Todo puede pasar. La sensación se ha contagiado en el PSOE como un virus tras la recogida de avales, que arrojó una victoria de Susana Díaz, pero un resultado inesperadamente bueno de Pedro Sánchez. Desde ese momento, una primera vuelta psicológica de las primarias que ha dejado sin opciones reales a Patxi López, los nervios están a flor de piel. Este lunes, el plato fuerte de la campaña electoral podría acabar de decantar las expectativas para que uno de los candidatos comience a recorrer el camino hacia la victoria.
A la diferencia entre los avales de cada uno (6.539 en favor de Díaz) se sumará este lunes el efecto del contraste entre candidatos y programas. Díaz llega a la sala aún como favorita, aunque ya nadie cree que pueda lograr un resultado apabullante. Sánchez acude en plena ola de euforia por un volumen de avales que pone letra a la música que él y su equipo llevan cantando meses: ganar a Díaz es posible.
Las encuestas hechas entre votantes socialistas son coincidentes: Sánchez parece convencer más al electorado, pero Díaz parte con ventaja entre la militancia. Ese margen es estrechísimo, por lo que la última semana de la larga campaña es clave para cambiar las preferencias de los afiliados. Más de un 70% se han pronunciado ya a través de los avales, pero pueden optar por otro comportamiento cuando depositen su voto en la urna. Cómo se comportará los que voten de ese cerca del 30% restante es una incógnita. Cada voto cuenta.
Según fuentes de ambas campañas, ningún candidato quiere quedar como 'el malo de la película'. En ese sentido, Díaz quiere mostrar un perfil de liderazgo y cercanía que contrarreste la imagen de dirigente autoritaria que conspiró para derrocar a Sánchez. El exlíder también asegura que exhibirá su cara más amable, aunque recordará la responsabilidad de Díaz en la situación del partido.
La pequeña gran oportunidad de López
López ve en el debate su gran oportunidad de consolidar su espacio y desactivar a los desmoralizados que en su equipo se preguntan para qué seguir apoyando a un candidato que los deja en tierra de nadie si el ganador, Díaz o Sánchez, decide pedirles cuentas por lo hecho durante esta campaña. Pero en el equipo de López creen ya casi imposible un vuelco y que su candidato gane las primarias. Lo que ahora busca es su espacio y advertir contra el riesgo de choque de trenes para tratar de tender puentes a partir del domingo, jornada de votación.
El diputado vasco es el único aspirante que ha reclamado más de un debate, pero Díaz y Sánchez lo tenían claro: quieren minimizar los riesgos, conscientes de que cualquier error puede desbaratar sus estrategias de campaña. Por eso, sólo han aceptado uno.
El formato no es, a priori, el más propicio para grandes confrontaciones o momentos de riesgo. Se estructurará en tres bloques de 27 minutos cada uno (nueve por candidato): político, económico-social y el referente al modelo de partido. Los candidatos tendrán un minuto previo y otro posterior para pedir el voto.
En total, el debate durará una hora y media sin más preguntas que las de Carmen del Riego, la periodista que moderó el último debate, el de 2014, cuando era presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM). El perfil de Del Riego, una veterana y acreditada cronista política, no hace prever muchas preguntas cortantes ni un papel protagonista del moderador, por lo que es posible que los candidatos dispongan de mucha flexibilidad para desplegar sus estrategias.
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