan a un cargo intermedio del Ejecutivo.
González tampoco era ya una prioridad en los despachos del grupo Planeta ni el diario La Razón, periódico en el que figura como columnista habitual tras años de intensa relación y fuertes inversiones económicas desde el Canal de Isabel II. Prueba de ello es que la acusación de coacciones que pesa sobre su director, Francisco Marhuenda, y su presidente, Mauricio Casals, se debe a la campaña iniciada contra la presidenta Cifuentes, pero para salvar a un directivo del grupo, Edmundo Rodríguez Sobrino. Para los directivos del diario, la figura de González ya estaba amortizada.
Aunque hasta el último día el ex mandatario madrileño ha tratado de actuar con cautela para evitar facilitar pistas a los investigadores, a su entorno más cercano ya les había hecho saber la posibilidad real de su arresto. Además, el lunes 10 de abril, hace solo nueve días, González convocó una comida a la que invitó a varios de los consejeros y altos cargos autonómicos que formaron parte de su Gobierno. Según fuentes presentes en el evento, el objetivo del encuentro fue medir la cohesión y los apoyos con los que contaba todavía González, sobre el que pesaba ya el rumor de una detención inminente.
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